La osada táctica demócrata de financiar candidatos trumpistas que resultó un éxito
Durante las primarias republicanas, los precandidatos más extremistas y cercanos al ex presidente recibieron miles de dólares para sus campañas de grupos demócratas que confiaban en que luego serían más fáciles de derrotar
Sin embargo, los resultados del martes, fueron mucho mejor de lo esperado por la Casa Blanca, la segunda mejor elección de medio término para un presidente en 40 años después de George W. Bush post 11-S.
¿Cuál fue la clave? Al menos una parte del éxito los analistas lo adjudican a una osada táctica que llevaron adelante simpatizantes demócratas: entrometerse en las primarias republicanas y apoyar financieramente al candidato más trumpista y extremista de la derecha ideológica. La idea era que si desplazaba a otro republicano orgánico y se quedaba con la candidatura de su partido luego atraería a menos votantes independientes y sería más fácil de derrotar en las elecciones del partes pasado.
No fue sólo un grupo de loquitos los que creyeron en este idea ni poco dinero el que invirtieron. Fueron en total más de 53 millones de dólares los que gastaron comités y grupos de apoyo demócratas en las campañas de precandidatos republicanos en nueve estado según un detallado informe publicado por Annie LInskey en el Washington Post.
La estrategia, criticada por algunos demócratas por el riesgo que implicaba que resultara fallida y terminase empoderando y llevando al Congreso a aquellos más lejanos a sus ideas, terminó siendo un éxito como reconoció el escritor y analista John Podhoretz en su columna del New York Post, quién describió a Donald Trump como el gran factor “tóxico” de esta elección. “Trump es el equivalente político de una lata de Raid, es quizás el más profundo repelente de votos de la historia moderna estadounidense”, lo describió.
El dinero demócrata se utilizó sobre todo para avisos en TV que apoyaban al candidato de la primaria republicana que más fuerte enarbolaba los tópicos trumpistas anti-aborto, anti-vacunas, las teorías conspirativas sobre un Estados Unidos a punto de caer en manos del comunismo y, desde ya, que negase el triunfo de Biden en las elecciones de 2020.
No siempre esos candidatos con apoyo demócrata ganaron contra republicanos más moderados en sus estados. Pero en cuatro estados sí lo lograron y luego sufrieron duras derrotas en la elección de este martes.
En Illinois hicieron la apuesta más fuerte. La Asociación de Gobernadores Demócratas invirtió USD 34,5 millones en la campaña del senador Darren Bailey que se quedó con la candidatura a gobernador repitiendo que le parecía “espantoso” que la dirigencia republicana del estado haya reconocido la victoria de Biden. EL martes, Bailey sufrió una dura derrota frente al gobernador demócrata JB Pritzker.
En Maryland, el simpatizante de QAnon y otros grupos conspirativistas Dan Cox venció en la primaria republicana a Kelly Shulz, delfín del actual gobernador republicano, para luego perder este martes con Wes Moore, que será el primer gobernador afroamericano de ese estado.
En Pensilvania, los demócratas pusieron su dinero para apoyar la campaña del coronel retirado Doug Mastriano, un ferviente trumpista que fue parte de la turba que atravesó las vallas del Capitolio el 6 de enero de 2021 para evitar que el Congreso certifique la victoria de Biden. Mastriano ganó la primaria republicana pero perdío las gobernación por 14 puntos frente a Josh Shapiro.
En en el tercer distrito electoral de Michigan, los demócratas financiaron la victoriosa campaña en la primaria republicana de John Gibbs, al que Podhoretz define como un “lunático” ex funcionario del gobierno de Trump que tuiteaba que los colaboradores de Hillary Clinton participan de rituales satánicos y repetía que la elección de 2020 había sido un robo. Trump apoyó a Gibbs para que desplazara al republicano que tenía la banca por ese distrito porque había tenido la osadía de pedir el juicio político del ex presidente después de los inicidentes del 6 de enero. El resultado fue que Gibbs y los republicanos terminaron perdiendo esa banca propia en manos de los demócratas.
No es la primera vez que los simpatizantes de un partido se inmiscuyen en las primarias de otro. Pero seguramente fue de las más extendidas y osadas, quizás como un recursos desesperado ante las debilidades coyunturales propias.
La táctica de empoderar en la interna a los candidatos más cercanos a Trump finalmente resultó exitosa y le dio un aire vital a Biden para encarar su últimos dos años de mandato.