El notable valor de las caminatas de Messi: representaron el 60 por ciento de sus metros recorridos en Argentina vs. México
La Pulga recorrió alrededor de 5 kilómetros caminando, un valor que utiliza para luego sorprender a sus rivales con su explosividad; quiénes “corren” para compensar
Los datos físicos en fútbol son delicados de tratar porque no se trata de un deporte que se explique desde esa perspectiva. Son números complementarios, excepto para los preparadores físicos. Además, la cantidad de kilómetros recorridos por un jugador y su máxima velocidad, suelen quedar como meros datos curiosos, no vinculantes con la calidad del juego. Mucho menos cuando persiste la creencia de que el fútbol solamente se basa en la creatividad, el talento y la inspiración como excluyentes insumos primarios para el juego.
Messi no precisa correr, entonces no hace falta correr para jugar al fútbol. Ese es un pensamiento recurrente y muy reconocible. Es verdad que Messi no precisa correr, pero sí precisa que Acuña lo haga, como en otro momento lo hacían Dani Alves y Jordi Alba. Si se hace memoria, ubicamos en el partido contra México un pase largo de Messi hacia Acuña, en el que el lateral argentino ni siquiera arrancó y la pelota se perdió por el fondo. Messi cuenta en su mapa mental con ese tipo de subidas.
Nada nuevo: son las caminatas las que definen a Messi. Su trote leve y las aceleraciones. Detectar el espacio y llegar a ese lugar con una dosificación de energía y manejo de la paciencia admirables. Ver oro donde otros ven solamente pasto. Ese es el contexto del gol de Messi contra México, que sacó del letargo y del miedo a la Argentina en ese partido al borde del abismo.
FIFA divide los datos físicos en cinco zonas de acuerdo a los metros recorridos en diferentes rangos de velocidad: de 0 a 7 kms; de 7 a 15; de 15 a 20; de 20 a 25 y más de 25 kilómetros por hora. Messi completó poco más de 8,4 kilómetros recorridos en el partido y el 60 por ciento de esa distancia (4.900 metros) estuvo en el grupo de 0 a 7 kms.
Sus pasajes en alta intensidad -situados habitualmente entre los 20-25 kilómetros por los preparadores físicos de élite- fueron 72 en total, mientras que Acuña registró 101. Curiosamente, tanto Messi como Acuña llegaron a un pico de velocidad máxima en torno a los 29 kilómetros por hora, pero el “Huevo” alcanzó una distancia recorrida de 10 kilómetros contra México. Datos que vuelven relativa la cifra de velocidad máxima como un valor absoluto que nos hable de algo concreto en el partido. La intensidad física de juego de Messi y Acuña fueron diferentes. Es el rendimiento colectivo luego el que define el valor del aporte de cada una de las partes.
Rodrigo De Paul fue el jugador de métricas más altas a nivel físico con casi 11 kilómetros recorridos y 136 “high speed runs”, el máximo de la Argentina pero superado por los mediocampistas mexicanos Luis Chavez (162) y Héctor Herrera (140). Una manera de poner los datos físicos en contexto podría pasar por también contar la gran cantidad de traslados que tuvo De Paul cuando la Argentina circulaba poco la pelota y le costaba progresar en el campo.
Los datos físicos de Messi confirman cualquier percepción: no precisa correr para ubicarse y producir un gol de alta gama en medio de la nebulosa. Pero alguien tiene que correr, siempre. El fútbol es tan democrático que no le pide a cada jugador que haga todo. Y lo fundamental es no confundir quién debe hacer cada cosa.