Ferrari se enreda otra vez
El positivo cambio de tendencia de la escudería en 2022 no encaja con la salida de Binotto. Estrategias, fiabilidad, el complejo del primer piloto... lastres en Maranello.
Se antojaría irresponsable que la firma italiana se desprendiera de un líder sin tener atado al sucesor, así que la llegada de Frédéric Vasseur a partir de enero de 2023 debe ser cuestión de burocracias. El francés de 54 años tuvo éxito como fundador de ART junto con Nicolas Todt (el mánager de Leclerc), una escudería de monoplazas por la que pasaron Hamilton, Rosberg, Hulkenberg, Vettel o el propio Charles, campeón de GP3 con ellos en 2016. Después dirigió brevemente Renault y se marchó en 2017 a Sauber. De nuevo coincidió con Leclerc en 2018, y le hizo debutar en la Fórmula 1. Ese equipo es hoy Alfa Romeo y desde 2026 será Audi. Quienes conocen a Vasseur destacan su afinidad con Toto Wolff y que se le puede clasificar como hombre de carreras entre tanto perfil político, técnico o marquetiniano al frente de los equipos.
Ahora bien, las fuentes consultadas cercanas a la órbita ferrarista coinciden en señalar que Binotto no era, ni de lejos, el principal problema de la escudería. En el debe de Ferrari en 2022 están fundamentalmente los errores de estrategia, que no son atribuibles al team principal, sino a los cargos medios del muro (regalaron el GP de Mónaco, Leclerc se sintió perjudicado en Silverstone, fallaron en Hungría, malos pit-stop recurrentes por decisiones tardías…). La falta de fiabilidad es consecuencia del pulso que mantuvieron con Red Bull en el primer tercio de campaña y que les obligó a empujar las prestaciones a costa de averías puntuales. Pero es un hecho que el desarrollo de la unidad de potencia desde 2021 ha sido extraordinario.
El complejo de primer piloto
Algunos medios en Italia también incluyen entre las tareas del próximo jefe la necesidad de designar a un primer piloto para luchar por el Mundial, y de ahí se desprende que Charles y su entorno no están tan cómodos en un ambiente de igualdad de oportunidades, justo cuando toca hablar de su próximo contrato, o de un futuro fuera del Cavallino Rampante. Precisamente, Binotto quería tener un primer y segundo piloto hasta que el día a día le hizo cambiar de opinión. La lectura es simple: un buen Sainz sumó más puntos e hizo más podios que un despistado Leclerc en 2021; y un buen Charles hizo lo propio en 2022 con tres victorias y nueve poles, por un triunfo y tres poles de un Carlos irregular. Al madrileño le pesaron el arranque de la temporada, las dificultades con el F1-75 y seis abandonos, pero la diferencia a final de año no fue preocupante. En Ferrari reconocen que Sainz ha terminado el curso al mismo nivel que el monegasco.
No deja de ser irónico que contar una de las alineaciones de pilotos más equilibradas de la parrilla se transmita como debilidad desde cierto sector de la Prensa, en lugar de destacarse como virtud, que es lo que hacen en Mercedes con Russell y Hamilton. Este mismo Ferrari, sin cambiar nada, habría aspirado ya al Mundial de no haberse encontrado con Verstappen en su plenitud, y con un Red Bull que acertó de pleno con el concepto aerodinámico en un cambio de reglas. Pensar que se puede superar al mejor Mad Max en un uno contra uno es tan poco realista como clamar que se podían ganar las últimas diez carreras de 2022 de manera consecutiva. Pero con dos bazas fuertes se desbloquean otros escenarios.
En Ferrari podían estudiar las debilidades de su estructura y potenciar los puntos fuertes que ya existen, a través de alguien que conozca profundamente la casa. Podían apostar por la estabilidad (Horner dirige Red Bull desde 2006 y Wolff llegó a Mercedes en 2013). Pero no. Binotto no les sirve.