Courtois vale una final
El meta belga lleva a un Madrid menor a la final tras la tanda de penaltis. Mamardashvili había sido antes el héroe de un aplicadísimo Valencia.
El once del Madrid resultó un acto de contrición. Ancelotti rediseñó la defensa, por obligación, para meter dos canteranos nacionales, Lucas Vázquez y Nacho, en los laterales. Una medida de excepción para mitigar la sangría de goles y la alarma social creada por un primer Madrid sin españoles. También un reconocimiento a suplentes ejemplares, que callan si no juegan y no fallan si lo hacen. El sueño de cualquier técnico. También se reservó a Modric para la final, cuyo talento aconseja ya ser ofrecido en cómodos plazos. No habrá Bellingham capaz de llenar su vacío el día que se marche. Con Camavinga en su puesto, voló de palo a palo. El francés es un Fórmula 1 por domar. Le falta el quid de la cuestión en el fútbol: saber elegir, saber cuándo salir y cuándo quedarse, saber cuándo arriesgar y cuándo contenerse (mereció una segunda amarilla al borde del descanso), saber cuándo conviene el adagio y cuándo el vivace. Para aprenderlo están los partidos y hasta ahora solo tiene ratitos. Con él le espera trabajo Ancelotti.
Esta vez el paso atrás lo dio Gattuso, doblando la guardia en la banda de Vinicius. Por ahí llega el 42% de los goles del Madrid. Así que la cosa quedó en Correia más Lato en esa banda. Así, reordenó el equipo un 4-4-2, con Kluivert en la izquierda y Samuel Lino junto a Cavani arriba. El plan, quedó claro, era esperar. No hay demasiadas armas para otra cosa frente al campeón de Europa.
Un arreón breve
El del Madrid no fue un dominio fingido, sino un asedio inicial en toda regla, con presencia frecuente en el área de Mamardashvili. Y con oportunidades. La mejor, en una diablura de Benzema, la suma de una bicicleta más un caño para deshacerse de dos defensores. El pedaleo acabó con un disparo alto. El francés llegó esta vez con el Balón de Oro bajo el brazo: se retrasó para poner orden, avanzó para poner remate.
Ante aquello, el Valencia practicó una especie de ayuno intermitente. Alternó sometimiento y respuesta verdadera. Superado el acoso, en apenas dos minutos tuvo el primer gol. Primero, en un cabezazo sin demasiada fe de Cavani, y después, en una llegada clarísima de Lato que abrochó con un piscinazo censurable. Breve pero intensamente el partido se instaló en el área del Madrid.
El equipo blanco echaba de menos a Rodrygo y Vinicius, que tardó media hora en aparecer. Lo hizo para ganarle a medias un esprint a Correia. Le superó en la arrancada y fue alcanzado en el remate. El equilibrio se rompió sin aviso previo. Bastó un pase largo de Militao, madrugó Benzema en el despegue y fue derribado por Cömert cuando armaba la pierna para disparar ya muy dentro del área. Un penalti claro, transformado por el francés, producto de un lance aislado, cuando el Madrid había perdido el brío inicial.
Al límite
La segunda parte trajo a Modric. Camavinga se había ganado la roja, le había perdonado Hernández Hernández y Ancelotti no quiso tentar más al mal ojo del árbitro. El croata se encontró el partido en la casilla de salida, porque en la primera jugada tras la reanudación marcó el Valencia. Lato centró cerrado de zurda desde la derecha y su intención solo la adivinó Samuel Lino en el segundo palo, con Lucas Vázquez a por uvas. Un remate de espinilla valiosísimo. Un futbolista que agradará mucho en el Metropolitano la próxima temporada.
El gol le fue estupendamente al Valencia, muy bien dirigido por Musah y André Almeida. Le entregó menos terreno, menos balón y menos opciones a un Madrid que no iba ni venía. Sufría poco porque así lo decidía Militao y producía poco porque tenía cegadas las bandas y porque Valverde ha vuelto sin empuje de Qatar. Solo Kroos (veremos cuándo se le pasa la chifladura de la retirada) mantenía el tono. Hasta Benzema, que entró con la idea de llevar al bandera del equipo, se tomó un respiro.
En seis minutos, el Madrid perdió dos defensas: Lucas Vázquez, con una torcedura en el tobillo, y Militao, mareado tras recibir un balonazo. Dos golpes más sobre una zona ya muy golpeada. También cayó Samuel Lino. Con el Valencia exhausto, el equipo de Ancelotti tuvo un último arrebato para evitar la prórroga. A dos minutos del final construyó la única jugada potable de la segunda mitad. Benzema cabeceó alto el centro de Valverde. En el descuento, a Vinicius, que había espabilado, se le fue el gol en un mano a mano con Mamardashvili. Y el meta del Valencia le sacó también un buen remate en el tiempo extra. Más tarde repitió ante Kroos. Y muy cerca del final el milagro fue de Courtois, ante Fran Pérez. Una parada descomunal, antesala de los penaltis. En la tanda detuvo uno, que sumado al que Cömert mandó a la grada, hicieron finalista a un Madrid que le debe otra al belga.