AL AHLY-REAL MADRID / Finalista entre sobresaltos
El Madrid se jugará el Mundialito con el Al Hilal tras superar con apuros al Al Ahly. Marcaron Vinicius, Valverde, Rodrygo y Arribas. Modric falló un penalti y los egipcios, muchas ocasiones.
En pleno temporal, Ancelotti volvió al refugio, Kroos y Modric, cabecillas de todas las tramas. Lo mejor que le ha pasado en el Madrid (a él y a tantos) fue con ellos y cuando la necesidad aprieta, no encuentra mejor asidero. Más en un partido como este, en el que el Al Ahly, contra su voluntad de orgulloso faraón africano, tuvo que entregar la pelota sin resistencia. El resto también tuvo que ver con la seguridad en un torneo sin término medio: el Mundial o la mundial. Un título ‘low cost’ con un camino previo infernal en el que fallar resulta imperdonable, más tras la eliminación del Flamengo, peligro evaporado. Así que volvió Alaba y Valverde retomó ese papel de centrocampista disfrazado de extremo. Cualquier precaución le pareció poca al italiano sin Courtois, sin Militao y sin poder empuñar a Benzema.
El Madrid no tuvo prisa. Con un fútbol sosote, de mucha combinación y poca profundidad, fue quemando minutos, a la espera de que el peso de su vitrina de trofeos cayese sobre el adversario egipcio. Un ritmo muy blando, fácilmente defendible para cualquiera. Tal era esa pereza creativa que fue el Al Ahly quien pudo golpear primero. Fue al final de un contragolpe, con mal remate de izquierda de Sherif. No tenía oposición ni ángulo. El Madrid no se dio por enterado y siguió volando en círculo con excepciones: algún progreso de Valverde, alguna aventura de Nacho, algún arrebato de Rüdiger en el balón parado... De Vinicius, que se encontraba con una atmósfera menos tóxica de la que le envuelve en la Liga, no había noticias. Se fue incluso al centro con frecuencia cuando entendió que Camavinga se había merendado parte de su banda. Entre bronca y bronca parecía haber perdido el duende hasta que le regalaron un gol que le sacó de la melancolía.
Un rival crecido
A la vista del absentismo del Madrid, el pluricampeón egipcio fue dando pasos adelante. Primero, con un cabezazo alto de Abdelmoniem; después, con un derechazo sorprendente por la falta de ángulo de Elshahat, un cuchillo, en el que no picó Lunin: pintaba centro y fue tiro. Camavinga estaba entregando demasiado a su espalda por atender demasiado a su frente. En área blanca estaban pasando muchas más cosas de las previstas. El Al Ahly entró chapoteando y, de pronto, se vio nadando casi a sus anchas.
Antes, el Madrid había estrellado un balón en el palo en una jugada sin más relato que la inventiva de Rodrygo. Arrancó en la izquierda, sorteó a los centrales y picó la pelota con picardía. Beso el poste. Un chispazo en medio de un partido pelmazo, a la altura de los peores del Madrid en este fatídico invierno.
Al borde del descanso llegó lo que esperaba el equipo de Ancelotti (porque lo suyo había sido hasta entonces solo esperar). Metwaly fue a meter el pie y metió la pata en un control, Vinicius le madrugó el balón, dio media docena de pasos y aplicó una picadita que dejó sin respuesta a El Shenawy. Hubo alegría, pero ni baile ni exhibición de escudo ante el personal. Una celebración de perfil bajo, que es lo que conviene vista la crispación general.
Sufriendo hasta el final
Ahí pareció cerrarse el asunto, porque a vuelta del descanso llegó un segundo gol blanco. Se lo inventó Modric, con un gran pase a Rodrygo, que rotuló demasiado su tiro. Eso permitió a El Shenawy rechazar la pelota, pero Valverde, que fue optimista, siguió la jugada y anotó el 2-0. Un gol, para él, también era artículo de primera necesidad.
El Ahly, a partido perdido, se soltó el pelo. Encadenó tres buenas ocasiones, despilfarradas por distintos motivos: un remate demasiado angulado de Elshahat, un cabezazo alto de Sherif, un mal control de este para estropear un gran pase... Un arrebato que le desabrigaba atrás. Mucho terreno para Vinicius, al que la oveja negra de la noche, Metwaly, le hizo un penalti de manual, una zancadilla sin paliativos que no vio Matonte y no quiso ver el VAR, esa cámara oscura del neofútbol. No se le escapó después otra pena máxima del imprudente Camavinga a Elshahat que tampoco era discutible. La transformó Maaloul y devolvió el suspense al choque. Casi de inmediato volvió a traspapelarse Camavinga y tuvo el empate en su bota Afsha. Tiró a reventar camino de la grada en plena desconexión del Madrid. Cuando Keller retiró a Elshahat, la pesadilla egipcia, Ancelotti estuvo tentado de abrazarle.
Aún tuvo Abdelkader otro gol cantado que Lunin volvió a salvar antes de que el VAR, esta vez sí, avisara a Matonte de un penalti a Vinicius que no debió escapársele. Lo falló Modric, para alargar los apuros del Madrid hasta que Rodrygo, en una jugada con puntillas, bajó el telón. Medió un taconazo de Ceballos y un amago del brasileño que tumbó a El Shenawy antes de tirar. Luego Arribas, en el descuento, marcó en su primera intervención. Bien está lo que bien acaba.