CELTA 0 - ATLÉTICO 1 / Memphis ya suma
El Atleti gana con un gol del neerlandés en el 89′, su primero en el Atleti, en un partido con Oblak otra vez salvador, roja a Savic y un balón de Aspas en la madera.
Un Atleti que hasta ese momento final había sobrevivido en los guantes de Oblak por ese empeño tan suyo en dedicar las primeras partes a no enlazar tres pases seguidos y mirar a su portero más que al rival. Y eso que nada más comenzar el partido Morata había mirado al árbitro como Colón al nuevo mundo, con emoción y extrañeza. No era aún ni el minuto cuatro y éste corría hacía Aidoo con la amarilla en alto para castigar una falta sobre el delantero. Tan raro es, tan raro se le hace. Antes del ocho, Veiga también tenía tarjeta. Ordenado 4-1-4-1 había salido Simeone con lo ensayado, que Llorente volvía al once y Barrios también, por Correa y Lemar. El Celta era el once tipo de Carvalhal pero sin Unai. En su lugar, Tapia, un medio obligado a ser central mientras el polvo sigue cayendo sobre Mallo en el banquillo.
Competido y con ritmo, de ida y vuelta, amaneció el duelo. Y sin mucha fricción en los duelos, no fuera ser que el árbitro. El centro se compactó y se llenó de gente como la Puerta del Sol en Nochevieja. Barrios comparecía impreciso y Llorente, intrascendente, Mingueza lo intentaba desde la frontal. A Figueroa le perseguían sus dos amarillas del inicio. Cada falta recibida era un parón, unos y otros reclamando que su mano volviera al bolsillo. Pero no. Y así cayó Veiga en el área tras una carga de Reinildo y nada, cayó Llorente y la pelota le llegó franca a Aspas para un tirito manso, cayó Mingueza después de que Griezmann le pisara por detrás. Y eso, que el árbitro ya no sacaba amarillas, era media hora después la única noticia de un partido sin ocasiones de verdad. Eso y la foto de Grizi desatando los cordones de las botas de Mingueza mientras esperaba que se levantara tras su falta. El campo se había volcado hacia Oblak. La hierba se iba llenando de galopadas de Veiga. Aunque ninguna ocasión fuera de peligro real el Celta al menos lo intentaba. Cada vez que Carles Pérez rozaba un balón, chutaba. El Atleti se iría al descanso sin un triste disparo a puerta.
El Atleti, otra tarde con diez
Se escuchaba por megafonía la música del Equipo A cuando Atleti y Celta volvieron del reposo y Barrios ya no estaba. En su lugar, Carrasco. El Atleti comenzaría la segunda parte con una cabalgada suya y un disparo por bajo de Morata que obligaba a Villar. Se habían volteado los roles, ahora todo un tobogán hacia el meta local, los celestes achicando agua y agua. Pero nadie se maneja en la lluvia como un tipo nacido en Moaña. Aspas asomó entre la tromba rojiblanca para secarla: solo tuvo que coserse un balón de Galán a la bota y esprintar solo hacia Oblak. El portero sacó en la línea su disparo cuando Balaídos ya lo bautizaba con el grito de goool. No había sido, sin embargo, decían las manos del árbitro y el VAR. Por un milímetro la pelota no terminó de cruzar.
El Cholo comenzó a hacer cambios, atemperados de nuevo los suyos. Griezmann demasiado solo, sin influencia nadie, mientras los gallegos florecían tras el agua. Salieron Morata y Grizi, entraron Memphis y Correa, pero amenazar seguía solo amenazando el mismo: Aspas.
Había corrido de nuevo Figueroa Vázquez tarjeta en alto, pero esta roja y hacia un rojiblanco: Savic; expulsado por agarrar a Seferovic siendo el último hombre. Aspas estampaba la falta en la madera mientras el Atleti se quedaba con diez. Pero se sostuvo en los guantes de Oblak para que, cuando asomaba el final, Carrasco y Memphis corrieran hacia Villar para escapar del empate. Tiró el primero, rebañó el segundo el rechace desde el suelo para gritar ante Tapia, ese central que central no es: “Ya estoy aquí...”. Los tres puntos para Madrid. Ha había avisado el Cholo: “Esta ha sido su mejor semana desde que llegó”. Nada como demostrarlo con gol.