La dura carta de un grupo de prestigiosos científicos argentinos: “Las Fake News amenazan el fin de la pandemia de COVID-19″
Infobae accedió de forma exclusiva al escrito realizado por expertos nacionales, que se desempeñan en distintas partes del planeta, sobre los riesgos de la desinformación. Cuáles fueron los puntos más importantes
La carta completa de los científicos argentinos
Las “Fake News” amenazan el fin de la pandemia COVID-19. La vacunación es reconocida como la principal acción de salud pública realizada por el ser humano que ha conseguido disminuir de una forma drástica las enfermedades infecciosas transmisibles. Sólo la potabilización del agua corriente, que se considera un derecho básico de salud, supera a las inmunizaciones en la mejoría de la calidad de vida de la población humana.
Durante más de dos siglos, las vacunas han reducido de manera segura el flagelo de enfermedades infecciosas graves como la poliomielitis, el sarampión y la viruela, y han ayudado a la humanidad a evitar las secuelas de por vida de estas, como en el caso de la poliomielitis causante de parálisis infantil. Valga para esto recordar que en 1988 la humanidad padecía más de 350.000 casos estimados de poliomielitis y que es esta, actualmente, una enfermedad en vías de erradicación, con solo 6 casos reportados en el 2021. La viruela, sólo en el siglo XX, provocó unos 500 millones de muertes y se considera actualmente la única enfermedad humana erradicada gracias a la vacunación. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estimado que la vacunación contra el sarampión ha evitado más de 2 millones de muertes por año.
Es importante mencionar que en los últimos años la investigación en salud ha permitido lograr vacunas contra virus que pueden inducir diferentes tipos de cánceres, como la vacuna de Hepatitis B (protege contra la infección con dicho virus en un 98-100%, previniendo complicaciones y desarrollo de cáncer de hígado) y la del virus de Papiloma Humano (HPV) que previene infección con dicho patógeno y desarrollo subsecuente de tumores de cuello uterino, vulva, vagina, pene, ano y cáncer orofaríngeo.
A pesar de todos estos avances y logros, existen grupos minoritarios que se oponen a la administración de las vacunas de forma irracional y que, valiéndose de cuestionables argumentos científicos, distorsionan la verdad con argumentos apócrifos.
Estos grupos antivacunas que se observaron hace décadas tuvieron como paradigma al Dr. Andrew Wakefield, quien en un estudio de la revista Lancet asoció la vacuna del sarampión con el autismo. Luego de investigaciones exhaustivas se demostró que esa conclusión era sesgada y se le retiró la licencia médica por falsificar resultados. Andrew Wakefield es hoy un conocido antivacunas que desestima la pandemia.
En este contexto, el mundo continúa atravesando la pandemia COVID-19 provocada por el virus SARSCoV2 y que ya ha provocado, más de 667 millones de casos y superado 6.7 millones de muertes. Fue necesario realizar un enorme esfuerzo de la comunidad científica para desarrollar vacunas que disminuyeran la propagación de la enfermedad y la mortalidad causada por la misma.
Sin embargo, este enorme avance fue atacado de manera irracional y poco seria. Ante esto, los abajo firmantes declaramos nuestra preocupación por la ininterrumpida circulación de noticias falsas no fundamentadas que promueven la desinformación científica en medios de comunicación y redes sociales con referencia al virus SARS-CoV2, a la ocurrencia de la pandemia, a potenciales tratamientos que luego demostraron su ineficacia, y a las vacunas.
Las agencias regulatorias mundiales incluyendo las de Argentina, han generado protocolos muy estrictos que describen el procedimiento completo para el desarrollo y la aprobación de medicamentos y vacunas. Estos incluyen la valoración de la calidad, seguridad, eficacia (durante el período de ensayos clínicos) y efectividad (durante la etapa de vigilancia farmacológica) de las vacunas y fármacos, todos requisitos necesarios e indispensables para su aprobación como aptos para el mercado.
Estas investigaciones para el desarrollo de medicamentos y vacunas cumplen etapas rigurosas de eficacia y seguridad, tanto antes de su lanzamiento a la comunidad, como en estudios de seguimiento posteriores a la comercialización, para detectar la efectividad y la aparición de eventos graves no detectados en las fases previas.
El rápido desarrollo de vacunas contra SARS-CoV2, logrado en tan sólo 10 meses, e iniciado desde el secuenciamiento genómico del virus, fue paralelo al surgimiento de una tenaz campaña de información fraudulenta y errónea. Rápidamente comenzó la circulación de noticias falsas (“fake news”) difundiendo apócrifamente la idea de que las vacunas “alteran el ADN (material genético de las células) y son causantes de esterilidad”, o bien referían a curas “mágicas” con agua salada o inyecciones de lavandina. El film Pandemia, presentado on-line en mayo del 2020, presentaba una teoría conspirativa que rápidamente capturó millones de seguidores, negando entre otras cosas el beneficio del uso de máscaras/barbijos que cubren nariz y boca. Desde el comienzo de la pandemia, las “fake news” se multiplicaron rápidamente y actuaron como narraciones que omitieron información fidedigna o agregaron información falta de rigor científico a los hechos. Las falsas noticias en ocasiones, se generaron con el motivo de obtener algún rédito político.
