Cuatro magníficos
Madrid y Barça se aferran a su ‘1′ y su ‘9′ para asaltar la Supercopa. Courtois-Benzema y Ter Stegen-Lewandowski, las recetas del éxito.
Benzema, enrabietado y en racha
Benzema (35 años) tenía un misión clara en 2023, archivar su áspero ocaso de 2022. Los problemas y, sobre todo, su polémica salida del Mundial por una lesión menor, con Deschamps como ejecutor, que le hubiera permitido estar más que listo para las eliminatorias, le han inyectado en sangre los ojos. Va por buen camino y ha recuperado la fórmula del gol. Cuatro de los cinco tantos blancos desde el reestreno posQatar, llevan su firma. El quinto fue cosa de Rodrygo, pero Karim no estuvo ante el Cacereño. Doblete al Valladolid (0-2), el tanto blanco en el patinazo contra el Villarreal (2-1) y el gol contra el Valencia en la semifinal supercopera. Y en la tanda contra los de Gattusso, también acertó.
Karim está recuperando su versión Balón de Oro y dejando atrás al jugador más terrenal de inicio de curso. A Pucela llegó como cuarto goleador del equipo y en apenas tres partidos ha pasado a Rodrygo y Valverde y ya ha dado caza a Vinicius, con quien comparte pichichi blanco con diez goles. Si bien no ha logrado alcanzar el nivel dorado de la temporada pasada, mantiene regularidad física y ha conseguido demostrar que le queda carrete. La Supercopa es el primer gran escenario donde plasmar que los tambaleos son parte del baúl de los recuerdos. Y, además, cuenta con un plus, en la competición se mueve como tiburón en el agua: ha marcado en sus últimos cinco partidos disputados. Mañana, visualiza el sexto...
Y el cuarto en la Supercopa al Barça, tercero de manera consecutiva. Cerró el 2-0 de la vuelta de 2018 (en la ida, los blancos ganaron 1-3 en el Camp Nou), cuando aún perduraba el formato anterior, y la temporada pasada asistió a Vinicius en el 0-1 y se apuntó el 1-2, en un choque que decidiría Valverde en la prórroga (2-3). En total, son 12 los goles, acompañados de 10 asistencias, que ha logrado Benzema contra los azulgrana, el rival al que más veces se ha enfrentado en su carrera (42 partidos). En el 43º tiene el reto de liderar al Madrid al primer título del 2023, segunda muesca al anhelado Sextete.
Lewandowski, con el póker de 2013 en la memoria
Los números de Robert Lewandowski (21-8-1988, Warszawa) son sencillamente apoteósicos en su primera temporada en el Barça. El polaco ha marcado 19 goles en 21 partidos y justifica en el césped el esfuerzo que el club azulgrana realizó el pasado verano, cuando Joan Laporta, apoyado en su excelente relación con el intermediario Pini Zahavi, consiguió su fichaje por 45 millones de euros, una cifra elevada si se advierte que el jugador terminaba contrato con el Bayern en junio de 2023, pero que estará bien empleada si, al fin, el club recupera la senda de los títulos.
A Lewandowski, que aterrizó en julio directamente en Fort Lauderdale, donde el Barça hacía la pretemporada en Estados Unidos, le dio tiempo a debutar en el Clásico de Las Vegas. El Barça ganó pero él no marcó. Tampoco en el Bernabéu, donde sí participó en el gol de Ferran. Demasiado poco para una estrella como él que vino a ganar partidos así. Este domingo jugará su tercer Clásico contra el Madrid soñando con una noche tan memorable como aquella que tuvo en Dortmund en 2013, cuando le hizo cuatro goles a los blancos.
Sancionado en Liga, donde aún le restan dos partidos de sanción por cumplir, Lewandowski se exprimirá en Riad para levantar su primer título con el Barça. Contra el Betis no estuvo fino con el balón durante el partido. Pero si se queda un momento libre, no perdona. Firmó el 1-0 y luego hizo el 2-1 casi al final, ‘boicoteado’ por el fuera de juego automático después de un control y una definición de ensueño. Mañana tiene un triple duelo. Ser mejor que Benzema, que Courtois, y levantar su primer título con el Barça.
