Flamengo, campeón de la Copa Libertadores: se consagró más por el trayecto que por la final, un tímido 1-0 sobre Paranaense con un jugador más
En Guayaquil, el cuadro carioca se impuso a un limitado adversario, que tuvo un futbolista menos durante todo el segundo tiempo; sólo un equipo argentino le quitó puntos
Los torcedores de Athletico Paranaense, aunque en clara minoría, también se hicieron escuchar en la segunda final subcontinental para el club curitibano, 17 años después de quedar a las puertas de la gloria, cuando perdió contra São Paulo, en 2005. El amarillo que se mezcló con el rojo y el negro predominante en las tribunas fue puesto por los espectadores locales, que eligieron vestir las camisetas del seleccionado local (dirigido por Gustavo Alfaro) y del Barcelona guayaquileño.
Antes de comenzar el encuentro, por historia, tradición, presente y billetera, estaba más que claro de qué lado estaban los favoritos y quiénes llegaban con el cartel de “azarão”, para dar el gran golpe. Según el sitio Transfermarkt, el armado del plantel de Flamengo para encarar esta Libertadores costó 103.500.000 euros, si tenemos en cuenta únicamente la adquisición de derechos federativos de futbolistas. Por su parte, los de Luiz Felipe Scolari desembolsaron “apenas” 19.500.000 euros. Comenzando por ahí, la diferencia es abismal.
Compacto de Flamengo 1 vs. Paranaense 0
Pero, bien sabido en el fútbol está, que el dinero no siempre compra los laureles. Y así de decidido se paró en el campo Athletico Paranaense, que venía de eliminar en semifinales a Palmeiras, el gran “cuco” de la región, que guarda frescas en sus vitrinas las Libertadores de 2020 y 2021. Desde el comando de Fernandinho, único jugador del Furacão que estuvo en cancha en el subcampeonato de 2005, cuando Athletico aún era Atlético, y volvió de Manchester City para darle jerarquía al plantel de Felipão, el rojinegro de Curitiba neutralizó en los primeros minutos a Giorgian De Arrascaeta, Éverton Ribeiro y Pedro, principales figuras de Flamengo, con férreas marcaciones individuales, e inclusive estuvo cerca de abrir el marcador con una doble chance que no supieron terminar Vitinho ni Alex Santana.
Sin embargo, poco a poco los de Dorival comenzaron a soltarse en medio de un juego tenso, marcado por el calor de la tarde en Guayaquil. Justo allí, cuando se extinguía el primer tiempo, Patricio Loustau expulsó por segunda tarjeta amarilla a Pedro Henrique, de Athletico, e instantáneamente Flamengo supo que tenía “el cuchillo y el queso en la mano”, como suele decirse en Brasil cuando aparecen esas oportunidades inmejorables. Los talentosos del Mengão olfatearon la chance y ni siquiera esperaron al segundo tiempo para abrir el marcador. Después de una pared perfecta con Rodinei, Éverton Ribeiro encontró a Gabigol en el centro del área y el delantero –lo sabemos– no suele fallar.
A pesar de su comprobada astucia y enorme experiencia, Felipão Scolari, que procuraba su tercera Libertadores (la ganó como director técnico de Grêmio y de Palmeiras), se encontró con una complicada situación; salir a buscar el empate exponiéndose al conocido poderío del rival o simplemente entregarle la pelota a Flamengo, cuidar el arco de Bento y aferrarse a alguna posibilidad aislada. Fue esta última la opción elegida. Sin embargo, los minutos fueron pasando y Flamengo “cocinaba” el partido, buscando los espacios, ahora con paciencia. Hasta que al Furacão no le quedó otra, tuvo que arriesgar. Scolari mandó a la cancha a los delanteros que suelen ser titulares, el uruguayo Agustín Canobbio y Pablo, desprotegiendo, de una vez, su zona defensiva. El riesgo era inminente.
A pesar de algunos intentos de Paranaense con pelotas paradas, Flamengo siempre estuvo al borde de dar el golpe de nocaut. Pero el gol no llegó, ni para unos ni para otros. Así, el trofeo más codiciado entre los sudamericanos, que se le había negado a los cariocas un año atrás, cuando perdieron ante Palmeiras en el alargue, en Montevideo, regresó a la Gavea, sede principal del Mengão. Con el tanto oportuno de Gabigol, los de Dorival Junior, un entrenador que fue mirado de reojo en su llegada y terminó coronando una temporada exitosísima, Flamengo se quedó con la tercera Libertadores de su historia, una colección que, a juzgar por el plantel y la capacidad de inversión del rubro-negro carioca, puede continuar creciendo en los próximos años.
Con paciencia y jerarquía, el Mengão cosechó una nueva conquista de peso y se convirtió en el club brasileño más veces exitoso del siglo XXI, con 23 trofeos, entre campeonatos estaduales, regionales, nacionales e internacionales. Cerró una campaña invicta, fastuosa, en la cual obtuvo 12 triunfos y un empate; el único adversario que en un partido no cayó a sus pies fue un argentino: Talleres, que en Córdoba rescató un 2-2 en la etapa de grupos.
Además de la gloria, Flamengo se metió al bolsillo casi 24.000.000 de dólares por toda su trayectoria en la actual Copa Libertadores, lo que puede ayudar a enriquecer aun más su plantel repleto de estrellas y, sin dudas, agigantar su dominio en el continente.