Tigre venció 2 a 1 a Independiente y le dio otro golpe, pese a los ajustes que había realizado Julio Falcioni

El conjunto de Victoria lo resolvió en Victoria, después jugar una primera parte del partido muy sólida

De la mano de Falcioni, el conjunto de Avellaneda había acumulado cinco victorias consecutivas, pero la fecha anterior se quedó sin racha tras la caída ante Central Córdoba por 2-1. Este domingo, en Victoria, se enseñó tan deslucido que evidenció que el maquillaje ya no alcanza para tapar las ojeras de años de malas determinaciones. Lo de Independiente es un poco más complejo que un cambio de conducción o una charla entre Fabián Doman, el flamante presidente, y el entrenador, que anunció que se irá cuando termine el campeonato.

El primer gol de Tigre

A los 13 minutos del primer tiempo quedó claro el mapa del encuentro. Una radiografía exacta de cómo Independiente se expresa en el campo de juego: desorientación en estado puro. Alexis Castro entendió todo lo necesario para romper el bloque defensivo de los Rojos, habilitó con precisión al paraguayo Blas Armoa, que sacó un disparo perfecto cruzado que sólo no terminó en el fondo de la red porque Milton Álvarez mostró sus reflejos para evitar que los Rojos recibieran un primer cachetazo.

El segundo de Armoa

No se trató sólo de una acción de peligro a favor de Tigre, tampoco una simple señal de desacoples defensivos del conjunto de Avellaneda. En realidad fue un aviso de lo que se desencadenó un puñado de minutos después. Porque nuevamente el equipo de Victoria desnudó los problemas en la línea de fondo del equipo del Emperador: Prieto rompió la resistencia por el lateral izquierdo, sacó un centro a ras de piso que Armoa, de anticipo, dejara sin reacción a Álvarez.

En apenas 19 minutos, el equipo local demostró por qué es uno de los más agresivos del fútbol argentino y las razones por las que Independiente tiene problemas más profundos que un cambio de conducción en lo deportivo e institucional. Y los pesares siguieron para los visitantes: en un córner a favor para los Rojos, Tigre encontró la llave para un nuevo directo al mentón del equipo de Avellaneda: Colidio leyó perfecto el rechazo de su defensa, condujo el contraataque y entendió cómo ofrecer la habilitación para este Armoa en estado de gracia, que sacudió otra vez el arco de Independiente.

El descuento de Independiente

Cada expresión del equipo de Falcioni deja traslucir la necesidad de recuperar esa esencia que lo ubica como uno de los equipos grandes del fútbol doméstico. Y desde ese lugar construye, como puede, su juego. Por eso, desde una acción de Benegas por la derecha en la que llegó más por empuje que a través de una acción colectiva, pudo conectar con Alan Soñora, que sacó un bombazo que le dio aire a Independiente y le cambió el semblante. Había descontado la diferencia; no era poco.

Independiente asomó diferente en la segunda parte, se mostró dominante, impuso condiciones desde el control territorial y de la pelota, pero sin demasiados argumentos sólidos. Como si se tratase de una declaración en la que la intención estuviese lejos de los hechos. Sucede que el Rojo es un cúmulo de talentos que está lejos de ser una comunión perfecta. Y la falta de sintonía para consolidar una imagen multiplica la incertidumbre colectiva y potencia la sensación de que se trata de un grupo endeble emocionalmente. Así fue como acumuló la segunda derrota consecutiva, mientras que Tigre se ilusiona con clasificarse a la Copa Sudamericana, y por qué no a la Libertadores.

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