El Instituto de Salud Global de Barcelona (IS Global, España), inició una investigación para combatir la desinformación sobre las vacunas contra la COVID-19. Los resultados de la investigación indicaron que, si bien algunas de las noticias falsas correspondían a teorías conspirativas (alegando que la pandemia fue planeada, que el diagnóstico por método de PCR ya estaba patentado, que había estudios previos sobre la proteína Spike, y que todas las vacunas habían sido aprobadas al mismo tiempo), muchas de las noticias falsas eran antiguos alegatos antivacunas reciclados (por ejemplo que las vacunas supuestamente contenían “metales peligrosos” como sales de aluminio, etilmercurio, microchips, etc).
ISGlobal también identificó dudas o información engañosa, por ejemplo, que la producción de estas vacunas requería el uso de células de fetos abortados. El proyecto ISGlobal concluyó que la desinformación es un problema universal que debe abordarse con una buena comunicación y una mejor honestidad intelectual.
Las nuevas tecnologías, el internet y las redes sociales, son herramientas indispensables en la vida moderna. Sin embargo, son estas mismas quienes contribuyen a la infodemia y la circulación de información fraudulenta y falsa. Una investigación del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) demostró que las “fake news” circulaban por Twitter con rapidez 10 veces superior y captaban una audiencia más amplia y más extensa en comparación con las noticias verdaderas.
¿Cómo combatir las “fake news”?
Debemos estar atentos a la fuente desde donde surge la noticia y visitar siempre sitios web confiables, como por ejemplo las páginas web de la OMS, de la EMA (Agencia Europea de Medicamentos), el CDC (Centro para el Control y Prevención de enfermedades de EEUU), FDA (la Administración de alimentos y drogas de los EEUU), Public Health England y/o UNICEF.
Los gobiernos desempeñan un papel clave, ya que deben proporcionar información oficial detallada, clara y transparente que resulte accesible, confiable y abundante, reduciendo así la desinformación.
Otra estrategia clave consistiría en bloquear el acceso a las noticias falsas que podrían aparecer al acceder a las plataformas de redes sociales. Facebook tiene un programa en curso cuyo objetivo es abordar esto, y queda por determinar si es exitoso.
A manera de ejemplo, una iniciativa de la OMS y la BBC llevó adelante la campaña “Stop the Spread” (detener la propagación). Las infodemias se propagan como la pólvora y crean un caldo de cultivo para la incertidumbre. Esta última alimenta el escepticismo y la desconfianza, que es el entorno perfecto para el miedo, la ansiedad, las acusaciones, el estigma, la agresión y la desestimación de medidas de salud pública probadas, lo que puede conducir a la pérdida de vidas.
“Stop the Spread” se lanzó en la televisión, el sitio web y las aplicaciones de BBC World entre mayo y junio de 2020, con el objetivo de educar e incrementar la conciencia pública sobre el volumen de información errónea acerca de COVID-19 y alentar a las personas a verificar la información, limitando así el daño y difusión de información falsa.
En este sentido, la disminución del número de casos de COVID-19 y mortalidad asociada a la enfermedad, hicieron evidente el rol efectivo de las vacunas, que son hoy por hoy la herramienta más importante para reducir los contagios y la enfermedad grave. Hay varias publicaciones científicas que demuestran que los individuos no vacunados presentan una mayor incidencia de la enfermedad, hospitalización y COVID prolongado, en comparación con quienes fueron vacunados.
Para concluir con la pandemia debemos enlentecer la transmisión del virus, lo que se logra con medidas de protección individual (barbijos y distanciamiento social), ventilación adecuada de los ambientes y vacunación.
A los efectos que estas medidas tengan alcance y aceptación universal, se requiere que la información científica precisa sea accesible para todos. Ayudar a distinguir “la realidad de la ficción” resulta entonces crucial. No existe una solución rápida para navegar este dilema digital, y requiere de todas las partes interesadas, incluidos los gobiernos, las empresas tecnológicas, los padres, las escuelas, las comunidades, los medios de comunicación y la sociedad misma.
La regulación del lado de la oferta de información es esencial, pero debe complementarse fomentando el pensamiento crítico entre los usuarios. Por último, queremos convocar a reflexionar sobre el exceso de información en esta pandemia, muchas veces errónea, aún de buena fe, lo que no ayuda en un contexto de pandemia, en especial cuando la vacunación es una herramienta clave para combatir esta enfermedad.