El empate más amargo

El Celta acumula ocho jornadas sin ganar, mientras que el Sevilla continúa en descenso. Kike Salas igualó con la cabeza el genial tanto de Gabri Veiga.

Clemente Garrido
As
El viento destrozó los planes de Carvalhal y Sampaoli, siendo el factor más decisivo del encuentro. En la primera parte, el Celta aprovechó que soplaba a su favor para arrollar al Sevilla y adelantarse en el marcador. Tras la reanudación, los hispalenses fueron empujados por la meteorología hasta el empate. No obstante, el punto es muy amargo para los dos equipos. Para los vigueses porque la racha sin ganar ya es demasiado larga, para los sevillistas porque tomarán las uvas en descenso.

El planteamiento celeste fue diáfano, acorralar al Sevilla en su campo, con hasta cuatro jugadores presionando la salida de balón hispalense. Eso sí, las ocasiones no llegaron hasta mediada la primera parte. Larsen tuvo la primera, pero desperdició el buen pase de Mingueza y su gran control en el mano a mano contra Bono. El noruego hace muchas cosas bien, pero un nueve está obligado a marcar goles y de momento su casillero está a cero en la Liga. Gudelj se erigió en protagonista en los siguientes minutos, despejando sendos remates de Veiga y Cervi que iban directos a la red. En el campo donde su primo Vlado se hartó a marcar goles, Nemanja se dedicó a evitarlos.

El vendaval más fuerte lo generaron los magos de la casa. Aspas dibujó un pase imposible para que Veiga batiera a Bono con una precisa vaselina. El maestro y el aprendiz se juntaron para maravillar a Balaídos, para hacer añicos a un Sevilla que no daba abasto achicando agua. La ventaja aún pudo agigantarse en los primeros compases de la segunda parte, pero Larsen volvió a perder la batalla frente a Bono. El gol no es amigo del noruego.

A partir de ahí, el Sevilla se encomendó a un campeón del mundo para lanzarse hacia el empate. Acuña fue una pesadilla para Marchesín, una amenaza constante con sus incorporaciones y sus sorprendentes disparos desde lejos. También con sus servicios, como el que le entregó en bandeja a Lamela para que disparara a quemarropa, una conexión argentina que desbarató otro compatriota, Marchesín, evitando el gol casi sobre la línea de gol. El portero del Celta no estuvo tan afortunado en el saque de esquina que se ejecutó a continuación. Kike Salas cabeceó en el primer palo y el cancerbero olívico se comió el remate. El gol fue un alivio para el Sevilla, un mazazo para el Celta, desquiciado con el viento en contra.

El momento Acuña continuó con dos derechazos que estuvieron a punto de sorprender a Marchesín. En uno de esos rechaces, el balón quedó muerto para que Oliver lo empujara a la red, pero el mediapunta falló inexplicablemente a puerta vacía. En los minutos finales, Aspas sacó la segunda tarjeta de Carmona, que estuvo a punto de verla una hora antes. La expulsión del central hizo recular al Sevilla para proteger el punto y lanzó al Celta hacia el triunfo. Carles Pérez y Luca de la Torre lo intentaron con dos buenos disparos que salieron rozando el palo. Pero el marcador ya no se movió y ambos equipos cerrarán el año sin sonreír, esperando que el año nuevo les traiga una vida nueva en la Liga.

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