Los Bulls tienen las horas contadas

Los pésimos resultados de Chicago en este inicio de temporada invita a un cambio drástico en las próximas semanas

Javier Molero
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En Illinois las cosas no van bien. La buena temporada (de menos a más) que nos dejó Chicago invitaba al optimismo, a pensar que, de una vez, las cosas podían salir bien en el United Center. DeRozan y LaVine encajaban a la perfección, Vucevic se hacía fuerte en la pintura y los secundarios aportaban pequeñas dosis que creaban un gran equipo. Los primeros meses de la 2022-2023 han mostrado que aquel nivel era un espejismo.

Lo que hasta hace unos meses parecía descabellado, hoy es normal. La idea de traspasar tu bloque de estrellas (donde se encuentran los tres anteriormente mencionados), cobra fuerza conforme pasan las jornadas. Un equipo sin alma, sin identidad. Quizá haya que mirar al banquillo, pero estos problemas van más allá de una sola persona.

Billy Donovan fue el mismo que estaba a los mandos en el éxito de los primeros meses de la pasada campaña. Las piezas son prácticamente similares y han añadido jugadores de rol veteranos (Goran Dragic, Andre Drummond) que completan una plantilla que necesitaba profundidad. Sin cambios estructurales relevantes, Chicago prometía volver a participar en la postemporada y repetir, como mínimo, el sexto puesto en el Este conseguido el pasado año.

Con seis victorias en los últimos 20 partidos, las sensaciones no pueden ser peores. “El problema es que no jugamos el uno para el otro”, comentaba en vestuarios para los medios un Goran Dragic desquiciado tras encajar 150 puntos ante los Timberwolves. “Es vergonzoso”, declaraba LaVine en la misma situación. En los últimos cuatro encuentros, los de Illinois tienen el segundo peor rating defensivo de toda la competición (123.5). A estas alturas, la temporada pasada, su récord era de 17-8. Las comparaciones son odiosas, pero parece un equipo totalmente diferente.

Estrellas sin brillo

Las costuras se ven más que nunca en los Bulls. Sin ideas en ataque, las estrellas están obligadas a mostrar un nivel que, ni de lejos, están exhibiendo. La cohesión entre DeRozan y LaVine está más en entredicho que nunca. Todo lo que se movió alrededor de la llegada a Chicago del escolta de 33 años nacido en Compton se ha convertido en realidad. Quizá sea hora de explorar el mercado por alguno de ellos. O por los dos (con los Lakers con el teléfono preparado).

Dos jugadores que necesitan balón para ser relevantes, que aprovechan cualquier ocasión para forzar el uno contra uno ante la defensa rival y que castigan cualquier error. La versión de ambos está a años luz de la que se espera. LaVine está lanzando en un 44% en tiros de campo, su peor marca desde la 2017-2018 y con un 36% en triples, el porcentaje más bajo desde la misma temporada. Sin responsabilidad cuando las cosas están mal, el escolta está más cuestionado que nunca. El principal problema para un posible movimiento es su contrato.

Zach LaVine (Chicago Bulls) celebra una canasta ante los Washington Wizards
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Zach LaVine (Chicago Bulls) celebra una canasta ante los Washington WizardsKamil KrzaczynskiUSA TODAY Sports

La renovación que firmó el pasado 1 de julio de 215 millones y cinco campañas, el acuerdo más grande de la historia de los Bulls, cierra bastantes puertas de salida. Pocos equipos pueden permitirse tener cifras así en su franquicia y más de un jugador que no se ha asentado como una estrella, sino que ha tenido destellos que le han acercado a este codiciado escalafón.

El caso de DeRozan es más factible. 27 y 28 millones en esta campaña y la que viene. Las miradas apuntan a su salida. El casi traspaso a los Lakers multiplica los rumores de una posible llegada a su California natal. El movimiento tiene lógica teniendo en cuenta lo que podría conseguir Chicago a cambio. Algo parecido le pasa a un Vucevic que no terminó nunca de asentarse como una referencia para Donovan.

En ningún momento, salvo algún partido en concreto, se vio al ‘Vuc’ de Orlando. El montenegrino ha tenido más sombras que luces tras el traspaso que cambió el rumbo de la franquicia el pasado 25 de marzo de 2021. Aún con valor dentro de la competición, puede servir como moneda de cambio para conseguir rondas del Draft o jóvenes interesantes. Su contrato es expiring (termina esta temporada), por lo que tiene papeletas para salir. Los equipos contenders, atentos.

El banquillo y la segunda unidad

Cuando algo va mal, el entrenador está en el punto de mira. Billy Donovan no ha sabido juntar las piezas que han llegado y potenciar la unión de las que ya estaban. Su pobre esquema defensivo es ya conocido y castigado por todos los equipos de la liga. El problema del extécnico de los Thunder es que no es capaz de revertir la situación, de cambiar el estilo durante el partido. Fiel a su idea, muere con ella.

Quizás no era el indicado para el proyecto o el entorno no le ha ayudado a mostrar todo lo que sabe hacer en la pizarra. La pasada campaña ya se comenzó a cuestionar su continuidad en el banco, pero la tensión y los malos resultados indican que le quedan pocas horas al timón del equipo. “Puedo cambiar a zona, a diferentes defensas... pero si el nivel de competitividad no es alto, los resultados serán los mismos” comentaba el técnico de 57 años tras la abultada derrota en Minneapolis.

Billy Donovan junto a DeMar DeRozan
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Billy Donovan junto a DeMar DeRozanKamil KrzaczynskiUSA TODAY Sports

El contexto no podía ser menos favorable. Con Lonzo en busca y captura, Caruso, Dosunmu y Dragic lideran una segunda unidad con bastantes carencias. Precisamente Coby White, objeto de posibles traspasos, ha tenido buenas actuaciones en la mala racha de los Bulls. Los nombres están ahí, jugadores de nivel, jóvenes y veteranos que se han hecho un hueco en la liga. El problema es que no se ha encontrado la manera de que todos vayan al mismo son. Patrick Williams, una de sus piezas de futuro que se perdió varios meses la pasada temporada por una lesión en la muñeca izquierda, se ha convertido en uno de los pocos brotes verdes en la franquicia.

El túnel por el que están pasando ahora mismo los Bulls se bifurca. Por un lado, existe la posibilidad de conseguir buenas piezas para intentar competir en un futuro a corto plazo con DeRozan, Vucevic, LaVine y Caruso en la rampa de salida. Por otro, la reconstrucción total. Cuando el proyecto se va a pique, lo mejor es hacer borrón y cuenta nueva. Jóvenes talentos y elecciones del Draft serían las prioridades en este caso. Morir para volver a nacer, dar unos cuantos pasos hacia detrás para volver a caminar.

En Chicago las cosas no están saliendo como esperaban. El preocupante nivel de sus estrellas se une a la incapacidad de encontrar soluciones y a un entrenador que tiene las horas contadas. Se acerca febrero, y con ello el deadline. La temporada parece perdida, pero nunca es tarde para darle la vuelta a la situación. Y si no, que se lo digan a los Celtics el pasado año. Todo hace indicar que alguno de los grandes nombres saldrá de Illinois y, con ello, se reajustará un proyecto que nunca supo definirse.

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