Guerra de gestos en el Serbia-Suiza
La tensión entre ambos combinados fue constante durante los noventa minutos y se hizo patente con gestos de varios jugadores, como los que hicieron Granit Xhaka o Dusan Vlahovic.
El partido fue frenético. Un 2-3 que acabó cayendo del lado suizo, que progresó en el torneo a costa de una Serbia que murió en la orilla, pero que compitió. Vaya si compitió. Cada disputa era una cuestión de estado. Cada balón dividido, una demostración de fuerza. Los dos equipos se emplearon al máximo y regalaron al respetable todo un espectáculo. No obstante, las formas no fueron siempre las correctas. Incluso Stojkovic, seleccionador serbio, se dejó llevar por las pasiones e hizo alguna mueca despectiva al rival.
Sin lugar para gentilezas, la guerra de gestos la empezó Xherdan Shaqiri. El jugador del Chicago Fire puso el 0-1 en el marcador y dejó claro que, pese a haber nacido en Yugoslavia, no se siente para nada serbio. Batió a Milinkovic-Savic y, acto seguido, mandó callar a la grada balcánica situada justo detrás de esa portería. Mitrovic, primero y Vlahovic, después, le dieron ventaja de nuevo a las ‘Águilas Blancas’. Tanto el delantero del Fulham como el de la Juventus decidieron vengarse y celebraron la remontada acordándose de la hinchada suiza. Vlahovic fue más allá, llevándose la mano a la entrepierna en un gesto desafiante.
Un gesto que consideró digno de revancha Granit Xhaka. El jugador del Arsenal, poco después del 2-3 anotado por Remo Freuler, se llevó la mano a sus partes mientras miraba al banquillo serbio. Sin reacción de la selección comandada por Dragan Stojkovic, los helvéticos se plantaron en octavos de final en un encuentro que se saldó con once tarjetas amarillas. Los de Murat Yakin, pues, se las verán con Portugal en la siguiente ronda de la Copa del Mundo.