Gallardo nos hizo mejores
El DT de River anunció que no seguirá. Vaya si "ha sido una hermosa historia", cómo él mismo lo dijo.
Gallardo mejoró al fútbol argentino desde 2014 hasta hoy. No solo con equipos brillantísimos, lo mejoró con su dialéctica. Decir, cuando había que decir, hacer cuando había que hacer. El Muñeco era el salto de calidad permanente en una coyuntura que se empobrece a todo nivel desde hace años. Una pérdida gigante para el medio que continuará su triste pauperización sin aquel que la equilibraba. El Muñeco era una flor en este barro, tal vez.
Gallardo mejoró al hincha de River. Lo hizo con sus inolvidables victorias pero también lo hizo con las derrotas. Entendimos todos que la permanencia se da no solo ganando seguido si no mejorando y aprendiendo cuando el logro no se consigue, que es la mayoría de las veces. Por eso en River no escuchas insultos a jugadores desde hace años. Por eso la cancha está explotada siempre jugando bien o jugando mal, por eso el jugador deja la vida por estos colores. Por eso no se escucha un silbido.
Gallardo mejoró a los dirigentes. Podría argumentarse que la incumbencia del entrenador en todas las áreas era desmedida. No obstante, ese profesionalismo generó todo tipo de instancias de crecimiento para River. Desde lugares para entrenar, pasando por el campo de juego, enriqueciendo el trabajo formativo e institucional. A medida que el Muñeco crecía como entrenador, River creía, aun más, como club.
Generaciones han quedado marcadas a fuego por el Muñeco. Las del pecho inflado, las del orgullo y la jactancia, las que sintieron identificación y referencia. Las del respeto. Y algunas otras, las menos, que han tenido que vivir a la sombra y que quizás hoy tengan una pequeña sonrisa porque una etapa, la más dolorosa que puedan imaginar, se cierra. Se entiende, Marcelo Gallardo es el emblema de Madrid, es quien llevó al plano de los real aquello que soñaste y pensaste que jamás iba pasar: ganarle una final de Libertadores a tu clásico rival. Eso quedará escrito por siempre en la historia.
Lo vamos a extrañar, fueron ocho años inolvidables. Domingos y miércoles de entregar el corazón en señal de agradecimiento con esos "Muñeeeeco". Los viajes, los triunfos, las derrotas, los chats, las alegrías, las tristezas, los amigos, las amigas, todo aquello que estaba con el padrinazgo y la contención del Muñeco. El Muñeco mejoró la vida de los y las hinchas de River. Con sus equipos memorables que permanecerán en el corazón y la memoria pero con una interpelación directa del corazón millonario que él entendía como nadie.
¿Qué sigue ahora? El fruto de su trabajo, acaso lo más importante. Un River que debe mantener su hegemonía sin la cabeza del grupo pero sí con un convencimiento general de que el camino no es otro que éste que llevó adelante, de manera magistral, el mejor entrenador, por lejos, del fútbol argentino.
El River del Muñeco, grandeza pura.