BARCELONA 3-SEVILLA 0 / Mordisco de 3 goles y 8 puntos

El Barcelona se escapa a ocho puntos del Real Madrid tras doblegar a un Sevila que sólo aguantó un tiempo. En la segunda parte, un Raphinha en estado de gracia firmó su mejor partido como culé.

Santi Giménez
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Si alguien tenía alguna duda de que el Barça va a por esta Liga, éstas dudas quedaron despejadas en un partido voraz en el que el Barça no desaprovechó el patinazo del Madrid en Mallorca para avasallar al Sevilla por 3-0 y pegar un mordisco a LaLiga que le da ocho puntos de ventaja. Un resultado que podría hacer cambiar el discurso de Xavi en la previa, donde aseguró que “somos candidatos, no favoritos”. A pesar de la baja de Busquets y a lomos de un Raphinha sensacional, este Barça es favorito.

Estaba cantado que el partido iba a ser una cuestión de ritmo entre un Sevilla atrincherado atrás y un Barça que iba a tener que masticar cerillas en busca de superioridades. Y sin Dembélé, el único jugador capaz de descartar rivales. En ese escenario incómodo para los barcelonista, aconteció lo que peor le podía pasar al Barça, perder a Busquets a los cuatro minutos de partido.

El mediocentro blaugrana se torció el tobillo al ir en busca de un balón en el que el pie de apoyo le falló y se tuvo que retirar del campo dejando a un equipo que ya carecía de uno contra uno de un cerebro que robara un balón en la salida de pelota de un Sevilla que demostró mucha sangre fría.

El Barça tuvo sus mejores minutos de salida en los primeros 25 minutos de partido, cuando Lewandowski amenazó a Bono, que una vez respondía en colaboración de un Gudelj que llegaba al rescate en el último instante o que daba la réplica con un paradón tras un disparo lejano del polaco.

En el otra área, Ter Stegen era un espectador que en la primera parte no se vio exigido ni una sola vez. Pero la fogosidad del Barcelona se iba apagando y el partido, poco a poco, iba jugándose más al ritmo que quería el Sevilla. Los de Sampaoli llevaban escrito en la frente un plan que consistía en aguantar 70 minutos y luego jugársela cuando el Barcelona estuviera nervioso. No pasó.

El encuentro se iba espesando y el Barcelona era incapaz de encontrar espacios ante una defensa sevillista que se comportaba como una cohorte romana. Raphinha, que tendrá muchas virtudes, pero que el desborde por la derecha no es una de ellas era incapaz de crear superioridades. Luego, cambió el plan y se salió.

Puesto el partido en la disputa de balones divididos, destacaba Gavi, que iba a todo. El andaluz del Barcelona se jugó la cara, la cabeza y la salud al ir a buscar en plancha un balón mal jugado por Ter Stegen a un palmo del suelo ante Pape Gueye, que debutó en el equipo de Sampaoli tras llegar en el mercado invernal.

Superada la primera parte con medio plan previsto completado, Sampaoli dio entrada a Bryan Gil y a Lamela para acentuar la velocidad en la contra sin perder solidez atrás. Pero el plan no le salió bien de entrada. Es más, el Barcelona acentúo su dominio en el inicio de la segunda parte.

Los retoques de Xavi pesaron. Raphinha fue más al espacio, Pedri bajó su posición para dar más libertad a Busquets y Kessié apareció en plan Benzema para recibir un balón filtrado, parar el tiempo en el área, enseñar la pelota al marcador, esconderla después y asistir a Jordi Alba que entraba como un cohete por su carril para batir a Bono. Quedaba media hora para que el Barça demostrara que su costumbre de bajar el ritmo tras adelantarse en el marcador.

Cuestión que quedó liquidada diez minutos después cuando Raphinha volvió a romper al espacio, donde es mucho más decisivo que en el uno contra uno, para servir un caramelo que Lewandowski no pudo aprovechar, pero al que sí llegó Gavi, que marcó a puerta vacía mientras en el Sevilla trataba de entender la hoja de instrucciones de Sampaoli.

Raphinha, desencadenado, anotó el tercero 10 minutos después ante un Sevilla desarbolado incapaz de evitar el demarraje de un equipo que está obsesionado con esta Liga. Y parece que tiene prisa.

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