Boca: los tres puntos positivos y los tres negativos de la primera imagen del equipo de Hugo Ibarra en 2023
Casi sin caras renovadas, mostró un nivel irregular, como había terminado en 2022: “Nos vamos a encontrar a medida que tengamos más partidos”, aseguró el DT
En esta primera marcha fueron mayores las cuestiones negativas repetidas del año pasado que las sonrisas que aportaron otros pequeños aspectos. “Nos vamos a encontrar a medida que tengamos más partidos”, aseguró Hugo Ibarra. Su conjunto apunta al torneo, pero el objetivo mayor es el comienzo de la Copa Libertadores, en abril.
Si Boca pudo ser competitivo –y campeón- con tantos problemas internos, futbolísticos y físicos, el equipo puede engrosar su ilusión si consigue arreglar las falencias que arrastró en sus primeros 90 minutos. Se insiste: fue el reencuentro y el tiempo para crecer sobra.
Lo concreto es que al equipo azul y oro le faltaron ideas, chispa y profundidad. Incluso, en cada sector hubo un debe: los primeros 20 minutos de la línea defensiva fueron con inseguridad y desorden; sin sociedades en el medio campo, el juego nunca arrancó; y el ataque no generó situaciones claras de gol.
De hecho, como segundo punto en contra, todo volvió a depender de lo que pudiera hacer Sebastián Villa en el costado izquierdo. Sí, son palabras que ya se han leído en otros momentos que, incluso, exceden lo visto en 2022. Entonces, el temor en los hinchas por mantener esa identidad que se simplifica en jugar hacia el colombiano sin siquiera levantar la cabeza, empieza a aparecer livianamente.
Apenas una chance ante Independiente
En esas condiciones, el N°22 puede tener un partido fantástico: así es como, por ejemplo, viene de ser el mayor asistidor y el segundo goleador del equipo el año pasado. O uno como el del sábado, centrando mal y rematando muy desviado. Apenas se destacó por generar una expulsión y la chance que cedió a la cabeza del ingresado Oscar Romero, que desperdició la única ocasión que generó Boca... a los 83 minutos.
Ibarra decidió iniciar este nuevo trayecto con un once que tuvo algunos suplentes, una “primera” oportunidad para dar una imagen mejorada. No ocurrió con Norberto Briasco ni con Nicolás Orsini, dos delanteros que anotaron tres goles con la camiseta de Boca y no se mostraron trascendentales desde sus arribos a mitad de 2021. En San Juan pasaron tan inadvertidos como Juan Ramírez: con sus aceleraciones, que se cortan rápido con faltas o su propia decisión de tirarse, no termina de transmitir si es un jugador importante o uno de partidos puntuales.
Villa generó la expulsión de Bareto
Tampoco rindieron Facundo Roncaglia y Agustín Sandez como centrales, aunque tanto esos nombres como la zaga en sí merecen un asterisco: sin Marcos Rojo por varios meses más (rotura de ligamento cruzado), la salida de Carlos Zambrano, continuas molestias en Gabriel Aranda y el reciente desgarro de Nicolás Figal, los centrales vuelven a ser un inconveniente para Ibarra. Aun así, ambos tenían una prueba y no se mostraron firmes ante los avances rivales en el inicio.
Entre los puntos positivos
Eso sí: volvieron las bicicletas, los amagues, la sonrisa de quien vuelve a jugar como le gusta y siente. El retorno de Exequiel Zeballos para disputar los últimos diez minutos fue lo mejor de Boca en el clásico. “Changuito” volvió a jugar tras la grave lesión que le ocasionó Milton Leyendecker en agosto último, cuando el zaguero de Agropecuario le proporcionó una brutal patada.
“Que sea lo que Dios quiera, ja. A seguir disfrutando y trabajar día a día. Román [Riquelme] me decía que esté tranquilo para volver a disfrutar de jugar a la pelota, que es lo que él quiere de mí”, se alegró el santiagueño, que además de agradecerle a sus cercanos e integrantes del club, habló del amor que recibe de los hinchas y dejó una frase que genera una buena sensación: “Me dan cariño por demás. No soy nadie todavía y eso me hace saber que tengo que trabajar para darles alegrías”. Zeballos tiene los pies en la tierra y sueña con títulos importantes vistiendo la camiseta xeneize.
Otra noticia positiva fue Agustín Rossi. En horas en las que la cabeza parece estar más en su probable arribo a Flamengo, ya sea en los próximos días o en julio, sus manos siguen cubiertas por guantes responsables del arco boquense. De los tres remates recibidos en los 45 minutos que disputó (el resto los atajó Javier García), uno solo necesitó de sus reflejos y él respondió como últimamente lo hace.
El ingreso de “Equi” Fernández, tras la cesión en Tigre, para empezar a reemplazar a Alan Varela (está suspendido para el debut de la Liga Profesional ante Atlético Tucumán), es algo que los hinchas deseaban hace tiempo. “Mirá que estamos esperando que vengas, eh”, le había dicho Sebastián Battaglia cuando todavía era entrenador del club y enfrentó al Matador: no pudo recibirlo él, pero Riquelme, el Consejo de Fútbol e Ibarra son los que extendieron los brazos para la nueva bienvenida, esta vez con una aparente seria consideración.
Volvió Boca. En la misma forma en la que se había ido a descansar (con un funcionamiento irregular en sus últimos partidos de 2022), pero sabiendo que es tan solo el primer paso de un año en el que los objetivos son más fuertes.