A Japón se le atragantan sus milagros

Al de Berlín en 1936 le siguió la eliminación de los Juegos, como en Atlanta 96, cuando tumbaron a la Brasil de Rivaldo, Roberto Carlos, Bebeto y Ronaldo.

Jorge García Hernández
As
En el cuartel general de Japón, en las instalaciones del Al Saad, se camina muy diferente a lo que fueron los días posteriores al partido contra Alemania. El equipo de Moriyasu se dejó contra Costa Rica una ventaja por el camino y devolvió los pies a la tierra a un equipo que se había encontrado con una ocasión única. Para muchos el sino japonés que viene marcado por un mal ya pasado pero que atormentó a la Selección Española durante muchos años, el mal de octavos. Pero hay otro que los japoneses recuerdan al hilo del batacazo contra Costa Rica.

Al equipo de fútbol se le atragantan sus propios milagros, así es la leyenda. Todo empezó el 4 de agosto de 1936, en los Juegos Olímpicos. Allí aconteció lo que se bautizó como el Milagro de Berlín. En el primer partido de la competición, Japón se midió a Suecia, una de las favoritas al título. Los nórdicos se pusieron 0-2 arriba en el marcador, pero en una de las gestas más recordadas del fútbol japonés, Japón le dio la vuelta al partido y venció por 3-2. Pero el esfuerzo fue tal que varios jugadores acabaron lesionados e Italia les venció por 8-0 en el siguiente partido de cuartos de final.

Pasaron 60 años para que tuviera lugar otra gran gesta nipona. Esta fue en los Juegos Olímpicos de 1996. Del Milagro de Berlín, al de Miami. Allí, un gol de Ito sirvió para ganar a una Brasil con Dida, Roberto Carlos, Rivaldo, Ronaldo, Bebeto… Pero los asiáticos no digirieron aquello de la mejor manera. Después perdieron con Nigeria (2-0) y, aunque le ganaron a Hungría en el último partido, se quedaron fuera de la siguiente fase por diferencia de goles. Es una de las mayores desilusiones que se recuerdan, como perder las semifinales de los últimos Juegos contra España. Después de ganarle a Alemania, el batacazo con Costa Rica les vuelve a refrescar la memoria. Ahora tienen que ganar para vencer a sus fantasmas.

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