El Atleti solo sabe dispararse en el pie

Los rojiblancos empatan en Almería sentenciados por su falta de tino y sus errores atrás. Adelantó Correa, empató Touré.

Patricia Cazón
As
Ese gol que nunca subió al marcador cambió el partido para siempre. Porque antes de que esa pelota surgiera de la bota de Llorente buscando red, el Atleti era el equipo que mandaba y dominaba en la hierba y el luminoso. Porque después fue un galimatías, enredado en los miedos del Cholo y sus pasos atrás, tan endeble que se ha convertido en una caricatura de sí mismo, siempre estampado en un muro que ya no es el suyo, el contrario. Tristemente. Clara-mente.

Saltaba Simeone sin João para combatir sus otros muchos problemas. Que la tarde era clara en Almería, bajo ese sol de invierno que es su propia temporada: puede alumbrar pero no calienta. Para los rojiblancos no solo Barça y Madrid están lejos, es que la Real se escapa. Y persiguiendo su halo salieron los del Cholo, ante un Almería sólido aunque le cediera el el balón como quien te regala una granada. Si Witsel apuntalaba esa defensa sin Giménez ni Savic junto a un Hermoso, Reinildo y Nahuel que la hacían inédita, era el último el que sobresalía en un área y la contraria, barriendo, buscando. Ordenado 4-1-4-1, el Atleti le arrancó la anilla al regalo de Rubi al primer disparo.

Un 4-1-4-1 que potenciaba la zancada de Llorente y en el que Grizi hacía y deshacía. Capotazo aquí y allá, atrayendo por dentro y escapando por fuera, generaba juego a la espalda de Samu. El Power Horse era un jardín. Pronto Correa se unió. Ese Correa que, sin João y sin sustituto de momento, apareció con su ímpetu sobrenatural para cambiar las cosas: llevaba la anilla en los dientes cuando en la red de Fernando sonó el booom. Le coló el balón entre las piernas, ese que Grizi le sirvió sin tocarlo, solo moviéndose para dejarlo pasar. Lo del francés no es solo el brillo, es lo que le faltaba a João: la regularidad.

Pudo agrandar el Atleti la herida quince minutos más tarde. El Almería aún mirándose el golpe y Llorente corre que corre por la banda, dejando sendas y rivales caídos. Lideró primero un contragolpe que pasó por Lemar antes de estropearse en Correa. Envió después un zapatazo desde la frontal que volaba como bala de plata directa a la red. Pero a Kondogbia se le ocurrió meter la puntera al final para no se sabe muy bien qué. Quizá para apuntársela. Quizá porque no vio que ya entraba sola. Estaba en fuera de juego. Y ese gol que nunca subió al marcador, el 0-2, terminaría siendo un disparo en el pie. Simeone salió de inmediato de su banco con la cantinela de siempre. “Cinco-tres-dos” dibujó con las manos para desconectar él mismo a su equipo. El Atleti dio un paso atrás. El Almería, dos adelante.

Avisó primero Akieme, después Embarba y Baptistao, pero sería a la cuarta cuando Robertone le sacó las costuras a Witsel con un centro lateral: El Bilal Touré lo embocó con un cabezazo. 1-1. Los miedos del Cholo le escribían su carta a João. “Por aquí todo igual”. Adjuntaba una foto de estos minutos. Llorente apagado, el Atleti hecho un galimatías, atorrijado y bizqueando con el aire quejoso de una resaca en domingo. La arrastra desde hace dos años. Y no se pasa, y no se termina.

Sin orden, sin tino

Cuando el partido regresó, el Almería seguía teniendo la energía. Simeone trató de recuperarla con Barrios. Koke, lentísimo, se quedaba fuera, algo cada vez más habitual. Pero ayer ni el chaval. Tantos pasos atrás había dado el Atleti. Robertone servía, El Bilal Touré bailaba con peligro en cada internada. Reinildo achicaba, salvaba en la línea. Cuando llegaron refuerzos, el Atleti demostró que le mata su falta de tino.

Con contras a un lado y otro, Fernando lucía gachetobrazo. Por dos veces le negó el gol a Morata, una a Correa y otra Grizi. Mérito sus paradas, demérito esa falta de puntería rojiblanca que empieza a tirar de los pies hacia abajo en la tabla. Terminaría el partido con Felipe, roja a Reguilón en 4′ y la sensación de fracaso en la boca a pesar del punto que maquilla. El revivir pos-Qatar era mentira. Ya se fue, ya pasó, como João. La temporada para el Atleti sigue siendo una fauce abierta. Clara-mente. Peligrosamente.

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