Osasuna doma al Madrid
La disciplina del equipo navarro acaba con la racha de victorias del Madrid, que pierde el liderato. Vinicius adelantó a los blancos con un gol polémico, empató Kike García y Benzema falló un penalti.
Aunque sea a ratos, el Madrid ha aprendido a sobrevivir sin Benzema, ese delantero que ya se sabía que era hibrido (mitad nueve, mitad diez) y hace cuatro años se volvió también enchufable. El equipo salió ileso de los primeros partidos a media luz del francés y de los tres y medio en que faltó, pero continúa siendo el jefe de la tribu. Así que Ancelotti se impacientó y le puso en cuanto pudo para uno de esos partidos pos-FIFA que carga el diablo. Esta vez no decidió.
El italiano sumó y restó esfuerzos de sus internacionales y acabó por dejar fuera, al margen de los lesionados, a los titularísimos Militao y Valverde para tirar del correturnos Rüdiger y de Rodrygo, que está cerca del empate con el uruguayo y con cualquiera del frente de ataque.
Al otro lado, Arrasate amagó con una cosa e hizo otra. No hubo defensa de cinco, pero sí trivote, dos extremos con filo (Abde y Moi Gómez) y un delantero tanqueta, Kike, el tercer García de la alineación. Con Aimar Oroz, que venía de una lesión de tobillo, no se atrevió de salida.
En busca de Vinicius
Osasuna no ofreció una primera presión de castigo como se esperaba. Se recogió en su campo, procuró hacerle la vida difícil al Madrid achicando su capacidad de maniobra y lanzó pocas contras. El equipo de Ancelotti se venció extraordinariamente a su izquierda. Esa es su caja de caudales: la banda de Vinicius y el territorio desde donde le gusta empezar todo a Benzema. Desde allí dominó el juego sin pisar en exceso el área. Hace tiempo que al Madrid no le corren prisa los partidos. Una cuarta parte de sus goles llegan en los últimos quince minutos.
Cuando Cuadra paró el choque para que se atendiera a un aficionado en la grada apenas había quedado nada registrado en el duelo: un enredo sin resultado en el área de Sergio Herrera, un remate al lateral de la red de Abde, cuyas diabluras tuvieron en vilo a Carvajal, un cabezazo fallido de Mendy, un bote pronto a ninguna parte de Nacho Vidal...
A esas alturas no había rastro de Rodrygo, cuya banda fue deliberadamente ignorada; ni de Benzema, que está por arrancar; ni de Ceballos, habitualmente un centrocampista muy absorbente que esta vez participaba muy poco del juego. A Osasuna, en cambio, le salían bien sus dos planes: su defensa era un telón de acero y Abde le estaba dando la tarde al Madrid. Un remate cruzado del marroquí, último episodio de una jugada que comenzó con un gilicórner del equipo blanco, fue la mejor ocasión de los dos equipos antes del descanso. Aún pueden encontrarse ejemplares de esa especie tan desprotegida: los regateadores.
Pronto descubrimos que el Madrid disimulaba. En cinco minutos, Osasuna le abrió un pasillo a Vinicius y pudo pagarlo caro. Su centro lo voleó cruzado Benzema a un palmo del palo. Y poco después, el brasileño le dio ventaja al equipo blanco en una de esas jugadas que bailan en el reglamento según los tiempos. Vinicius mandó un centro cruzado y cerrado, Rüdiger, en fuera de juego, hizo por llegar a él y se arrepintió al ver la pelota fuera de su alcance y esta acabo en la red sin que nadie la tocara. Cuadra creyó que el gesto, lejos del balón, no despistó a Herrera. Hace quince años este gol se hubiera anulado. Hoy, la letra pequeña que se pone y se quita cada año lo aguanta todo.
El lance también confirmó que el optimismo del Madrid es de tal calibre que se ve capaz de marcar hasta sin querer.
Coronilla de oro
Ese gol inesperado tuvo respuesta de Osasuna con otro de la misma condición. A un centro horizontal de tantos de Unai García le aplicó un toque letal de coronilla Kike García. A Rüdiger le faltó una décima y a Lunin un palmo. Ni uno ni otro pudieron estropear un golazo. El manchego estuvo a punto de repetir dos minutos después.
Ancelotti lo tomó como un aviso y reformó su centro del campo: Valverde y Camavinga a escena para ganar cubicaje. El uruguayo se fue a la derecha y el Madrid dobló la punta: Benzema más Rodrygo. Y Osasuna acentuó su 5-4-1 en defensa, una alambrada en la que se enredaba el Madrid.
El sufrimiento blanco pareció acabar cuando David García empujó a Benzema, que preparaba el descabello. Cuadra pitó penalti tras escala en el VAR y expulsó al central de Osasuna. Pero Benzema mandó su disparo al larguero. De ahí al final llovió metralla sobre el área navarra, pero esta vez el Madrid no pudo acompañar al suspense un final feliz. Hasta Mariano, que no es de fiar para Ancelotti, se sumó a esa acometida sin éxito. Esta vez su equipo llevó demasiado lejos la ley del mínimo esfuerzo.