Pese a las masivas protestas en toda Francia, Macron insistió en que seguirá adelante con la reforma de pensiones
Más de un millón de personas salieron a la calle este jueves en todo el país. El gobierno francés presentará formalmente el lunes la propuesta de ley a la cual se oponen la mayoría de los partidos de oposición
Las huelgas nacionales afectaron gravemente el transporte, escuelas y otros servicios públicos en toda Francia.
El jueves en la noche, los sindicatos anunciaron más huelgas y protestas para el 31 de enero.
Después de la jornada de protestas, ocho organizaciones gremiales se reunieron y emitieron declaraciones anunciando sus propios planes para tratar de hacer que el gobierno se retracte.
Durante una conferencia de prensa en una cumbre franco-española en Barcelona, España, Macron dijo que “debemos hacer esa reforma” para “rescatar” el sistema de pensiones.
“Lo haremos con respeto, con espíritu de diálogo pero también con determinación y responsabilidad”, añadió.
Al tiempo que Macron daba sus declaraciones, la policía antidisturbios obligó a retroceder a manifestantes que lanzaban proyectiles al margen de una marcha en París que se realizaba mayormente de manera pacífica. La situación volvió a la normalidad rápidamente.
Según las nuevas normas, los trabajadores franceses tendrían que trabajar más antes de retirarse, ya que la edad básica para la jubilación subirá de los 62 a los 64 años. En un país con una población envejecida y una creciente esperanza de vida donde todo el mundo recibe una pensión del Estado, el gobierno de Macron afirma que la reforma es la única manera de que el sistema sigua siendo solvente.
Los sindicatos alegan que la reforma de las pensiones pone en peligro derechos muy peleados y proponen un impuesto a los ricos o que los empleadores aumenten su contribución en las nóminas para financiar el sistema de pensiones. Los sondeos apuntan a que la mayoría de los franceses se opone a la reforma.
Más de 200 marchas se realizaron en todo el país el jueves, incluyendo una masiva en París en que participarían todos los sindicatos importantes de Francia.
Jean Paul Cachina, de 56 años, un trabajador de recursos humanos, se sumó a la marcha en la capital francesa —algo nuevo para él.
“No estoy aquí sólo por mí”, dijo. “Estoy aquí para defender a los jóvenes y trabajadores que realizan trabajos exigentes. Yo trabajo en el sector de la industria de la construcción y soy testigo directo del sufrimiento de los empleados”.
Muchos jóvenes se encontraban entre la multitud de París, coreando “la juventud está protestando. Macron, estás acabado”. Los sindicatos de estudiantes de secundaria habían instado a sus integrantes a unirse a las protestas.
Nathan Arsac, de 19 años, estudiante y miembro del sindicato UNEF, dijo: “Tengo miedo de lo que va a pasar después. Podríamos perder muy rápido nuestros logros sociales. Tengo miedo del futuro cuando yo sea mayor y tenga que jubilarme”.
Sylvie Béchard, una enfermera de 59 años, dijo que se sumó a la marcha porque “nosotros, los trabajadores de la salud, estamos agotados físicamente”.
“Lo único que nos queda es manifestarnos y bloquear la economía del país”, añadió.
De momento se desconoce el impacto económico de las huelgas. Al gobierno le preocupa que una gran muestra de resistencia el jueves pueda alentar a los sindicatos a continuar con paros prolongados que podrían obstaculizar la economía justo cuando Francia lucha contra la inflación y trata de impulsar el crecimiento.
Los sindicatos policiales que se oponen a la reforma al sistema de pensiones también participaron en las marchas. Los agentes que estaban en servicio se prepararon para posibles incidentes violentos por si grupos extremistas se unían a las protestas.
La mayoría de los servicios de tren en Francia fueron cancelados el jueves, entre ellos algunas conexiones internacionales, según la autoridad ferroviaria SNCF. Aproximadamente 20% de los vuelos que salían del Aeropuerto de Orly de París se cancelaron y las aerolíneas advirtieron de retrasos.
Entre el 34 y el 42% de los maestros estaban en huelga, dependiendo de la escuela, según el Ministerio de Educación Nacional.
El gobierno francés presentará formalmente el lunes la propuesta de ley sobre las pensiones, la cual llegará al Parlamento el próximo mes. Su éxito dependerá en parte de la escala y duración de las huelgas y protestas.
La mayoría de los partidos de oposición, entre ellos de izquierda y ultraderecha, se oponen rotundamente al plan. La alianza centrista de Macron perdió su mayoría parlamentaria el año pasado, pero aún mantiene el grupo más importante en la Asamblea Nacional, donde tiene muchas posibilidades de aliarse con el partido conservador Los Republicanos para aprobar la reforma de las pensiones.
Los cambios propuestos suponen que las personas que hayan trabajado al menos 43 años tendrán derecho a una pensión completa. Los que no cumplan ese requisito, como muchas mujeres que interrumpieron su carrera para criar a sus hijos o aquellos que estudiaron durante mucho tiempo y empezaron a trabajar más tarde, la edad de jubilación se mantendrá en 67 años.
Quienes empezaron a trabajar antes de los 20 años y trabajadores con problemas graves de salud podrán retirarse antes.
El intento previo de Macron para aumentar la edad de jubilación generó huelgas masivas en 2019. Eventualmente, el presidente suspendió sus planes a raíz de la pandemia de coronavirus.
Las reglas de jubilación varían mucho de un país a otro, lo que dificulta las comparaciones directas. La edad oficial de jubilación en Estados Unidos ahora es de 67 años, y países de toda Europa han aumentado la edad de jubilación a medida que la población envejece y las tasas de fertilidad descienden.
Pero quienes se oponen a la reforma de Macron afirman que, bajo el sistema francés, las personas de antemano deben trabajar más años en general que en algunos países vecinos para poder recibir una pensión completa.
Muchos también consideran que el plan pone en peligro el sistema de bienestar social que es fundamental para la sociedad francesa.