Un penal polémico, un reclamo inaudito y 149 goles: la historia que esconde la mayor goleada de todos los tiempos
El 31 de octubre de 2002, hace veinte años, el Stade Olympique de l’Emyrne marcaba 149 goles: todos en contra. El rival, AS Adema, solo tocó la pelota una vez. El partido, correspondiente a la última fecha de la la THB Champions League de Madagascar, quedó registrado en la historia por la cantidad de goles: en promedio uno cada 36 segundos
El 7 de octubre de 2001, en el estadio municipal de Mahamasina ubicado en la ciudad de Antananarivo, la capital del país africano de Madagascar, el Stade Olympique de l’Emyrne venció 1-0 al Association Sportive Adema, el acrónimo “Aeroports de Madagascar”, en la final del certamen. El 31 de octubre de 2002, 389 días después de ese encuentro decisivo, en el mismo escenario y con casi los mismos protagonistas, el SOE perdió 149 a 0 ante el AS Adema, que se había proclamado nuevo campeón dos días atrás.
El primer título en la historia del AS Adema no tuvo repercusión global. El mundo se enteró que se habían consagrado campeones porque le habían convertido 149 goles a su rival. La matemática consigna que hicieron un gol cada 36 segundos: el fútbol será el deporte más azaroso, fortuito y desvariado de todos, pero no hay construcción lógica ni temporal capaz de permitir una secuencia de hechos tan surreales. La mayor goleada en la historia -acreditado por el libro Guinness de los Récords- no es obra de la imprevisibilidad, la magia o la gracia del fútbol, sino de su perfil más ruinoso, más desaforado, más oscuro.
Para entender por qué hace veinte años se consumó el resultado más abultado de entre cientos de miles de partidos desde las últimas décadas del mil ochocientos, hay que retrotraerse a agosto de 2002. La liga de Madagascar de 2002 empezó el 4 de agosto: ocho equipos y siete partidos en una ronda preliminar que colocaría en la instancia final a los cuatro mejores. SOE -ese año había jugado por primera vez la Liga de Campeones de África y superado las dos primeras rondas en un hecho valorado casi como una hazaña- terminó puntero con trece puntos producto de cuatro triunfos, un empate y una derrota. AS Adema finalizó invicto y segundo con doce puntos tras tres victorias y tres igualdades. El anteúltimo partido entre ambos equipos antes del mítico encuentro de los 149 goles se disputó el 16 de agosto y finalizó cero a cero.
Los otros dos equipos clasificados a la ronda final fueron la Union Sportive Ambohidratrimo -USA- y el Domoina Soavina Atsimondrano -DSA-. Cada club debía jugar seis partidos en formato ida y vuelta entre el 20 y el 31 de octubre. En las primeras cuatro fechas y ocho encuentros se marcaron apenas diez goles: en promedio, menos de un tanto por partido. La quinta jornada podía ser decisiva: AS Adema marchaba puntero con siete unidades y el SOE segundo con dos puntos menos. Se debían enfrentar en la fecha siguiente -el 22 de octubre ya se habían cruzado con un resultado escueto: 1 a 0 a favor de AS Adema-. De repetirse el resultado en ambos partidos llevaría la definición al sexto y último duelo.
El 29 de octubre de 2002 AS Adema cumplió con su parte: superó por la mínima diferencia a la Union Sportive Ambohidratrimo. Restaba que el Stade Olympique de l’Emyrne hiciera lo mismo. La historia del “149-0″ empieza a escribirse ese mismo día. El partido se presentó parejo. Ningún equipo ganador en cualquier encuentro de la ronda final -salvo uno, claro- tuvo una diferencia de más de un gol. Lo ganaba el campeón vigente 2 a 1 a falta de pocos minutos para el desenlace. El Domoina Soavina Atsimondrano también necesitaba ganar si quería mantener aspiraciones de campeón: sumaba cinco puntos, los mismos que su rival. Un hipotético empate le otorgaba el título al AS Adema, que esperaba una resolución desde la cima la tabla con sus diez unidades.
Un polémico y discutido penal sobre el epílogo del partido sancionado por el árbitro Benjamina Razafintsalama decretó el segundo gol del DSA, la igualdad en el marcador y la consagración del AS Adema a una fecha del final del campeonato malgache de 2002. Lo que siguió fue un derrotero de actos paridos en ese gol de penal. El Stade Olympique de l’Emyrne habría elevado reclamos y denunciado una persecución arbitral ante la Federación Malgache de Fútbol -FMF, fundada en el ‘61 y afiliada a la FIFA desde el ‘62-. Los esfuerzos fueron estériles: no hubo corrección del penal sancionado, del resultado del partido y del devenido campeón.
