Raphinha tiene razón

Sus dos goles y las dos asistencias que ha dado han llegado en la posición de extremo derecho. No quiere jugar en la izquierda. Lleva cinco jornadas seguidas siendo suplente.

Juan Jiménez
As
“Sí, se lo dije a Xavi. No quiero jugar por la izquierda. Ahí no ayudo al equipo”. La incomodidad de Raphinha como extremo zurdo no parece ser un capricho sino algo tan sincero como para decirle al entrenador que prefiere competir con Dembélé por un puesto a no darle nada en una posición que no siente como suya y en la que naufragó de mala manera en Milán.

El brasileño se está cargando de razones en el césped. Los cuatro goles en los que ha intervenido esta temporada (dos marcados y dos asistencias) han llegado por la derecha. Después de asistir a Lewandowski en el 1-0 contra el Valladolid y marcar en la victoria del Barça en Sevilla (0-3), las dos aportaciones más decisivas de Raphinha como jugador del Barça han llegado en las últimas dos semanas. Primero, dio la asistencia del 0-1 de Lewandowski en Valencia en el tiempo de descuento. Y en Pamplona se inventó un golazo después de tirar un desmarque espectacular que vio Frenkie de Jong y sacarse de la chistera un cabeza en parábola que sorprendió a Aitor.

La sinceridad de Raphinha, realmente, juega en su contra. Ha sido suplente en los últimos cinco partidos de Liga (contra el Athletic no jugó) porque el titular de Xavi en ese puesto es, indiscutiblemente, Dembélé. Pero el brasileño no se ve jugando en la izquierda. Contra el Inter se le vio desubicado. Se siente incómodo y, antes que jugar para perjudicar al equipo, ha preferido ser sincero con el cuerpo técnico y avisarle de que, antes que ser titular en la derecha, prefiere una competencia sana con Dembélé en la derecha y, si es necesario, quedarse en el banquillo.

Al menos, Raphinha se ha ido al Mundial con la cabeza limpia y la flecha hacia arriba. Sus últimas actuaciones demuestran, además, compromiso con el vestuario. Ha jugado apenas 82 minutos en cinco partidos. Demasiado poco para un jugador que ha costado 60 millones de euros. Pero Xavi ha tomado buena nota. Gestos así de jugadores cuando no pasan su mejor ni momento ni tienen un sitio fijo son los que más agradecen los entrenadores. Agradecen que se suban al barco.

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