OVIEDO 0 - ATLÉTICO 2 / Griezman pone la luz, Barrios la ilusión

El Atlético se clasifica para octavos de la Copa en Oviedo con un francés estelar y goles de Llorente y Barrios. Al Oviedo, serio, le faltó acierto.

Patricia Cazón
As
Fue después de aquel golpe en Oviedo que apareció Torres para sacar al Atlético de su agujero más negro, de lo más hondo de ese infierno llamado Segunda. Dos décadas más tarde, restaurado su brillo por el Cholo, regresaba el equipo rojiblanco a ese lugar del descenso para jugarse y alcanzar los octavos de esta Copa abrazado a una certeza: un nuevo Niño ha llegado. Y desde que irrumpiera Torres ningún canterano emocionaba tanto como éste, así. Pablo Barrios. Toda la ilusión es suya. La luz la pone Griezmann.

Y eso que el partido comenzó con susto para el Atleti, como si nada más respirar Oviedo hubieran regresado demonios. Ni dos minutos llevaba la pelota corriendo por el Tartiere cuando Oblak prolongó una pelota de Giménez hacia Hermoso. Error. Éste la perdió, claro. Viti, que estaba a su lado, tomó el regalo, y buscó a Obeng. Cuando en la grada asturiana comenzaban a entonar los acordes de Psicosis, y el delantero se pensaba cómo rematar, apareció la pierna de Witsel para atajar ambos de raíz. El Oviedo pronto había abierto la senda, sin embargo.

Cervera se guardó a Bastón de inicio pero no dejó de mirar de frente al Cholo. Martilleaba su equipo en el área de Oblak con juego directo, centros laterales y peligro. La banda de Carrasco y Hermoso era una autopista hacia Oblak para Viti. Los uys se iban acumulando alrededor de sus palos. Pero Obeng era solo fogueo: en el 14′ remataba solo un centro de Rama que se iba fuera por dos dedos. O uno y medio. Enfrente, solo Llorente parecía tener claro a qué jugar. Un Llorente titular en ese sitio en el que su moto rebosa gasolina, de interior, todo proyección. A su espalda estaba Nahuel, en una defensa que es como un queso gruyere: Hermoso es Hermoso, Giménez hace tiempo que no es Giménez y el mejor defensa era Witsel que en realidad no lo es. En el banquillo, esperaba el chaval, Barrios. La única carta para luego en un once del Cholo que sigue el mismo guion desde Soria: valiente y sin guardarse nada. Solo un trago largo de esta Copa salva el año.

Pero en los primeros minutos del Tartiere todo era azul. Mangel mandaba en el centro, Viti regateaba. El Atleti sobrevivía en la falta de puntería de Obeng, espeso y sin encontrar demasiado el camino a la puerta de Nadal. O Carrasco estorbaba o Lemar estropeaba o, cuando lo hacía, sus disparos se iban demasiado altos. Le sucedió a Morata. Le pasó a Llorente. Tuvo que ajustarse Griezmann la pajarita en la bota para que todo cambiara.

Porque si Cervera tenía a Obeng, Simeone tiene a Griezmann, y Griezmann es uno de esos futbolistas que todo lo pintan de rosa. La pelota siempre sale distinta cuando pasa por su pie. Como si la dotara de cerebro, materia gris, clarividencia, magia. Pasaba el reloj del 23 cuando el francés recibía de Nahuel un melón que convertiría en asistencia para Llorente: al primer toque elevó la pelota sobre los centrales como solo a los genios les puede salir. Llorente intentó patearle de volea pero el balón le botó delante y, mordido, voló con aire de vaselina a la red. El Oviedo levantaría el pie y el Atleti dirigió plácido el partido al descanso.

Y, de nuevo, Barrios

No esperó ni dos minutos Cervera tras el reposo para rellenar su punta con pólvora de verdad: fuera Koba, adentro Bastón. Iba de canteranos del Atleti. Ese hoy del Oviedo que pudo ser y no fue por un maldita lesión y este que lo llena todo últimamente, derribando la puerta partido a partido. Barrios entraba con Kondogbia a la hora y lo primero que hacía era levantar la cabeza, atisbar el desmarque de Nahuel y enviarle para allá el balón. Después, Morata no llegaría al pase. Pero todo el Tartiere seguía detenido en el antes. En ese envío en largo del chico. De locos. L-o-c-o-s.

El chaval es pura valentía y penúltimo pase. Y gol. Porque volvía a apretar el Oviedo cuando Barrios coronaba una triangulación rápida y al primer toque del Atleti. La inició Grizi, cómo no, la siguió Reguilón, que no deja de sumar buenos minutos, le asistiría Correa. 0-2. Al corazón de los demonios y a los octavos de esta Copa. Tenía que ser este Niño. Allí.

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