Nada se modificó. Ni siquiera la celebración del siguiente y último partido del certamen, en el que se enfrentarían el SOE contra el AS Adema, en un duelo cargado de morbo por la rivalidad, por el sentimiento de injusticia y rencor que respiraba un equipo, por la exaltación e indiferencia que desbordaba el otro, porque el primer título de uno significaba la pérdida del bicampeonato del otro. El futuro dirá que el campeón volverá a ganar campeonatos y seguirá compitiendo ininterrumpidamente en la máxima división del país las dos décadas siguientes y que el perdedor no volverá a festejar jamás y desde 2013, caído en la monotonía de la segunda división, padece la maldición del 149.
El 31 de octubre de 2002, entonces, el Stade Olympique de l’Emyrne jugó contra el AS Adema la última fecha de un torneo nacional ya resuelto. El árbitro del partido fue Benjamina Razafintsalama, el mismo que había habilitado la coronación del campeón dos días antes gracias a un penal confuso que el DSA cambió por gol y empate. Las 48 horas de distancia no alcanzaron para morigerar la angustia o aplacar el encono.
Ratsarazaka Ratsimandresy, técnico del SOE, quiso que el partido se disputara bajo sus propias condiciones, en clave de protesta. Ordenó e instruyó a sus jugadores que no les permitieran jugar a los rivales. Lo cumplieron. La única vez en la que un futbolista del AS Adema tocó la pelota fue para sacar del medio. La posesión perteneció casi el 100% al equipo perdedor, que instrumentó un plan de ataque inaudito. Los líderes del equipo ejecutaron la obra: el capitán y marcador central Mamisoa Razafindrakoto, Manitra Andrianaina y Rakotoarimanana Tolojanahary convirtieron 149 goles en contra con complicidad de su arquero Dominique Rakotonandrasana.
Razafintsalama, el juez del encuentro, respetó el reglamento y le dio noventa minutos a los jugadores del SOE para convertir un gol cada 36 segundos, mientras en las tribunas, los asistentes se debatían entre asimilar la conducta de un equipo y exigir la devolución de la entrada. La maniobra para vociferar un furioso desagrado institucional ante decisiones arbitrales tuvo consecuencias ambiguas: un anhelado rebote internacional y, por añadidura, suspensiones éticas. La Federación Malgache de Fútbol sancionó de oficio a Ratsarazka por tres años y a tres de los futbolistas encargados de convertir los goles hasta fin de temporada sin poder competir en la liga doméstica y sin ser citados a la selección nacional. “Las sanciones se han puesto en marcha”, anunció en rueda de prensa, Jacques Benony, presidente de la Federación Malgache de Fútbol, un mes después del partido en cuestión, cuando el ministro de Deportes de Madagascar, René Ndalana, intervino el órgano rector del fútbol para iniciar una investigación.
Las agencias de noticias internacionales recrearon la historia enigmática del partido. “El recién coronado campeón de Madagascar, AS Adema, apabulló con un insólito marcador de 149-0 a un equipo que anotó deliberadamente goles contra su propio arco, en protesta contra una decisión del árbitro. El informe no señaló cuál fue la decisión del árbitro que originó la protesta, pero incluyó declaraciones de espectadores que dijeron: tras el enfrentamiento entre el árbitro y el técnico, los jugadores del SOE anotaron repetidamente goles en su propio arco, hasta concluir el partido con el marcador 149-0. Los jugadores del Adema sólo atinaron a quedarse quietos, observando anonadados cómo sus rivales se daban la paliza, según los testimonios”, informó la agencia Reuters. “La Asociación Inglesa de Fútbol cree que el marcador de 149-0 representa un nuevo récord mundial. ‘Ciertamente creo que es un récord mundial’, dijo el historiador de la FA, David Barber”, apuntó The Guardian, en un cable emitido una semana después del hecho.
Desde aquel 31 de octubre de 2002, ningún otro partido de fútbol registró una cifra similar. La mayor y peor goleada, el partido con más goles y con más goles en contra de la historia había superado un antecedente que ni multiplicándose por cuatro alcanza para igualar la cifra conseguida por los jugadores del SOE. El 12 de septiembre de 1885, el Arbroath FC venció al Bon Accord FC, en un encuentro correspondiente a la Copa de Escocia y celebrado en el Cathkin Park de Glasgow, 36 a 0. Apenas.