Pelé, un prodigio que había que verlo para creerlo

CARLOS CARPIO, Marca

La televisión se inventó a tiempo para que el mundo viera con sus propios ojos el prodigio de Pelé. Gracias a que en 1953 se había creado Eurovisión, cinco años después los aficionados al fútbol pudieron contemplar (en blanco y negro y en diferido) lo que ocurrió el 15 de junio de 1958 en el estadio Nya Ullevi de Gotemburgo. Porque las palabras del seleccionador ruso Katchalin no acertaban a explicarlo: "No puedo creer que esto que he visto hoy sea fútbol. Estoy realmente asombrado, jamás vi un juego tan hermoso. Deberíamos buscar otra palabra para definir con mayor exactitud lo que hacen". Un niño de 17 años llamado Edson Arantes do Nascimento acababa de presentarse en el Mundial de Suecia'58 con una selección de Brasil que jugaba a otra cosa. Desde ese día el fútbol ya no volvería a ser igual.

La irrupción y ascensión al olimpo de Pelé y el 'jogo bonito' que desplegaba junto a Garrincha, Didí y Vavá fue meteórica, avasalladora. A Rusia la sorprendió, a Gales le marcó su primer gol, en semifinales liquidó a Francia con un hat-trick y en la final ante Suecia, el equipo local, marcó uno de los goles que forman parte de la iconografía del fútbol: le hizo un sombrero a Gustavsson dentro del área y sin dejarla caer al suelo fusiló al portero. Golazo. Haría otro de cabeza para cerrar una final que tras el 5-2 acabó con un guión hoy impensable: el derrotado público sueco aplaudía emocionado y Pelé lloraba sobre el hombro del meta Gilmar. Primer Mundial para Brasil. Había nacido un mito.

Doce años después de aquello el mundo entero ya le conocía y le admiraba pero, como sólo con capaces de hacer los mejores magos, volvió a asombrar al planeta. Hablamos de PELÉYLABRASILDEL70. Léase así, en mayúsculas y de carrerilla. Porque así es como jugaban aquellos demonios vestidos de amarillo, combinando talento, fantasía, belleza, diversión... El mito del fútbol brasileño alcanzó su máxima expresión en el Mundial de México con un fútbol como nunca se ha vuelto a ver. 'O Rei' inventaba maravillas en cada partido: su engaño al portero uruguayo sin tocar el balón, su casi gol desde el centro del campo a Checoslovaquia... Era una fiesta constante, una sinfonía donde Gerson, Tostato, Rivelino, Jairzinho y Carlos Alberto ponían su desbordante calidad al servicio del grupo, en lo que constituyó el primer esbozo del fútbol total. Así conquistó Brasil su tercera Copa del Mundo en 12 años y así conquistó Pelé el corazón de los aficionados de todo el planeta.

Pero ni sus tres Mundiales, ni sus más de mil goles con el Santos, el Cosmos y Brasil, ni sus incontables premios y galardones dan la medida exacta de un Pelé que, si no fue el futbolista más completo (Di Stéfano), sin duda era el más espectacular y el más innovador. Simplemente 'O Rei'.

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