El día después de Boca: las consecuencias en el plantel tras el bochorno en la final con Racing en San Luis
Benedetto volvió a quedar en el ojo de la tormenta, mientras Riquelme exhibió otra vez su autoridad al enviar a los jugadores a recibir la medalla de subcampeón; enojo generalizado por la reacción de algunos sobre Alcaraz luego del 2 a 1
Precisamente el Pipa fue uno de los responsables de que la definición del Trofeo de Campeones finalice antes de tiempo, al realizar en el campo de juego un gesto (dio a entender que el partido estaba comprado) que el VAR no dejó pasar.
Advertido por una tecnología (que a veces es muy detallista y otras veces no tanto), Facundo Tello le mostró la tarjeta roja y entonces, con cinco expulsados (antes Sebastián Villa, Alan Varela, Luis Advíncula, Frank Fabra y el delantero) reglamentariamente el Xeneize no pudo seguir jugando.
Entonces, un partido que pudo haber terminado dentro de los carriles normales (triunfo, derrota o definición por penales), terminó en bochorno.
Otra vez Benedetto quedó en el centro de la escena por un hecho ajeno a lo futbolístico. Como pasó cuando fue la voz cantante del plantel en el conflicto entre Agustín Almendra y el entonces DT Sebastián Battaglia, como ocurrió con su polémica arenga en el túnel de la Bombonera antes de enfrentar a Corinthians por los octavos de la Libertadores y como sucedió cuando se tomó a golpes de puño con Carlos Zambrano, durante el entretiempo del partido con Racing.
Boca cometió el peor de los pecados. Salió a jugar la final con Racing a la defensiva, con la convicción de que Víctor Blanco había ganado la primera pulseada con la designación de Facundo Tello como árbitro de la final del Trofeo de Campeones y Diego Abal a cargo del VAR. Ningún protagonista habló hasta ahora en los medios, pero es lo que piensan en los pasillos de la Bombonera dirigentes, cuerpo técnico y jugadores de la Ribera.
Ante eso hubo decisiones que pudieron potenciar la crispación en el ambiente de la final disputada en San Luis. Boca salió al campo de juego exhibiendo los dos trofeos ganados este año (La Copa de la Liga Profesional y la Liga Profesional) y todo el plantel posó para esa foto. Posiblemente sea algo normal, e incluso haya sido ideado como una forma de mostrarle a los boquenses puntanos esos logros. Pero también puede considerarse como una provocación. Está claro que nadie en el club lo interpretó de esa forma.
En ese contexto, sorprende que, así como ante los éxitos el club de la Ribera no se fija si traspasa o no los límites del respeto a sus rivales, sí exhibe una imagen demasiado sensible cuando el resultado no es favorable. Una vez más, el plantel dejó en evidencia una inmadurez llamativa para reaccionar ante un contexto adverso. Aun cuando estén convencidos de que el árbitro los perjudicó y aun cuando piensen tener argumentos para pensar que eso pueda ser cierto.
Después de un año muy favorable en el que fue campeón de la Copa de la Liga y de la Liga Profesional, en San Luis Boca retrocedió varios casilleros con respecto a la propia estructura que creía tener afianzada. Al igual que ocurrió en Brasil en julio de 2021, en aquel cruce de Copa Libertadores contra Atlético Mineiro en el que el VAR le anuló dos goles (Diego González en la Bombonera y Marcelo Weigandt en Belo Horizonte), más tarde perdió por penales y todo terminó en escándalo en la zona mixta, ante Racing hubo un plantel poco tolerante a la frustración.
El festejo desmedido de gol de Carlos Alcaraz fue acorde al contexto: cabezazo y agónico 2 a 1 sobre la hora. El delantero de la Academia se sacó la camiseta y la revoleó por los aires (solo por eso ya debía recibir una amonestación, y como ya tenía una amarilla se iba a ir expulsado). Luego, se colocó el dedo índice derecho sobre su sien (como hacía Lisandro Licha López) y finalmente se arrodilló de frente a los hinchas de Boca, se cruzó de brazos y sonrió.
El hombre de la Academia iba a ser sancionado por Tello como el reglamento lo estipula: segunda amarilla (por quitarse la casaca) o roja directa si el juez entendió que hubo una provocación del mediocampista ofensivo de Racing. De un modo u otro, los últimos minutos debían jugarse en paridad numérica: 9 contra 9.
Pero no. Porque varios futbolistas de Boca se dejaron llevar por el enojo y consideraron más adecuado increpar al goleador. Y allá fueron Óscar Romero, Luis Advíncula, Carlos Zambrano y Nicolás Figal (este último le dio un tirón de orejas), una forma de intentar hacer justicia por mano propia.
Todos reaccionaron de una manera exagerada. Se puede entender en el hincha, pero no en un profesional que debe saber que toda reacción tiene su consecuencia disciplinaria. Que incluso perjudicará a su equipo más allá de este partido en sí. Entonces, los dos peruanos debieron irse al vestuario. Junto a ellos también vio la roja Diego Pulpo González (discutió con plateístas de Racing). Y en la Academia, Galván.
Boca terminó exhibiendo una caricatura de sí mismo. Porque apenas el árbitro dio por concluidas las acciones por inferioridad numérica del xeneize, los futbolistas se fueron del campo de juego antes de la entrega de medallas. Pero minutos más tarde debieron volver por expreso pedido de Juan Román Riquelme. De hecho, según versiones, quisieron reingresar las copas ganadas durante el año, algo que el vice segundo les negó.
Mientras tanto, las repercusiones seguían también a distancia: Marcos Rojo publicaba en su Instagram una historia en la que decía: “Jajajaja. Qué grande sos Tello”, para elogiar de manera irónica la actuación del árbitro del partido. Como Rojo está lesionado, el Consejo de Fútbol apunta a un refuerzo como central izquierdo: Lucas Merolla, de Huracán. Y, según se supo, podrían buscar también un centrodelantero que compita por el puesto de 9 titular con Darío Benedetto.
El plantel xeneize, que fue licenciado hasta el 6 de diciembre, volvió a equivocar las formas. Y así como hace poco más de un año, en San Pablo, fue duramente sancionado por la Conmebol por arrojarle vallas de contención a la policía brasileña e incluso amenazarla con matafuegos en pos de “defender al club de un robo”, en San Luis repitieron la receta, coleccionando expulsiones que le pueden costar muy caro en el inicio de la competencia local de 2023.
En los próximos días el Consejo de Fútbol deberá tomar decisiones: la primera, la continuidad o no de Hugo Ibarra como DT. Lo que sucedió en la final ante Racing desdibujó parte de lo que el entrenador había construido, pero todo dependerá de Riquelme. Y, hasta antes de perder con Racing, Ibarra tenía ganas de seguir. El equipo de Boca no jugará hasta el año próximo, pero los dirigentes empiezan a resolver su propio partido: definir el cuerpo técnico y los refuerzos con los que encararán el gran desafío del año próximo. Tras dos conquistas locales en 2022, la obsesión, como siempre, apuntará a la Copa Libertadores.