Un Barça de papel

Como otras veces esta temporada (segunda parte de Múnich, segunda parte ante el Inter, el Clásico después del 1-0), el Barça es de papel, se rompe y es vulnerable.

Juan Jiménez
As
El Barça metió su partido de este miércoles contra el Intercity en una peligrosísima ruleta rusa que amenazó con un bochorno gordo. Aunque lo más grave era el nivel del rival al que se lo permitió hacer, no es la primera vez que le pasa. El Barça pierde el control de los partidos con demasiada frecuencia con el paso de los minutos y se convierte en muy vulnerable.

Dijo Xavi que el Barça había estado “bien en el juego”, que el Barça está en un buen momento, y que sólo había fallado la efectividad el día del Espanyol y la contundencia en las dos áreas en el Rico Pérez. Pero la foto del derbi y del partido de Copa va más allá de eso. El Barça no controló en ningún momento la segunda parte de ninguno de los dos partidos. Contra el Espanyol pudo apretar al final y ante el Intercity aprovechó la debilidad física del rival en una prórroga en la que flaqueó, pero su fútbol dejó demasiadas grietas y está alejado del control que se le suponía con la llegada de Xavi, amante del juego de posición y posesión. Lo de los últimos minutos en el derbi y la segunda parte del Rico Pérez fueron un descontrol.

Especialmente señalado del partido salió Koundé, uno de los futbolistas sobre los que debe edificarse la famosa y televisiva “nueva era” del Barça. No estuvo intenso en la acción previa al 1-0. Dejó saltar cómodamente a Vadik. Luego tampoco se coordinó en la acción del 2-2 y se le vio poco metido en el partido. Alba, excelente en ataque, sufrió con Solde atrás, Bellerín estuvo blando y a Eric se le vio muy falto de ritmo después de mucho tiempo sin jugar. Marcos se contagió del mal día de la defensa y regaló la acción del 3-3. Sólo se salvó Araújo.

Pero los males del Barça tienen que ver con algo más que con acciones individuales. Es algo sistémico. Como si se desnudase y quedase a mercé de su rival con el paso de los minutos. La pasó en Alicante, pero esta temporada también le ha sucedido en la segunda parte del partido de Champions contra el Bayern, en la segunda parte contra el Inter, la primera parte contra el Madrid después del 1-0. Incluso en partidos que no han acabado en derrota como el de Mallorca o Valencia ha pecado de los mismos problemas. Una muy mala señal para lo que se le viene en breve al Barça: el partido del Wanda, la Supercopa de España, el Manchester United… El Barça necesita convertir sus partidos en una unidad de 90 minutos. Jugar a arreones le puede solucionar alguna noche loca como la del miércoles ante un rival menor. Pero no parece un buen plan de futuro.

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