ATHLETIC 4-CÁDIZ 1 / Ante la crisis, el mazo de Sancet

Enorme partido del navarro, con un ‘hat-trick’ para derrotar a un Cádiz penoso en defensa. Los amarillos se llevan ocho entre la primera y la segunda vuelta

Alfonso Herrán
As
Ante la crisis, el mazo de Sancet, posiblemente la mayor joya que ha brotado de la cantera de Lezama desde Laporte, con permiso de los Williams, los Fórmula 1 más rápidos en los circuitos de San Mamés. Oihan es un muchacho que anda con pájaros en la cabeza muchas veces, pecados de juventud, pero cuando se pone en serio al fútbol, no hay quien le despoje de un aspecto de estrella que llama a la puerta del firmamento de LaLiga. Se merendó él solito al Cádiz. Abrió su recital con un gol descomunal por la escuadra. Lo cerró con una galopada y remate de zurda y, por medio, una puñalada a pase de Raúl García. Nadie de amarillo activó el radar para dar el alto al centrocampista navarro, que se coló por todos los pasillos posibles y disfrutó de ocasiones de todos los colores. Repite el ‘hat-trick’ que ya logró en El Sadar hace dos campañas. Nadie del Athletic lo habría logrado en casa desde Aduriz ante el Genk en 2016. Acumula siete esta campaña, es el pichichi, pero bien pudo irse con otro par tras buenos servicios desde la banda para rematar. Ofreció un máster de llegada al área rival. Se llevó el balón para casa, aunque se merece un monumento más lustroso que un cuero lleno de aire. Los andaluces se llevan un carro de ocho entre la primera vuelta y esta segunda recién iniciada.

La fórmula Sancet-Muniain funciona, y encandila. El primero ha ido bajando su posición desde la delantera, donde le ubicaba Marcelino, a lugares retrasados para abarcar más verde y llegar sin que nadie le vea ni con lupa. Los leones se olvidaron de su ineficacia ante la meta contraria en unos instantes frenéticos. Es curioso, desde el parón sólo habían anotado un tanto en Liga y solo en la primera parte facturaron tres ante Ledesma. Los amarillos se griparon. Saltaron al césped muy valientes, punzantes, presionando arriba y con ataques cortos y rápidos, pero con el empate de Escalante, retrocedieron unos 20 metros y eso, unido al empuje de los locales en busca de la igualada, los dejó a merced del rival. Frente a la inoperancia de los rojiblancos en los últimos tiempos para sacar chispas a la estrategia, a un minuto del descanso Muniain puso un caramelito en un saque de falta y Yeray, sin vigilancia de nadie, remató a la red el 3-1. Su tercer tanto como león, el primero con gente en su hogar. La segunda parte programó la emoción que le quiso dar Yuri. Ya venía quemado por una amarilla muy rigurosa en la primera parte ante Fali y recibió la segunda por una entrada que no tenía gran belicosidad ante Iza. La concurrencia se quedó pasmada. Media hora quedaba por delante, aunque el Cádiz no lo celebró con goles. Al contrario, consintió otro en sus redes, un 4-1 en el que rozó nuevamente el ridículo a la hora de tirar las marcas.

Los pupilos de Sergio comenzaron bajo ese viento favorable de los dos 0-1 que cosecharon en sus últimas apariciones por San Mamés. Bongonda tiró ligeramente desviado en el minuto 7 y tres más tarde, Escalante la mandó al palo. Sancet puso todo en orden enganchando un zapatazo con enorme violencia en el área, al ángulo corto, donde estaba Ledesma, que sólo pudo advertir el silbido del balón ante semejante trallazo. Fali dejó pasar la pelota y dio boletos al navarro para su zurriagazo.

De todos modos, el cuadro de la Tacita de Plata intentaba dejar claro que la vida seguía igual. Momo dibujó un alarde técnico para sacar un balón. Estaban artistas y recuperaron un desde la zona del córner propio, progresaron de forma asociativa y De Marcos dejó ganar la línea de fondo a Brian. Ese es un favor que no suele traer buenas noticias. En este caso, permitió un pase que dejó una mala foto de Yeray. Le ganó la posición Escalante, que plasmó su mayor virtud: la llegada y el gol. Heló más el ambiente polar de La Catedral.

Los amarillos se asociaban bien. Pero algo olía a ruina en esa estampa tan aparente. El entramado defensivo empezó a hacer aguas y acabó sumergido bajo una marea de endeblez atrás. En una jugada muy embarullada con recuperación de Yuri, estuvieron de lo más torpes Bongonda y Momo. Tras mil desastres, Muniain cedió a Berenguer, que la pegó muy mordida. Raúl García, mágico asistente en la velada haciendo jugable cualquier balón medio accidentado, se la dio muy clara al hombre del día, Sancet, que siguió con su gala. Y casi mete otro poco después, pero se le mechó encima Ledesma. La expulsión de Yuri espoleó un poco al Cádiz. Sergio puso a toda la legión de ‘nueves’ que tenía en la reserva, pero ni con un ejército de delanteros se puede amortiguar el impacto dañino de una defensa de plastilina. Raúl García tiró un globo en medio campo, a la buena de Dios. Nico la prolongó a Sancet, que ganó por piernas a sus supervisores, especialmente un Luis Hernández empanado, y a la carrera definió con la zurda de forma magistral. Suya es la gloria. San Mamés al unísono acabó gritando “El Cádiz es de Primera”, gran gesto.

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