Los fantasmas de Ansu

El delantero perdió su oportunidad como titular ante el Espanyol y ni disparó a puerta. Su decisión de no pasar por el quirófano hace un año aún genera controversia.

Juan Jiménez
As
A Ansu Fati, el heredero del dorsal número 10 de Messi en el Barça, se le veía un esfuerzo casi extra a comienzos de esta temporada por aparentar felicidad en el campo. No era para menos, porque las lesiones le han atormentado demasiado en los dos últimos años. En un gran esfuerzo, reapareció a finales de la temporada pasada después de esquivar el quirófano por decisión propia. Eso fue después de una tensa reunión con Xavi, que quería que pasase por el quirófano en contra de la decisión del entorno de Fati, que descontento con todo lo que había rodeado la recuperación de su lesión de rodilla en 2020, se negó a operarse en Finlandia con Lasse Lempeinen y tuvo tiempo de jugar ratitos en los últimos partidos de Liga. La llamada de Luis Enrique en junio para los cuatro primeros partidos de la tercera edición de la Nations League fue una excelente señal. El asturiano pidió, además, que no se le tratase como a un jugador lesionado. Pero el caso luego es que no lo puso.

Esa sombra, haber decidido no pasar por el quirófano, persigue estos días a Ansu. No se le ve en plenitud. Es el ojito derecho de la afición, tiene un talento especial y todo el barcelonismo le va a esperar. Pero no está. Contra el Espanyol hizo un partido flojo. Contra un equipo que fue muy vulnerable en la primera media hora, apenas remató dos veces, ninguna a puerta. Perdió ocho balones y se fue frustrando solo, hasta el punto de ver una amarilla absurda. Tampoco ganó un balón al espacio en la segunda parte, demostrando que no tiene el punto de potencia adecuado. Seguramente, Ansu había despertado tantas expectativas en sus comienzos y tiene tanto talento que todos quieren ver al jugador distinto que en un chasquido cambiaba el partido. Tal vez todo tiene un proceso. Pero si es así, en este caso se está alargando. De Ansu, internamente, se aplaude su profesionalidad y sus ganas de mejorar y estar fuerte. Casi de manera obsesiva. Pero el caso es que, en este momento, los resultados de ese trabajo no se ven.

Ansu se había perdido 82 partidos en las dos últimas temporadas pero en esta, y aunque sea a ratos, ha jugado minutos en todos los partidos. Sólo en el partido del Reale Arena salió su magia a pasear y pareció ese futbolista distinto que fue pulverizando récords de precocidad. Salió de los planes de Luis Enrique para entrar in extremis en la lista. Parecía una buena señal, pero su papel fue irrelevante. Xavi quiso hacerle un guiño contra el Espanyol. Pese al perdón provisional a Lewandowski, le hizo el espacio al jugador de Guinea-Bissau para que, esta vez sí, se ganase la camiseta de titular. Pero, otra vez, pinchó. Hubo hasta cierto runrún en el campo. Xavi asegura que ha dado un paso físico adelante, pero habrá que ver si acompaña esas palabras de hechos. Es difícil imaginarlo titular en el Metropolitano y en la semifinal de la Supercopa. Tal vez, Xavi quiera darle otra oportunidad en la Copa en Alicante para ver si se enchufa y acaba de una vez con esos fantasmas que parecen perseguirle.

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