Qué son las “bombas sucias”: radiactivas pero no atómicas y hasta ahora nunca usadas en combate
Rusia denunció la posibilidad de que Ucrania la utilice para culpar al Kremlin y generar una dura respuesta de Occidente, acusación que Kiev ha rechazado y que París, Washington y Londres consideran un “pretexto para una escalada”
El posible empleo de bombas sucias, que hasta la fecha no ha sido acreditado en ningún conflicto, genera una gran alarma entre la población porque su composición incluye elementos radiactivos pero, según los expertos, su capacidad destructiva no es muy superior a la del armamento convencional.
¿Qué es una bomba sucia?
También conocida como arma radiológica, la bomba sucia es un explosivo convencional, como por ejemplo la dinamita, enriquecido con material radiactivo que se disemina al estallar el explosivo, siguiendo una doctrina de uso similar a la de las armas químicas.
Pese a contener elementos radiactivos, las bombas sucias no son armas atómicas, que requieren una compleja reacción nuclear de fusión, y su alcance y el daño que pueden generar es solo una fracción ínfima del que es capaz el armamento atómico.
En el caso de las bombas sucias, el elemento radiactivo apenas eleva directamente la letalidad del explosivo, pero en teoría sí podría generar una contaminación en el área afectada que amplifica los efectos de un ataque con armamento convencional.
Sin embargo, la dispersión provocada por el explosivo genera un efecto de “dilución” del contaminante en el ambiente, reduciendo drásticamente la dosis radiactiva que sufrirían las potenciales víctimas.
Por ello, por encima de sus posibles efectos destructivos, los expertos señalan la capacidad que este armamento tiene de generar alarma entre la población.
Nunca utilizadas en combate
Actualmente ningún ejército del mundo incluye entre su armamento las bombas sucias, según un estudio publicado en 2021 por el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) del Ministerio de Defensa de España, que precisa que solo algunos grupos terroristas, principalmente islamistas radicales y supremacistas de EEUU, barajan su posible utilización.
En la guerra de Corea (1950-1953) EEUU se planteó y descartó su uso, señala el informe del IEEE, pero fue Sadam Husein, en la década de 1980, quien estudió su incorporación a un ejercito regular con el objetivo de eludir las prohibiciones internacionales sobre armas nucleares. Finalmente también abandonó el proyecto.
Según científicos de la ONU, Irak habría ensayado en 1987 la explosión de una bomba radiológica, desestimada por la baja letalidad.
Cuando llegó la década siguiente ningún ejército del mundo se planteaba ya el uso de las bombas sucias en combate por su escasa efectividad y su compleja manipulación, además de por las prohibiciones internacionales, con lo que su posible utilización quedaba restringida al ámbito de los grupos terroristas.
En noviembre de 1995 el líder checheno Shamil Basáyev anunció que un contenedor radiactivo se encontraba en el parque moscovita de Izmáilovo. En el contenedor había Cesio-137 y su nivel de radiación superaba cien veces la norma, aunque las autoridades rusas descartaron que pudiera poner en serio peligro la salud de la gente.
Expertos militares señalaron sin embargo que su explosión en un lugar determinado y en condiciones meteorológicas que hicieran posible la dispersión de los materiales fisibles sí podría convertirse en "fuente de sustancial contaminación radiactiva".
Desde entonces han sido frustrados varios intentos de grupos terroristas de desarrollar bombas sucias y no hay constancia de que haya llegado a materializarse ningún ataque de este tipo.
Ya en 2004 el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) denunció que "en casi todos los países" hay material para crear una "bomba sucia" y aseguró que más de un centenar de países tenían programas “inadecuados” de control y gestión para evitar y detectar el robo de materiales radiactivos”.
El organismo atómico, dependiente de la ONU, instaba a considerar este control “una prioridad”.