Llega Barrios, se redime João

El chaval, lo mejor de un Atleti que ganó al Elche, colista, 2-0 con una gran segunda parte. Goles del portugués y Morata. Expulsados Verdú, Quina y Hermoso.

Patricia Cazón
As
Era el 65′ cuando el Metropolitano dictaba en pie su veredicto. Todos los aplausos eran pulgares hacia arriba. Todos apuntando a ese futbolista que se iba con un calambre y otro gol en las botas. João. Quizá se marche, pero quizá hoy esté más cerca de quedarse. Sin ofertas firmes y sumando otro mosquetero (Barrios) a esa pareja que era plan antes de que la estropeara una cláusula: Joãomann. Griezmann y João juntos, llenando de luz y talento la falta de fútbol que a veces agarrota al Atleti. Ayer ante el Elche también.

Fue después de un minuto de silencio al cielo por Pelé y al tercer anfiteatro por Lázaro Albarracín que el balón volvió a correr por el Metropolitano 54 días después. De fondo se escuchaba, por cierto, por primera vez el ole, ole, ole, Simeone. El Cholo lo inspiró largo. Machín, en el banquillo rival, se estrenaba valiente, con tres delanteros: Pere Milla, Boyé y Roger. Si hay que morir que sea de pie, al menos desde los nombres.

En los del Cholo llamativa la ausencia de Reinildo, hasta San Mamés marmoleo, y dos presencias. La primera la de ese chico, Barrios, que es todo un soplo de ganas, de fútbol y aire fresco. La segunda, la de ese João en venta pero cada vez menos. Griezmann, a su lado en una doble mediapunta, se llevaba todos los ojos. Por su pelo, tan llamativamente rosa. Por sus botas, siempre buscando pasillos hacia Morata. Pero al Atleti se le sigue haciendo muy de noche en el área. Un Atleti empeñado en jugar por dentro, sin ganar un duelo y disputa, que se fue haciendo ovillo. Solo Barrios trataba de arrancarle su tono desierto, buscando verticalidad desde la conducción y los pases. Machín llegaba con los apuntes bien leídos de lo que la temporada hasta el parón había sido: los rojiblancos atragantados ante los equipos que se cierran. Su Elche se hizo roca a la espera de una contra para Pere Milla o un córner. Los últimos los regalaba Kondogbia en cada entrega.

Cuando el descanso asomaba, en el Metropolitano no se distinguía al colista. Porque 54 días después nada en realidad parecía haber cambiado. O sí. Era el 45′ cuando Morata corría hacia Edgar y Verdú lo derribaba. Era el último hombre. Sigan, sigan, dijo Cuadra Fernández, dejando a Morata con la sensación de que los árbitros, cuando se trata de Atleti, siguen tan ciegos como él en los últimos metros. Pero hubo VAR, pantalla y roja a Verdú. El Atleti afrontaba la segunda parte con uno más.

La tranquilidad de João y Morata

Nada más regresar del reposo, se lanzó a la yugular del partido como un animal rabioso. Primero, con un disparo a bocajarro de Llorente que desbarató magistral Bigas. Después, con un balón que filtró Barrios y que João dejó para Grizi con una sutil dejada de espaldas. Pero al francés le botó antes de pegarle, con toda la portería ante él. La pelota se fue alta. Y un minuto más tarde a Hermoso le saldría su vena ruleta rusa para igualar el número de hombres: se lanzó a cazar a Palacios a los tres minutos de haber visto ya una (rigurosa) amarilla. Roja. La ventaja al Cholo le había durado siete minutos. No hubo tiempo para los nervios, sin embargo. Por el Metropolitano volvió a asomar esa bota que es linterna si se frota, la de João. Encontró el gol después de que Grizi rescatara un rebote y le sirviera un balón de gol en la cabeza.

Obligó el portugués a Edgar a estirarse antes de irse bajo la ovación. Quedarían aún las cerradas sobre Grizi y Barrios. Y ese testarazo de Milla que fue como un dedo frío por la espalda, fuera un palmo, antes de que Morata se arrancara la venda. Fue sin querer, pero vale: entró en el área, recortó y disparó cayéndose al suelo, donde quedó tendido de espaldas. No vio como la pelota volaba, tras desviar Mascarell lo justo, hacia la red de Edgar, para el 2-0 que da paz a un campo que era casi guerra civil antes del parón. Oblak paró y Quina vio otra roja antes del fin. Todo seguían siendo aplausos. Sobre todo para Barrios. El Niño del Niño, ya su Niño. 

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