Un ángel le afloja la correa al Cholo

El argentino marca los dos goles de un Atleti pobre en el fútbol que acabó sufriendo ante un Girona que mereció el empate. Riquelme acercó a los de Míchel, que tuvieron dos palos.

Patricia Cazón
As
El partido que acabó con el Girona sobre la portería de Oblak buscando un empate que el portero y la madera le negaron, comenzaba con la celebración de la liberación de Griezmann. Griezmann fuera de su jaula, titular sin necesidad de mirar un Excel, ese Griezmann uno más y no solo a gotas. El mejor futbolista del Cholo también como interior, posición que le permite intervenir en la creación y la aceleración del juego mucho. Un Griezmann más necesario que nunca, abotargado el Atleti en el fútbol. También ante el Girona.

Porque salió el Cholo con Griezmann titular por detrás de Cunha y con Correa ocupando el lugar de Llorente y ese plan que el técnico se resiste a soltar: tres centrales atrás. Que la base del Girona de Míchel es esa y Simeone siempre juega alzando un espejo frente al rival. Pero le sigue faltando fútbol, aunque no ángel. Ese que a los cinco minutos del partido le ponía por delante. Reinildo roba una pelota y corre, Grizi recibe, pisa y espera. En el segundo palo asoma Correa como una exhalación. Y allá envía la pelota el francés. Correa, al primer toque y con la izquierda, la pone en la red. El ángel del Atleti es ese futbolista que sale y hace goles, sin excusas ni caras largas ante la falta de minutos que merece.

El partido había caído sobre el Girona como un ladrillazo. Sin Míchel en el banquillo, aún castigado, demasiado agitado, ansioso. Corrían los futbolistas, no la pelota, y el Girona sin la pelota es endeble y hasta vulgar. Pero sintió el Atlético el estómago lleno del gol y se la regaló. Total, un disparo y ya ganaba. Total, parecía el Girona de arena de playa. Pero su fragilidad se esfumó en cuanto tuvo el cuero en las botas. Comenzó a crecer sobre las internadas de Arnau, tejiendo desde atrás, cada vez con más presencia en el área de Oblak. Toc, toc. Quién es. Soy yo. Qué vienes a buscar. Tu red... Parecía cantarle al portero cada vez con más frecuencia. Achicaba Reinildo, comenzaba a impacientarse una grada en su día de peñas a la que el 1-0 no llenaba. El Atleti tosco y espeso, Witsel y Koke superados en un centro del campo otra vez sin control. Un Atleti muy lejos de ese del himno, el del coraje y corazón. Al Girona solo le faltaba que alguno de sus tiros fuera a puerta. A Carrasco le ha sobrado el verano. O es que directamente no ha regresado de él.

El Atleti sólo tenía a Griezmann. Griezmann con su mono de trabajo en la defensa y su luz arriba. Griezmann soltando balones a Cunha como chispazos de desfibrilador para que buscara la red de Juan Carlos con dos zarpazos. Pero el descanso llegó con un cabezazo de Yangel que se fue fuera pero podía haberlo hecho dentro. Perfectamente. Era el aviso de la segunda parte que vendría.

Una segunda parte sin Arnau, derribado justo antes del descanso por un pisotón de Giménez en amarillo-naranja, en la que Míchel cambió a sus dos carrileros. No tuvo tiempo su plan de instalarse en la hierba. Ahora lo que caería como un ladrillazo sobre el Girona sería su propio portero. Le regaló la tranquilidad al Cholo regalándole un balón a Correa: el argentino presionó y Juan Carlos trató de sacar la pelota jugada y se la brindó franca a su pillería.

Puro Riquelme

Simeone quiso aprovechar ese 2-0 para pensar en el Brujas. El resultado tenía guardián, Reinildo, duro y rápido en el corte. Pero, si salían Griezmann, Cunha y Carrasco a la vez, Míchel aprovechaba para introducir a Stuani. Y con Stuani siempre pasa algo. Nada más pisar la hierba, Riquelme, un minuto antes ovacionado porque el cartelón mostró su número por error, disparó desde fuera del área y la pelota pegó en Giménez para irse a la red. Riquelme pedía perdón mientras otro partido comenzaba, azotado el Atleti por ese refrán: no hay cuña peor que la de la propia madera. Salvaron entonces los guantes de Oblak. Porque el Girona tenía la pelota y con la pelota es vivo y mordaz. Stuani servía centros, todo pasaba alrededor de Riquelme. El equipo de Míchel otra vez toc, toc a la puerta. Pero obligado Oblak ahora a poner los guantes ante el fuego desde la frontal. Primero ante Taty Castellano y después ante Aleix García, quien le dobló la mano, apareció la madera. Oblak y los palos sosteniendo una victoria para el Atleti que acabó ante el Girona como acostumbra. Sufriendo. Y mucho.

Entradas populares