Courtois y un reto clásico
Como si de un déjà vu se tratase, Thibaut Courtois volvió a expandirse en un partido en el que el Real Madrid caminó sobre el alambre, sin red bajo sus pies en caso de resbalón: ante el Valencia, en las semifinales de la Supercopa de España que tiene lugar en Riad (Arabia Saudí), el belga se hizo inmenso para sacar adelante una mala actuación global del Madrid, sobre todo de segundo tiempo en adelante. Fueron apenas dos paradas, pero ambas de mérito: en la primera, despejó un cabezazo de Cavani; y sobre todo, en la segunda blocó con su cuerpo el chut de Fran Pérez en el mano a mano durante la prórroga, una ocasión que, en caso de materializarse, habría sido prácticamente jaque mate para los blancos. Y de propina, en la tanda de penaltis le detuvo a Gayá el tiro que terminó de decantar la balanza de la eliminatoria.
No fue una exhibición a la altura de aquella en la final de la Champions League ante el Liverpool, en la que realizó nueve paradas, algunas de muchísimo mérito (entre ellas, una a Salah clavada a la de Fran Pérez). Pero le valió para salir del duelo contra el Valencia designado como el MVP de la semifinal, una distinción que eligen Luis de la Fuente, seleccionador nacional, y Albert Luque, director de la Selección.
La designación como mejor jugador llevó aparejada su aparición en la sala de prensa; ya había comparecido en la previa, junto a Ancelotti. Explicó, una vez más, que los problemas de ciática que sufrió a inicio de curso son cosa del pasado y que vuelve a sentirse en plenitud, de lo que el Madrid se beneficia: “Hemos solucionado el problema, me siento muy bien”. A la vez que se reveló como un estudioso de los lanzadores rivales en las tandas, una cualidad que puede valer su peso en oro en la final de mañana ante el Barcelona.
En el Clásico del King Fahd Stadium, Courtois tiene un reto: dejar la portería a cero, algo que ha logrado sólo en dos de ocho ocasiones desde que juega para el Real Madrid; en total, sumando su trayectoria con Atlético y Chelsea, son cinco ocasiones de 21. En resumen, Courtois encaja gol en el 75% de sus duelos ante el Barcelona y llega a este, el primero para él este curso (en el Bernabéu jugó Lunin por los problemas físicos del belga), con el reto de cerrar la puerta mientras el Real Madrid trata de curar sus problemas y dudas de mitad del campo hacia arriba.
Ter Stegen, otra vez de acero
Ter Stegen ya lo había hecho una vez. En la Supercopa de la pandemia, en Córdoba, metió al Barça en la tanda de penaltis en la semifinal contra la Real. El Athletic, sin embargo, dejó aquel trabajo sin título. Esta vez, en Riad, el alemán de 30 años no quiere que pase lo mismo. Han vuelto los grandes días de Ter Stegen, que en la era Valverde llegó a acumular un porcentaje de acierto de paradas del 76%. Fue entonces cuando el tendón rotuliano de la rodilla derecha le comenzó a fallar. En el verano de 2020, después del humillante 2-8 del Bayern, fue operado por el doctor Ramon Cugat, pero la cosa no mejoró (el porcentaje de paradas con Koeman llegó a bajar a un 62%) y un año después renunció a la Eurocopa y viajó a Suecia para ponerse en manos del doctor Hakan Alfredson. La recuperación no fue inmediata y ha requerido de meses y de decisiones cerebrales como la de renunciar en junio a partidos de la Nations League. Ter Stegen aprovechó para hacer unas vacaciones largas en las que, como contó El País hace unos meses, se perdió en su casa de Ibiza con su mujer Dani y su hijo Ben, hizo un viaje por el sur de Francia y aprovechó para practicar yoga. La mente se liberó y, con ella, el cuerpo.
Ter Stegen lleva una temporada espectacular. Ha dejado su portería a cero en el 75% de los partidos en Liga, donde apenas ha encajado seis goles en 16 partidos. Contra el Betis este jueves en Riad, realizó hasta cinco paradas, alguna de ellas espectacular (a Luiz Henrique) y paró dos penaltis que metieron al Barça en la final. “Se merecía el MVP del partido mucho más que yo”, dijo Pedri ruborizado.
Con contrato hasta 2025, Ter Stegen pasó de ‘exigir’ cobrar como uno de los mejores porteros del mundo (él consideraba en 2019 que Alisson, Oblak y él formaban ese podio) a ver cómo el Barça le pedía que rebajase su salario. El alemán ha contestado con profesionalidad y Xavi lo ha ascendido a cuarto capitán después de la marcha de Piqué. Preocupado porque se le vea como un tipo normal (en Barcelona sus primeros años en el barrio de Gràcia le hicieron popular) y unido en el vestuario a futbolistas como De Jong o Lewandowski, y al entrenador de porteros (‘Dela’), Ter Stegen quiere gloria personal este año: su primer trofeo de portero menos goleado de la Liga. Pero sobre todo quiere títulos colectivos.