Luis Arce contra Evo
El ex mandatario pretendía un rápido retorno al poder, pero el presidente lo trata como un rival político y le está quitando espacios en el parlamento, en medio de la crisis por las exigencias de un censo nacional
Dos huesos duros de roer.
El departamento de Santa Cruz lidera el movimiento nacional que exige el censo en 2023 para que quede demostrado que en Bolivia hay más votantes que habitantes, y obligue al gobierno a eliminar el fraude, que benefició al propio Arce en 2020.
Una paralización de actividades en todo el país se anuncia para esta semana en apoyo de la demanda que tiene epicentro en Santa Cruz y moviliza a médicos y cocaleros de La Paz.
En esta guerra, Arce tuvo que cambiar de improviso, en la madrugada del 1 de noviembre, a los comandantes de las fuerzas armadas, porque los anteriores exigían órdenes escritas y firmadas para movilizar tanques de guerra desde el altiplano hasta Santa Cruz. Son más de veinte los militares, incluidos generales, que están presos por haber obedecido órdenes que no estuvieron firmadas en 2019, cuando huyó Evo Morales.
Por su parte, el cocalero Morales desea, e incluso necesita, volver a la presidencia que abandonó en noviembre de 2019 huyendo de una masiva revuelta popular.
Pero Arce lo trata como un rival político y le está quitando espacios en el parlamento, además de que mantiene en su gabinete a ministros que Morales considera agentes de la DEA, por lo tanto sus enemigos.
Los seguidores del presidente Arce derrotaron a los candidatos de Morales en la cámara de diputados y denunciaron que el movimiento cívico que exige el censo en 2023 tiene propósitos golpistas para provocar elecciones anticipadas.
Pero Morales dijo desde Buenos Aires, donde visita a sus amigos del peronismo de la línea K, que no cree en la existencia de un movimiento golpista contra Arce, y que son exageraciones.
Fue desde Buenos Aires que Morales, en 2020, había dispuesto que Luis Arce fuera candidato del MAS en las elecciones de octubre de ese año, en vista de que él estaba vetado por haber sido responsable de un grosero fraude electoral en 2019.
La idea completa para la designación de un candidato sustituto fue muy peronista. Arce debía jugar el rol que había jugado el dentista Héctor Cámpora en 1973, cuando Juan Domingo Perón estaba vetado por los militares.
Debía ser candidato, ganar, y luego renunciar para que se hagan nuevas elecciones, con Perón ya habilitado para participar. Y el dentista cumplió su compromiso, pues apenas estuvo 49 días en el cargo y Perón volvió a la presidencia después de dieciocho años de dictaduras militares.
En ese ambiente porteño, Morales recibió el consejo de elegir a alguien de su partido en el que confiara plenamente para que le abriera el camino hacia nuevas elecciones, en que él fuese candidato.
Luis Arce Catacora era el hombre porque había sido su ministro de Economía durante trece años. Morales confiaba en él y, además, porque sabía que padecía de cáncer en el riñón, lo que era una garantía adicional.
Se hizo la elección, Arce salió triunfante y asumió el cargo de presidente. Muy pocos días después retornó a Bolivia el cocalero Morales y comenzó a mandar, como si fuera presidente, incluso cambiando a los comandantes de las Fuerzas armadas que Arce había designado unos días antes.
Morales estaba ansioso, esperando que Arce cumpliera su compromiso por honor o porque su salud le obligara a dejar el cargo.
Pero Arce no se hizo tratar el cáncer por médicos cubanos, como había hecho el finado Hugo Chávez, sino por médicos brasileños en una clínica famosa de Sao Paulo. El cáncer fue eliminado.
En vista de ello, quedaba el compromiso formal de renunciar a los 18 meses de haber asumido el cargo, para que se llame a nuevas elecciones. Morales había cometido el error de dar un plazo demasiado largo a Arce en comparación con el que había cumplido Cámpora en Argentina.
Y con los días, Arce fue seducido por “ese maravilloso instrumento que es el poder”, en la definición que hiciera el expresidente Víctor Paz Estenssoro (1952-1956, 1960-1964 y 1985-1989).
Ahora, los “luchistas” del MAS creen que Arce debe ser reelecto en las elecciones de 2025, y que Morales debe jubilarse.
Además de la corriente “renovadora” que brega por jubilar a Morales, el cocalero es amenazado por la posibilidad de que la justicia de Estados Unidos lo requiera para juzgarlo por tráfico de drogas a ese país.
Dijo que sus enemigos políticos le están “sembrando pruebas” sobre su complicidad con el narcotráfico, incluso por sus contactos con chavistas venezolanos que son juzgados ahora en Estados Unidos.