REAL MADRID-REAL SOCIEDAD Remiro estropea la mejoría

Un buen Madrid se estrella contra el portero de la Real, que le sacó tres mano a mano a Vinicius. Ceballos volvió a entusiasmar. Fantástico Kubo. El Barça se escapa a cinco puntos.

Luis Nieto
As
Hay pinchazos que no merecen disculpas. Si acaso, el reproche menor por la falta de templanza en el momento de la verdad. El Madrid jugó a lo grande, para ganar, mucho mejor de lo que lo ha hecho en la mayoría de sus victorias de esta temporada, empequeñeció a la Real, puso nervio, velocidad a la circulación y precisión en el pase. No fue suficiente ante un portero acertadísimo, Remiro, que le sacó tres mano a mano a Vinicius. Partidos así se marchan sin más explicación que el acierto ajeno, que no es consuelo cuando el Barça, jugando peor, anda ya a cinco puntos. El equipo de Imanol, aun inferior, también tuvo respuesta (especialmente de Kubo, que dejó el mensaje de que quiere volver). La tiene en todos los campos y en todas las circunstancias, algunas adversas, y eso le hace candidato a todo.

Media Real Sociedad sigue siendo mucho equipo. Incluso cuando un parte de bajas (nueve) se asemeja a un parte de guerra queda un grupo estupendo, capaz de sostenerle la mirada al campeón de Liga y de Europa. Vale también para Imanol Alguacil, que llegó a ingeniero desde bombero. A veces el fútbol enseña que es mejor conocer la casa que conocer el mundo. El Madrid tuvo pronto noticias de que enfrente había un rival de gran tamaño, capaz de discutirle la segunda plaza y lo que surja. A los 6′, Sorloth, un falso torpe, uno de esos delanteros que por grande no parece creíble, estuvo a punto de cazar un centro asesino de Aihen Muñoz cuando el cuadro de Ancelotti creía tener el partido en un puño.

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Las dos caras de Vinicius

La Real es un equipo de respuestas. Juntó a sus tres centrocampistas con Kubo, un japonés con vocación de brasileño, y dejó a dos puntas arriba para dar que pensar a un Madrid advertido por el derbi que entró al partido bajo los efectos de la bronca del descanso del jueves, porque tuvo una salida vigorosa. Especialmente Vinicius, que había pasado en los últimos tiempos del desenfado al enfado. Antes del primer cuarto de hora centelleó en área guipuzcoana, le tiró un caño a Zubeldia y remató a un palmo del palo. Se adivinaba una noche de baile y no de bronca. También Benzema estaba en esa onda. Llevaba 105 días sin marcar en el Bernabéu y, ya se sabe, a los goleadores se les nota mucho cuando tartamudean en el área. La portería ha acabado siendo su arco del triunfo, porque su otra vida, la de mediapunta disfrazado, no le generó tanto aprecio. Caminando sobre las brasas fue abriendo un claro en el área que no encontró luego rematador. Tampoco la Real andaba quieta en un partido entre gigantes. Un disparo cruzado de Illarramendi tuvo en vilo al Bernabéu.

A Vinicius se le fue este remate por un palmo.
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A Vinicius se le fue este remate por un palmo.Rodrigo JimenezEFE

Ancelotti había dejado en el banquillo a Modric tras los 120 minutos extenuantes de la Copa. Ya no le cuesta tanto desprenderse de él. Ha redescubierto a Ceballos, al que ha llegado más por eliminación que por convencimiento, pero la cosa funciona por la calidad del futbolista y porque se ha sacudido ese vicio de la conducción excesiva, incluso temeraria. Asociado con Kroos y Valverde, fue comiéndole terreno a la Real.

Cerca del descanso el partido ya era del Madrid, de lejos y de cerca. Lo mismo tiraban de artillería Kroos, Valverde o Ceballos, sin suerte, que Rodrygo, Benzema y Vinicius agitaban el área guipuzcoana con ese juego en corto que es arte mayor. No cuajó nada porque la Real también sabe actuar en defensa propia (es el equipo que más faltas comete en la Liga) y porque tiene un portero solvente, Remiro, siempre bien colocado, que le ganó por la mano a Vinicius un cara a cara. El Madrid no se llevó nada a la boca en la primera parte pero dejó una imagen de equipo recuperado del KO en la Supercopa.

Courtois también existe

Al grupo de Ancelotti aún le quedaba un cambio de marcha y lo metió en la segunda mitad. En cinco minutos bombardeó el área realista. Ante aquel pelotón se vio Remiro, que con las manos paró un tiro de Ceballos y con el pie, otro de Vinicius. Luego le adivinó un remate picado al brasileño. En agua se quedaron otros dos misiles, de Rodrygo y Valverde. El Bernabéu andaba ya enamorado de Ceballos, que tocaba todos los palos: el quiebro, el pase en largo, el toque en corto, el remate. Era el jefe del partido.

Remiro estropeó así la mejor ocasión del Madrid. Adivinó el remate picado de Vinicius.
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Remiro estropeó así la mejor ocasión del Madrid. Adivinó el remate picado de Vinicius.JUANJO MARTINEFE

Imanol cambió veteranos por reclutas. Salieron Brais y Oyarzabal y llegaron Robert Navarro y Pablo Marín para protegerse de la tormenta. La Real andaba guarecida en su área, superada por el juego de alta precisión de los blancos. Esta vez la pelota volaba. Atrás también había descuidos. Son inevitables cuando se mira tanto hacia adelante. En uno de ellos pudo marcar Kubo, con remate pícaro por el que no se dejó engañar Courtois. En otro se le fue el santo al cielo en el control. El belga volvió a estar vivo. Como más tarde lo estuvo de nuevo en un remate de Robert Navarro falto de colocación.

El partido, a esas alturas, era un festival. A Imanol se le rompió Elustondo, guardián de una banda que había tomado ya Camavinga. A Ancelotti le costó cambiar porque no había nada que le disgustara salvo el resultado. Si entraron Asensio y Modric fue para que no parara la música mientras Melero le perdonaba la segunda amarilla a Nacho y la roja a Imanol. Los recién llegados no mejoraron lo anterior y el Madrid, a falta de otra cosa, solo pudo celebrar que enero solo tiene 31 días y que solo hay un al año.

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