Francia finalista del Mundial: no se detiene y va por el bicampeonato, vuela con Mbappé y se apoya en el proyecto de Deschamps
El campeón vigente superó por 2-0 al orgulloso Marruecos y se enfoca en la gran definición del domingo próximo, en la que ambos buscan su tercera corona mundialista
Hay determinados gestos que hacen que algunos equipos sean auténticos atractivos deportivos y Francia puede despertar el improperio más profundo, uno de esos que se suelen usar para reconocer que, lo que está ante la vista, luce por encima de lo convencional. Por eso cuando toma la pelota Kylian Mbappé y despliega sus alas, impacta. El seleccionado francés, más allá de pasarla mal por momentos con Marruecos, es una fortaleza que sobrevive a pesar de las críticas, antes de desembarcar aquí y a pesar de llegar sin figuras como Karim Benzema, N’golo Kanté, Paul Pogba, Presnel Kimpembe... Pero no se inmuta, porque en la noche del miércoles encadenó su partido 25° sin perder en una Copa del Mundo: 23 victorias y 2 empates. Incluso las estadísticas le daban un guiño a favor, porque a pesar de tener a Marruecos deseoso por dar otro golpe, los franceses sostuvieron su registro: no le remontan un partido desde el 2-3 ante Polonia, en el duelo por el tercer puesto del Mundial 1982.
Más allá de los nombres, este equipo tiene una razón y responde a un estilo, el de Deschamps, que se retiró como jugador en 2001, con la gloria todavía ardiendo por haber sido campeón del mundo con Francia en 1998, y con apenas 32 años comenzó a dirigir en Monaco. Después de los títulos con el equipo del principado, con el ascenso con Juventus y con el histórico título con su Marsella tras 18 años, la selección francesa fue casi una consecuencia lógica. Desde que tomó el control, esta Francia que aquí demostró que también los proyectos a largo plazo son saludables en un fútbol de urgencias asfixiantes, pasó por todos los estados de ánimo que pueden sortearse en un proceso así. Porque aquí llegó con algunas miradas desconfiadas.
Este equipo francés llegó hasta esta ciudad con el deseo de llegar hasta la final y cumplió con su objetivo, así como lo hizo desde que comenzó el ciclo de Deschamps, allá por 2012, cuando Francia estaba en crisis por la eliminación en la primera etapa del Mundial de Sudáfrica. Nada fue fácil, le costó llegar a Brasil 2014, porque tuvo que jugarse su pasaje en un repechaje ante Ucrania. Esa primera experiencia fue hasta los cuartos de final y se acabó el juego ante Alemania por 1-0.
Y para entender aquello es bueno ver cómo se dieron las cosas aquí. El gol de Theo Hernández despejó el camino porque llegó muy rápido, después fue Mbappé el que movió las caderas dentro del área para elaborar la jugada que terminó en el gol de Kolo Muani. Y lo realmente interesante de este equipo francés es cómo comprende cuándo replegarse y cómo soltar su furia. Eso le llevó años de trabajo. Es que Deschamps los convenció de ese trabajo de fusión, por eso también Griezmann puede terminar dentro del área propia defendiendo.
La confianza que exuda este equipo también es patrimonio de su entrenador. Fue él quien puso piedra sobre piedra para conquistar la Copa del Mundo de 2018 con un andar deslumbrante y casi tan sólido como el que mostró en este torneo. Es que Deschamps no sólo es ídolo por haber sido dos veces campeón del mundo, como jugador en 1998 y después como entrenador en 2018, sino que lo que imprimió en la selección de Francia es una dosis de excelencia, porque si bien llegó aquí golpeado y desconcertado por algunos malos resultados que casi lo empujan al descenso en la UEFA Nations League, puso nuevamente a su selección en una definición del cetro más deseado en el universo de la pelota.
Y la convicción de ese proyecto, de saber elegir las piezas para disimular las ausencias de sus figuras, le permitirán el domingo próximo tener la chance de ir por una de las marcas más complejas de conseguir para una selección: el bicampeonato mundial. Tanto que los únicos que lo lograron fueron Italia (1934 y 1938) y Brasil (1958 y 1962) a lo largo de la historia de los Mundiales.
Celebró la clasificación, pero no se detuvo en festejos, saludó a su puñado de seguidores y todos volaron al vestuario. Parecen no querer distraerse de su objetivo. Es que tienen ilusión y sabe este equipo francés que es sólida, aunque también que no será tan sencilla de corona, porque del otro lado estarán Lionel Messi y compañía.