Argentina: la hora de asumir la responsabilidad y dejar de lado las quejas
A horas del decisivo partido por los octavos de final, Lionel Scaloni se quejó por el calendario
En ese sentido habló el entrenador Lionel Scaloni en la conferencia de prensa. Dijo lo que se esperaba, el discurso de ocasión. Que será un rival de jerarquía, difícil; que el torneo ya dio demasiadas muestras de que no hay seleccionados menores, etc. No quiere por nada del mundo que se piense lo que es real, que el destino le hizo un guiño con un adversario que hasta tuvo muchos problemas para sortear la eliminatoria asiática y del que la prensa de su país dice que se trata de la camada menos agraciada de muchos años.
Pero esta es la Copa del Mundo de los resultados imposibles. ¿Cuántas pruebas más se necesitan? El triunfo de Corea del Sur sobre Portugal (marcador que eliminó a Uruguay), es otro zarpazo del ala asiática y africana a los campeones mundiales y candidatos. Japón venció a España y dejó fuera del torneo a Alemania; antes, fue el asombro saudita sobre la Argentina, y la sorpresa de Túnez ante Francia; el viernes, Camerún dejó sin invicto a Brasil. Y, en menor medida, los golpes de Marruecos sobre Bélgica… y de Australia sobre Dinamarca.
Por un lado, Scaloni mostró señales saludables. “¿Qué sacudón?, ¿a qué te referís?”, le dijo a un periodista que usó esa palabra para definir la frustración del debut. En esos momentos no quería mostrar las heridas, necesitaba galvanizarse. Ahora, con un panorama distinto, reconoció: “Después del golpe que sufrimos en el primer partido…”. Toda curación debe comenzar por la aceptación. Eso está muy bien. Pero enseguida recayó en un hábito difícil de comprender, muy futbolero. Se quejó por las cuatro horas de diferencia entre el descanso de Australia y la Argentina. Si: por cuatro horas.
“Aunque parezca que es una tontería, Australia jugó a las 18 siendo segundo de grupo y nosotros jugamos a las 22 siendo primeros –se lamentó-. Nos fuimos a dormir a las 4 de la mañana y eso influye cuando el partido siguiente se juega a las 48 horas y un poco más”.
Lo curioso es que todo esto se conoce desde el 1° de abril, cuando se efectuó el sorteo del Mundial. Para eso también tenía una respuesta el DT: “Cuando salió el sorteo lo había visto, pero no valía la pena quejarse, porque iban a decir que nos creíamos primeros... Pero podía pasar y pasó”.
Y profundizó: “Lo que pasa es que el rival tiene una diferencia de descanso notable. Y siendo segundos. Vieron nuestro partido sentados frente a la televisión (sic). No estuvo la igualdad de condiciones. Tuvimos que haber tenido otro trato. Es el único equipo del Mundial que juega con menos de 72 horas entre un partido y el otro. Es muy extraño”. Parece demasiado… por sólo cuatro horas, por lo que él mismo consideró: “una tontería”.
Nada de lo que se diga deberá borrar la idea de que la Argentina es el gran favorito y debe asumir esa responsabilidad. Más allá del “accidente” del resultado.
Australia tiene como virtud un par de “carrileros” que levantan vuelo desde los costados: Craig Goodwin y Mathew Leckie –autor del histórico gol ante Dinamarca-. Y otro tema a tener en cuenta, el juego aéreo, con cinco jugadores que superan el 1,85 metro. “Nos tenemos que cuidar de no cometer infracciones en tres cuartos de cancha”, advirtió Rodrigo De Paul.
La Argentina puede perder a Di María, que sintió dolores musculares y tuvo que retirarse en el partido con Polonia. No hay un reemplazante natural (Nicolás González fue desafectado por una lesión). ¿Será el turno de Ángel Correa?, ¿Tendrá una chance Dybala? Se sabrá un par de horas antes del partido.
“Vamos a dejar de lado la teoría del favoritismo y jugar”, repite el DT. También podría decirse que es hora de que la Argentina asuma el favoritismo y juegue. Sin mirar el reloj o contar las horas. Si este equipo pasa a la historia será, si lo merece, por lo que haga dentro de una cancha. No por acostarse a dormir dos horas antes o después. Y ese desafío comienza contra Australia.