NBA | LAKERS 104 - 106 BLAZERS / Misión imposible con Westbrook

Los Lakers iban 8 arriba con 5 minutos para el final tras alcanzar su mejor nivel de la temporada. Entonces salió Westbrook... y adiós.

Alberto Clemente
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Hay veces que la explicación más sencilla, por el simple hecho de serla, es la realidad. Y atar cabos cuando las obviedades se amontonan en tu camino no debería ser complicado. Es lo que pasa en los Lakers: saben cuál es su problema, pero no lo solucionan. Por un lado, por traer a Russell Westbrook, ya una estrella denostada cuando llegó a Los Ángeles, a un equipo que pretendía, y se ha quedado a años luz de ello, luchar por el anillo. Luego, por ser incapaces de traspasarle por reservarse una de las dos primeras rondas que tienen y mirar hacia un futuro en el que verán algo que el resto somos incapaces de vislumbrar. Y por último, por dejar que juegue. Westbrook va a percibir 47 millones esta temporada, está en un estado de crisis perpetua de la que no consigue salir, no mete un solo lanzamiento y tiene un currículum con el que cuesta mucho dejarle en el banquillo (MVP, rey del triple-doble, Máximo Anotador...). Pero cuando su presencia, tóxica en lo deportivo y en lo extradeportivo, es tan objetivamente dañina... en fin. Que alguien ate cabos.

Los Lakers son un equipo justo, . Su estrella, a un nivel enormérrimo, cumplirá 38 años el 30 de diciembre, . La intendencia es floja, . Su otra estrella se lesiona con facilidad, . El entrenador es novato, . Pero tener a Westbrook en sus filas y utilizarle cuando sabes que no tiene cabida en tu sistema, es de una insistencia tan agobiante que a veces exaspera a cualquiera. Y ese es el problema de los Lakers: Russell Westbrook. Un hombre que ha disputado unas Finales, que ha batido récords otrora impensables y que tiene una gran carrera en la NBA. Pero que no puede jugar a este nivel: no mete los tiros, se centra mucho en su estadística individual, su lectura de juego es cada vez más cuestionada, no defiende y no es resolutivo en los finales apretados.

Con menos de 5 minutos para el final del partido, un tiro libre de LeBron James procedente de un 2+1 dejaba a los Lakers 98-90. Parecía que el partido era suyo: un buen inicio, luego muchas dificultades y una mejora palpable en la segunda parte, con un inicio de último cuarto espectacular y una palpable dinámica ascendente. En esos minutos, los Lakers alcanzaron un nivel defensivo extraordinario, se dejaron de obcecar en lanzar triples (1 de 16 en la primera parte, 6 de 33 al final) y se dedicaron a martillear la zona y dejar que LeBron manejara el partido y Davis se hiciera fuerte en la zona. Fueron minutos casi mágicos en los que un grupo desmadejado de individuos se asemejó incluso a un buen equipo de baloncesto. Y entonces entró Westbrook... y adiós.

Los Lakers cayeron (104-106) en casa, por segundo partido consecutivo teniendo posibilidades de ganar (mejoraron ante los Clippers) y con un denominador común en la derrota: Russell Westbrook. Con 30 segundos para el final, intentó un tiro en suspensión inexplicable que dio una nueva posesión a los Lakers. Damian Lillard, soberbio (41 puntos, 15 de 25 en tiros) anotó un triple que dio ventaja a los visitantes tras un Instant Replay que le dio la razón a unos Blazers que parecían perder el balón. Y ahí, Ham volvió a sentar a Westbrook, algo que seguro que no gustaría al base, que se encarga de transmitir a la prensa su malestar siempre que no juega lo que considera que tiene que jugar. Tarde. Muy tarde: LeBron empató con un mate ante la apática defensa rival, Jerami Grant (16 tantos) convirtió ante LeBron, y el mismo LeBron falló en su intento de forzar la prórroga.

Así, los Lakers lo van a tener imposible. Ya parece, a priori, difícil que alcancen los playoffs. LeBron juega sin los tiradores que ha tenido siempre y aun así saca petróleo: 31 puntos, 8 rebotes, 8 asistencias, 2 robos y 2 tapones. Davis ha mostrado un nivel semejante a la burbuja de Orlando: 22 tantos, 10 rebotes, 3 asistencias, 6 tapones y un extraordinario poderío defensivo. Y el equipo es justo, pero con el talento concentrado en esos dos hombres podría sacar partidos adelante... si Westbrook no estuviera por ahí. Tras el 0 de 11 del otro día, que definió como una actuación “completa”, se ha quedado en 4 de 15, 0 de 3 en triples y una lógica aplastante. Los Lakers defendieron bien, forzaron hasta 19 pérdidas en sus rivales (6 de Lillard) y fueron mejores que los Blazers en varias fases del partido. Pero Westbrook salió a pista y se acabó lo que se daba. Y si quieren que juegue para que mejore su valor en el mercado y así poder traspasarle, está saliendo al revés. La explicación más sencilla a veces es la verdad. Y toca, es obligatorio, hacer una cosa que parece muy sencilla, pero que parece que no lo es: atar cabos.

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