Mundial Qatar 2022: Una cifra de trabajadores muertos en duda y el apoyo a Qatar del sindicato internacional
Los organismos de derechos humanos son contundentes, pero la cifra de 6500 muertos fue desmentida por la organización y por la Confederación Internacional de trabajadores
La investigación que The Guardian publicó en 2021, y que hablaba de 6500 muertes, fue puesta en duda por los organizadores, algo que era de esperarse. Pero lo que es más llamativo, es que también fue cuestionada por la Confederación Sindical Internacional, la misma que en 2014 había denunciado los abusos y acusado al estado qatarí por la explotación de los trabajadores en vínculos que calificó de “esclavitud moderna”.
Hace unos días, Jürgen Klopp, entrenador de Liverpool, volvió a protestar por la sede del Mundial. “Han hecho trabajar a las personas para construir estadios con 50 grados de temperatura. Eso es imposible. Pero nadie pensó en los trabajadores. Ha habido muchas oportunidades para denunciarlo. Pero mucha gente ha ganado dinero por las razones equivocadas. Ustedes los periodistas no escribieron nada de eso. Todos somos culpables ahora”, se descargó. Como sea, de algún modo Klopp también se enteró de que allí había un problema.
Hay que recordar que la FIFA le otorgó la organización de este evento a Qatar en 2010. Fue en ese entonces cuando la Confederación Sindical aprovechó para hacer públicas sus quejas. En una entrevista con AFP, la australiana Sharan Burrow, secretaria general de la entidad universal de trabajadores, admitió que se hicieron progresos enormes. “De 2012 a 2014, nos reunimos regularmente con trabajadores y visitamos las obras. En los dos primeros años no hablamos con el gobierno. Luego intentamos hablar con el ministro de Trabajo de la época, pero él no quería saber nada. Frustrados con la falta de progresos, presentamos una denuncia ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 2016 y, cuando el gobierno decidió negociar, lo hizo de buena fe. Hemos negociado leyes. No es todo lo que hubiéramos querido ver en un sistema industrial maduro, pero son una base clave para la protección de los derechos de los trabajadores”.
Y cuando se la consultó sobre el número exacto de personas fallecidas, explicó: “Las investigaciones de la OIT muestran que hubo 50 muertos y un poco más de 500 heridos graves en 2020. Son esas cifras las que son exactas y no el total de 6.000 (entre finales de 2010 y principios de 2021), que mencionan varios medios. Sin los cambios que hemos visto habría habido miles de muertos. No me invento nada. Ha sido un cambio radical en diez años. Qatar merece tener crédito al respecto. Son gente de bien”.
Burrow se refiere a que tras las gestiones lograron disolver el contrato laboral conocido como “Lafala”, un sistema que vinculaba a los trabajadores con sus empleadores y hacía casi imposible que renunciaran o cambiaran de empleo sin permiso.
Pero aun cuando un organismo que supone defender a los trabajadores, pide indulgencia para los supuestos “verdugos”, las críticas y reclamos no cesan. Hace unos días, Dinamarca le solicitó a la FIFA utilizar una camiseta de entrenamiento con un mensaje que diga “Derechos humanos para todos”. Se interpretó que sería una utilización política, algo que está prohibido en el reglamento de la competencia.
“Las reformas de Qatar no alcanzan. Llegan demasiado tarde y tienen enormes baches”, afirmó Minky Worden, de Human Rights Watch, a dos meses del Mundial.
El informe de The Guardian indica: “Las caídas de altura y los accidentes de tráfico son las principales causas de lesiones o muertes, seguidas de la caída de objetos”. Pero la lista de irregularidades incluye jornadas de trabajo más extensas de lo normal y bajo temperaturas insoportables, además de salarios bajos (257 dólares mensuales) y maltratos de todo tipo.
Qatar tiene más habitantes extranjeros que propios. Pakistán, Nepal, Sri Lanka y Bangladesh son los países que mayor cantidad de inmigrantes trasladan a la península. “Si nos quejamos, nos despiden”, se titula el informe que Equidem, una entidad británica de beneficencia que trabaja en defensa de comunidades marginadas. Allí denuncian que los patrones los someten a discriminación, acoso sexual, retención de salarios y ponen en riesgo su seguridad y salud.
“Queremos terminar todo en tiempo y no tener gente pintando edificios cuando los turistas lleguen a nuestro país”, comentaba Ali Shareef Al-Emadi en 2017, en una explicación que tenía como objetivo mostrar que las altas temperaturas no iban a detener el avance de las obras. En ese mismo momento informó que el presupuesto para el Mundial ascendería a los 200.000 millones de dólares. La cifra completa tiene demasiados ceros como para transcribirla. Los datos ayudan a entenderla: la inversión de Qatar 2022 supera la hecha por otras 18 naciones en las anteriores 21 Copas del Mundo. Un detalle más: cuatro años después de aquella revelación, Al-Emadi fue apresado por malversación de fondos.
Mientras las quejas se repiten, las principales naciones del mundo siguen haciendo negocios con el portento económico qatarí, que avanza en todas las áreas (incluido el fútbol, con su principal vínculo en PSG). También vale recordar que la designación de esta sede es la que concluyó con una condena por el pago de sobornos que descabezó completamente a la FIFA. Ni siquiera eso impidió la realización.
Los informes, investigaciones y reportes sobre la realidad de los obreros son interminables. Casi como el dinero que está en juego en este Mundial, cuya enormidad puede ser considerada monstruosa en varios aspectos. Algunos pueden considerar que es posible perderse entre tantos papeles y billetes. Y conocer la verdad es una misión cada vez más difícil.