Hugo Ibarra y su redención: un ciclo que arrancó muy mal, generó críticas y terminó con una sonrisa
El entrenador tomó las riendas del primer equipo el 11 de julio y obtuvo su primer campeonato como DT
Porque es remarcable –e inolvidable- tanto su sello como su deuda a lo largo de las 21 jornadas que dirigió: maniobró admirablemente tantas bajas continuas y convenció a sus futbolistas de conseguir el trofeo con el corazón, despertando así a un equipo inicialmente vulnerable que pasó a ser prácticamente invencible, pero al que le faltó reflejar la jerarquía individual en el juego colectivo. La Copa Libertadores, el gran anhelo de cada año, precisa el carácter y la mística de este Boca, aunque también mucha más claridad.
Era el nombre que nadie tenía en los pensamientos. Nadie que se llame Juan Román Riquelme o Consejo de Fútbol. Fue un cimbronazo la salida de Sebastián Battaglia a comienzos de julio, tras la eliminación del certamen subcontinental a manos de Corinthians y su frase inoportuna por la falta de refuerzos: el equipo estaba en buen estado futbolístico. Ahí apareció el exlateral derecho en una escalada lógica: de forma interina, dejaba por unas horas a su reserva y tomó las riendas del plantel profesional.
Con una “decisión” con la que empezó a generar desconfianza en la tropa: los jugadores sabían que había sido el Consejo el que había sacado del equipo a Carlos Izquierdoz, el por entonces capitán que antes de jugar con los brasileños fue la cabecilla del reclamo de premios adeudados, aunque el actual técnico se hizo cargo de la determinación en su primera conferencia de prensa.
El ciclo arrancó pésimo: dura derrota (1-2) ante San Lorenzo, en Bajo Flores, con futbolistas sin actitud y Marcos Rojo festejando su gol con un abrazo a Izquierdoz en la cara de Ibarra. El Consejo ratificó igual su permanencia al mando, al menos, hasta diciembre.
Entonces, el temor externo: los hinchas querían (y aún quieren) a un técnico preparado porque creían que al “Negro” podía pasarle lo mismo que a Battaglia. Así como el exvolante dejó la reserva y suplió a Miguel Ángel Russo en 2021, el formoseño fue confirmado por sus dos títulos manejando a la reserva (campeonato y el Trofeo de Campeones).
Ante ese panorama, y viendo que cuando Boca jugaba en condición de visitante generaba indignación en los hinchas por el desgano con el que deambulaban (no hizo nada en el 0-2 ante Argentinos y el ahora descendido Patronato lo goleó 0-3), el hashtag “#TraiganUnDT” fue tendencia constante en Twitter. Además, porque el grupo se descontrolaba: Darío Benedetto y Carlos Zambrano se agarraron a golpes en el vestuario del estadio de Racing entre tanta impotencia por el mal juego.
Sin embargo, el progreso de Boca a lo largo del campeonato parece haber tenido su base en esa torsión con la que Ibarra tocó el orgullo y llegó a la convicción de cada uno (incluso, la de los fanáticos), pero también a la experiencia que él fue ganando. Es que, justamente, si se pone la lupa en los primeros contactos del DT con los micrófonos y se lo compara con el de ahora, será innegable que tiene una madurez más acorde.
Su falta de tacto en momentos así, por ejemplo, hacía que en aquellos cachetazos decidiera no salir a hablar: en cambio, en los triunfos sí mostró ganas de brindar sensaciones. O como cuando empató sin goles en Brandsen 805 ante un Rosario Central juvenil de Carlos Tevez: “Hicimos todo lo que pudimos”, dijo sin más Ibarra, como si fuera un inexperto del mundo azul y oro.
Las declaraciones de Ibarra
Nada que ver al de ahora. Claro, ese crecimiento de todos hizo que Boca no perdiera durante dos meses y medio. En ese período de tranquilidad, empezó a acoplarse con mensajes serenos y otros contundentes: “Antes no quería decir nada con respecto a la lucha del título porque había otros equipos arriba, pero ahora vamos a pelear hasta el final”, no esquivó la responsabilidad apenas consumado el triunfo ante River (1-0), una de las jornadas que marcaron este camino glorioso por anular –aun con su inexperiencia- cada intento táctico de Marcelo Gallardo.
Ese “antes” al que se refirió fue la tarde eufórica frente al por entonces puntero Atlético Tucumán, otra noche inolvidable de su campeonato: perdía, se le apagaban las aspiraciones de campeonar y mandó a la cancha a uno de sus pichones de la reserva: Luca Langoni, que revirtió el encuentro y le dio inicio a su papel trascendental (siete goles) en la recta final del torneo. Otro punto en favor del DT.
Incluso, tras la caída ante Newell’s de hace ocho días (la única en los últimos 16 encuentros del torneo), Ibarra sí dio la cara. Lejos de preocuparse porque podía empezar a ponerse en peligro la definición, esbozó sonrisas de tranquilidad: “Sigue dependiendo de nosotros (le faltaba en ese entonces el pendiente con Gimnasia). Son partidos que están dentro de las posibilidades”.
La estrella Nº73 de la historia del club le pertenece también a Battaglia, por los nueve puntos que cosechó. Aunque el mayor mérito se lo llevó Ibarra, que rescató 45 unidades de 63 posibles. Un técnico inesperado, al igual que su título. Por eso, Boca lo festeja con un mayor goce.