El subcampeón mundial tuvo entereza y eliminó a un gran equipo que ya no es sorpresa
Se impuso por 3 a 1 en los penales, luego de empatar 1-1; Dominik Livakovic atajó tres penales
Fue un encuentro vibrante el que se jugó en el estadio Al Janoub, porque Croacia tiene experiencia y aplomo, y no se intimidó por la arremetida asiática. Pero no está mal hablar de Japón. Es justo. Ya está bien de sorpresas. Seguir con esa postura no tiene sentido. Japón es un equipo que merece lo que tiene por razones que van más allá de la fortuna, la casualidad o la mala noche del rival. Porque juega al “fútbol que le gusta a la gente”. Y que perdone el lector la “provocación” de la frase hecha. Pero esa síntesis define muy bien a este equipo que es prolijo, sabe defenderse y es prudente para cuidar la pelota y tiene algunos muy buenos futbolistas.
Y también fuera de la cancha generan simpatía. Se alojan en el Radisson Blu, tuvieron un vínculo con la gente que otros equipos no conocen. Comparten el hotel con otras personas de la organización del torneo y turistas. En el mismo día del partido se pudo ver a algunos de ellos sentados en el césped del parque. Esperaban el encuentro de octavos de final sin demasiado recelo por la privacidad. También en eso resulta un equipo agradable, sin divismos.
Daichi Kamada, que en la formación oficial es presentado como delantero, en realidad es un típico enganche que retrocede hasta la mitad de la cancha y pide siempre la pelota. Con la mano abierta, la pide al pie. Como hacía Riquelme. Es buen gambeteador, sabe encontrar los espacios donde llevarla. Lo sacó Hajime Moriyasu en el final. Puso a Hiroki Sakai, un defensor.
Pero antes abrió el marcador Daizen Maeda, tras una jugada de pelota parada. También en eso son buenos. Defiende con tres zagueros sólidos y si le llegan por los costados, los laterales arman una línea de cinco rápido y sin complejos.
Los croatas pueden hacer algo más de lo que mostraron hoy, pero este es un juego de oposiciones. Se hace lo que se quiere dentro lo que el rival permite. En ese aspecto, tuvo entereza para sobreponerse a la desventaja y llegó al empate gracias a un cabezazo del experimentado Ivan Perisic.
Pudo marcar el segundo con un remate de Kovacic que tapó Gonda o con una acción en el área de Kramaric. Pero hubiera sido demasiado premio. Porque los japoneses también tuvieron varias situaciones para desequilibrar.
La cara de este equipo es Luka Modric, de 37 años. Pero no está para esta versión extendida mundialista. Su resistencia caducó en el primer tiempo suplementario y le cedió el lugar a Lovro Majer.
En el suplementario, especialmente en la segunda mitad, Japón se lo llevó por delante a Croacia. Otro mito para desterrar: no hay que caer en el facilismo de la superioridad física o la velocidad. Lo dominó porque tuvo la pelota y la determinación. Juega bien a la pelota. Una formidable corrida de Kaoru Mitoma parecía sellar el destino del encuentro, y también allí apareció Livakovic, figura más allá de los tiros de los doce pasos.
Es fácil argumentar, en eso de los penales, que la “experiencia” croata pesó sobre la falta de costumbre de su rival en este tipo de definiciones. Pero la realidad es que Dominik Livakovic, el héroe de la noche, tiene 27 años, fue suplente en Rusia 2018 y en su carrera futbolística nunca salió de Zagreb. No es un hombre de señalada jerarquía internacional. Tal vez se la haya ganado esta noche.
“Deberíamos haber abierto los ojos para jugar más desenfrenados”, analizó el DT japonés tras el partido. Es curioso, porque al equipo se lo vio muy suelto. Pero evidentemente, él cree que todavía hay algo más por hacer. Sería bueno verlo.
Croacia sigue adelante y no está mal. Japón no, y es una lástima. La paciencia suele ser algo que los caracteriza muy bien. Deberán esperar otra cita, en tres años y medio. Y para ese momento, ya nadie podrá decir que fueron una sorpresa.