Independiente: el inesperado árbitro de la Liga, entre despedidas y las transiciones
El Rojo acudirá al duelo de la última fecha en la Bombonera sin varios de sus referentes, y también será el último partido de Julio Falcioni como DT
El hecho de que el desempeño que vaya a tener en la Bombonera pueda determinar que el campeón sea Boca o Racing, dos rivales ancestrales, históricos y despreciados casi por igual, no hace más que ahondar la incomodidad que provoca en el Universo Rojo una situación en la que se ve metido “sin comerla ni beberla”.
Sin más compromisos hasta diciembre, el domingo el Rey de Copas bajará de manera prematura la persiana del año, y la finalización de varios contratos y préstamos abrirá entonces un período de negociaciones, charlas e ingeniería financiera. La flamante dirigencia conducida por Fabián Doman afronta varios desafíos: determinar quiénes se van y quiénes se quedan, buscar el modo de levantar las inhibiciones que pesan sobre las espaldas de la institución (también impedir que se sume alguna más), y desde ya, encontrar un entrenador que acepte las delicadas circunstancias que rodean al equipo para hacerse cargo del mismo.
Un repaso a lo ocurrido en 2022 no deja margen a la duda: la mediocridad futbolística gobernó a Independiente. Cuesta mucho esfuerzo encontrar un puñadito de partidos con buen funcionamiento y los números expusieron esa realidad. El Rojo estuvo a años luz de disputar nada importante. Ni siquiera la posibilidad de clasificar para la Libertadores 2023 le quedó cercana, y el repunte de las últimas fechas del torneo -en resultados, no en el juego- solo sirvió para maquillar la posición en la tabla y sumar puntos que pueden ser claves a futuro para los promedios.
Levantar la puntería aparece entonces como una de las prioridades de una directiva que asumió la conducción hace apenas quince días. El problema es que la economía le juega en contra, con un pasivo desbordado y deudas que crecen como hongos allá donde se pose la mirada.
En semejante contexto, disputar un encuentro que decide si festeja un adversario muy mal visto o el hiriente vecino del barrio no parece lo más saludable. Pero es lo que ha tocado. Los antecedentes despiertan fantasmas, como aquel partido ante Vélez en el Apertura 95 durante el cual parte de la hinchada gritó goles en contra porque dejaban sin chance a la Academia. Esta vez, sin embargo, la mirada parece estar en las antípodas. “Que el domingo cueste lo que cueste, el domingo tenemos que ganar”, fue el canto que se oyó en el Bochini en el cierre del último partido ante Banfield, como para zanjar cualquier duda, alejar sospechas y enterrar recuerdos vergonzantes.
En el predio de Villa Domínico se prepara la visita a la Bombonera como si de cualquier otro partido se tratase. El mandato, en definitiva, es el de siempre. Ganar, sin importar a quien se beneficie o perjudique. Ganar, y mandar al olvido cuanto antes un pésimo año. Ganar, y empezar a trabajar por un futuro más acorde con la historia. Resta por ver si este equipo, renqueante y en tiempo de despedidas, es capaz de satisfacerlo.