La fiesta por Koke acorrala a Lopetegui
El Atlético gana a un fragilísimo Sevilla con goles de Llorente y Morata, en el día que Koke cumplía 554 partidos. Lesionado Rekik. Pitos en Nervión.
Comenzó el partido, ese 554 de Koke que en la tele, en DAZN, acompañaba Gabi desde la cabina (gran idea, compañeros), y tanto Sevilla como Atleti parecieron olvidar sus angustias. O quizá es que éstas salieron dictando la presión de un Sevilla-Atleti que nació pareciéndose a los Sevilla-Atleti de antes. Intenso, disputado. Lopetegui a un revés del despido. Simeone con las cornadas de Leverkusen y Madrid aún sangrantes. Ambos llevaban los miedos en la pizarra.
Simeone recuperaba el abrigo de Giménez y Savic y la defensa de cuatro en un 4-1-4-1, con Cunha a la izquierda, Witsel en su sitio y João en el banquillo. Lopetegui dibujaba un doble pivote con Gudelj y Delaney y apostaba por Rekik y Nianzou para tapar las bajas de Fernando y Acuña. Dolberg su 9 como Morata para el Cholo. Pero si Isco y Óliver parecieron alborotar de inicio y mostrar autoridad, en realidad todo era disfraz. Desmoldado fácil al primer soplo. Óliver e Isco en realidad no conectaban, se partía el Sevilla, se desesperaba Lopetegui ante una grada harta de desesperarse. Su equipo sin alma, atacado de nervios, con futbolistas que no han terminado de llegar (Nianzou). Un equipo que se asoma al abismo (16º, 5 puntos en siete jornadas) con el tono que su entrenador: crítico. El Atleti olfateó la sangre y se lanzó a degüello. Sobre un Kike Salas que era gruyère, sobre un Rekik lesionado, que se iba en el 28′, la izquierda del Sevilla autopista hacia Bono. Al minuto, el Atleti se ponía 0-1.
Porque nueve años, cuatro meses y doce días después de asistirle a Miranda para que el Atleti le volviera a ganar al Madrid en la final de la Copa del Rey en el Bernabéu, el hombre de la ‘C’ rojiblanca al brazo alzaba la cabeza y encontraba a Llorente mientras Telles llegaba al partido, aún frío, por Rekik. El 14, número Gabi, cruzó un derechazo inapelable a la red. 47 partidos hacía que no marcaba. 47, como los años que tenían los 553 partidos de Adelardo. La tarde era todo un círculo alrededor de esta fiesta, casi sentencia de muerte de Julen.
De niño a leyenda
El descanso llegó entre silbidos, el Sevilla regresó con tres atrás y Rakitic y Navas, convirtiéndose el segundo en jeroglífico para los rojiblancos. La mejoría del Sevilla se topó sin embargo en cada cruce con Savic, en la colocación perfecta de Witsel. Y volvió a suceder lo mismo: desmoldado a la primera carrera rojiblanca en contra, como si en vez de ímpetu lo suyo fuera estertor. Saque de Oblak de puerta, toque de Cunha y vaselina de Morata. Este Sevilla con la fragilidad de una pompa de jabón ante un Atleti que lanzaba el confeti para celebrar a su capitán.
Cuando llegó el tiempo de Grizi, los últimos 30′, ya estaba deshecho el Sevilla, solo le quedaban lo que taparan los guantes de Bono. O todo lo que el Atleti enviara fuera, que fue mucho. Ya el francés, Cunha o Correa. Y mientras João seguía mirando desde fuera, sin participar hasta el 86′ que se fue Nahuel (bien, sólido y firme), hacía ya diez minutos que se había marchado el hombre de la ‘C’ al brazo. Jorge Resurrección Merodio, Koke. Sin gol esta vez en el Pizjuán pero con toda la historia prendida en su rojiblanca. Y qué historia. 554 partidos ya para el chico de Vallecas. Y los que quedan.