Así fue la carrera de Gareth Bale en el Real Madrid: títulos, goles clave, lesiones...
Sus ocho temporadas tuvieron destellos y mucha oscuridad: ganó cinco Champions y se pasó 668 días en la enfermería. Un jugador que convirtió la llama del debate en un incendio
Las luces: de Bartra... a un penalti ‘cojo’
Incluso en su última temporada, probablemente la más amarga e incómoda para todas las partes (pese a no contar, insistió en acabar su contrato y jugó más con Gales, 324′, que con el Madrid, 283′), quienes lo renegaban reconocían públicamente que como futbolista era un prodigio. Que el ‘problema’ no estaba en su fútbol. Y la hemeroteca lo avala con varios cromos inolvidables. El primero y probablemente más chocante, su carrera con Bartra para ganarle una Copa del Rey al Barcelona. Arrancó por la banda de Mestalla, se abrió de manera abrupta y, ante el estupor de todos, demostró el porqué del mote ‘el Expreso de Cardiff’. Corrió, corrió, corrió y marcó. Una jugada histórica.
Luego vinieron más, con epicentro en las finales de Champions. En la Décima fue el autor del cabezazo que firmó la remontada y en la Undécima, pese a estar completamente ‘cojo’, quiso tirar un penalti en la tanda y batir a Oblak. Dar un paso al frente en un momento que empujaría a cualquiera hacia atrás. Pero su mejor con el Real Madrid pudo ser, sin problemas, en la Decimotercera: una chilena desde el corazón del área para sentenciar al Liverpool. El galés alzó cinco Champions con el Real Madrid, los diamantes de un palmarés espectacular: tres Ligas, tres Supercopas de España, tres Supercopas de Europa y cuatro Mundiales de Clubes (en el de 2017-18, máximo goleador). Fue un ídolo, un mosquetero en la histórica BBC. En el Real Madrid disputó 258 partidos oficiales (es el 52º, por delante de Figo o Zidane), marcó 106 goles y dio 67 asistencias.
Las sombras: espantadas, pancartas...
Pero en la etapa final de su carrera, le envolvió la controversia. Probablemente lo más recordado y lo más grave fue cuando, tras un partido con Gales, posó con una pancarta de una enorme carga ofensiva hacia su club: “Gales. Golf. Madrid. En ese orden”. En la imagen, él, sosteniéndola y riendo a carcajadas. Dejó herida en el madridismo, que desde entonces dejó de acogerlo como uno más. El 9 de abril de 2022 jugó sus últimos minutos en el Bernabéu (16′, ante el Getafe): la afición lo recibió con una sonora pitada tras dos años sin verle y él respondió riendo con sorna. No hubo más, no volvió a vestirse de corto en Chamartín. El estadio del que durante muchos meses estuvo yéndose antes del pitido final (cuando no estaba convocado), pese a que el resultado estuviese ajustado. Se acostumbró a marcharse con los partidos en juego.
Tampoco gustó ni en el club ni en la afición cuando, en el fútbol pospandemia (donde ya no era titular), simuló estar dormido en el banquillo poniéndose una mascarilla en el rostro. Todo, en pleno envite frente al Alavés. Nunca llegó a mostrar un verdadero interés en aprender el idioma: pese a pasarse casi una década en España, no quiso aprender español. Tampoco hizo por integrarse en los grupos: desde el vestuario se cuenta que o no acudía a las cenas de equipo, o lo hacía para marcharse tan pronto, que no le había dado tiempo ni a comer. “Él siempre se acuesta a las 23:00h”, era la excusa. Como más ejemplos, su risa a carcajadas cuando el equipo perdía 0-2 ante el Betis, su corte de mangas en el Metropolitano o cuando emuló usar prismáticos en Los Cármenes.
Parte médico: 32 lesiones y mucha opacidad
Y pese a todo lo expuesto, probablemente el quid de la cuestión esté aquí, en la enfermería. En el apodo del “crack de cristal” que recibió por el cúmulo de lesiones que sufrió. Como jugador del Real Madrid, el número es 32. Desde la primera, el verano de su fichaje, hasta la última, unas “molestias en la espalda” minutos antes de un Clásico. Pese a ello, al día siguiente viajó a Gales. Y es que la sensación de que las dolencias desaparecían mágicamente cuando se acercaba un parón internacional sobrevoló durante mucho tiempo el Bernabéu. Incluso hoy en día, si saliese el tema, seguiría haciéndolo.
Por orden del jugador, el club dejó de emitir partes médicos sobre sus molestias. Cuando quedaba KO, la manera de enterarse era por confesiones en rueda de prensa o por incomparecencias, directamente. La opacidad en torno al asunto fue máxima. En resumen: el jugador se perdió más de 130 partidos oficiales con el Real Madrid por culpa de las lesiones y se calcula que estuvo 668 días en la enfermería (casi dos años). El gran lastre de un talento al que la polémica rodeó durante su etapa final, enturbiando un palmarés de matrícula de honor. Las dos caras de un futbolista que hoy, deja de serlo. Cuelga las botas. El ‘Expreso de Cardiff’, se para.