El Madrid se toma el día libre
El equipo de Ancelotti suma su primera derrota del curso en Leipzig tras tirar el primer tiempo. Deberá ganar al Celtic para asegurarse la primera plaza. Vinicius fue su único argumento ofensivo.
La amabilidad del grupo y un arranque vertical permitieron al Madrid dejar en casa sus balones de oro presentes (Modric y Benzema) y quién sabe si futuros (Valverde) a falta de dos jornadas para completar la fase de grupos. Y es que el partido no era inapelable para ninguno de los dos: a Leipzig y Madrid siempre les iba a quedar la última jornada para una reparación de daños. Y daños sufrió el Madrid. Ancelotti le dio su primera oportunidad como titular a Asensio, un futbolista al que le falta un céntimo para el euro: una izquierda prodigiosa, una conducción magnífica y un don para el gol... que van y vienen. Y como el Madrid es cosa de todos los días, no ha acabado de encajar ni con Zidane ni con el italiano. Va para promesa incumplida. No desmintió ni defectos ni virtudes. Anduvo 44 minutos en el limbo y apareció entonces para darle un gol a Vinicius que maquillaba un primer tiempo espantoso de su equipo. Repitió chispazo en la segunda parte, pero esta vez el brasileño no estuvo tan certero. Esa es su carrera: algunos muletazos y pocas faenas.
Un mal comienzo
El Leipzig, un equipo que ha tomado todos los atajos posibles para pasar de cero a cien en trece años, quiso ser lo que no fue en Madrid y sí lo que predica Rose, un equipo bravo en la primera presión, con una circulación ligera y vocación de acabar cada jugada. Un comienzo acorde a su estado de necesidad. A los 55 segundos, Courtois interceptó como un gato un pase de la muerte de Forsberg con varios candidatos para el remate. El Madrid tomó nota y paró esa primera embestida, pero a balón parado no estuvo tan atento. Antes del primer cuarto de hora se vio por detrás en un córner. Lo lanzó Szoboszlai, lo cabeceó picado André Silva, Courtois sacó aquel remate diabólico y Gvardiol, ese central que será, según varias consultoras, el primer defensa por el que se pagarán cien millones, no perdonó en el rechace. Se hablará de ese gol en la charlas pospartido de Ancelotti.
También del despiporre que llegó después, con el campeón en paradero desconocido. Superado en intensidad, velocidad y ganas, fue tragándose una ocasión tras otra. Resultó clamorosa la indefensión de Courtois, obligado a salir a la aventura ante Nkunku y a adivinar una rosca de Simakan antes de que el primero se encontrara en el área con un balón que no supo sacar Tchouameni para firmar el segundo tanto. Nkunku fue un tormento para el Madrid desde la mediapunta. Nacido en la cantera del PSG, sirve de muestra de cómo afecta la presbicia a algunos gigantes: miran tan lejos que no ven de cerca.
Después de levantar por las solapas al Madrid durante media hora, el Leipzig miró al marcador y bajó las revoluciones. También se reordenó el equipo de Ancelotti y, aunque tarde, compareció en el partido.
Vinicius y poco más
En un arreón encadenó dos remates tan potentes como faltos de colocación, de Rodrygo y Vinicius, que rechazó Blaswisch. Los dos brasileños fueron el único activo del equipo blanco antes del descanso, especialmente Vinicius, que parcheó el mal rato del Madrid con su gol, en la única arrancada potable de Asensio, que culminó con un centro al área cabeceado con aire de nueve por el brasileño. Cada día aprende un idioma.
El tanto de Vinicius abrió otro capítulo en el partido. El Leipzig le perdió el gusto a la pelota y cambió de plan. Descolgó a Nkunku arriba y apostó por su velocidad mientras el resto resistía. Rüdiger aceptó ese pulso con el francés. El Madrid, con él, no compró un central sino una gendarmería.
El equipo de Ancelotti tuvo más la pelota, le puso un punto de agresividad y se asomó al área con cierta frecuencia, pero le costó pasar de ahí. Casi todo lo que intentó murió en el último pase. Ancelotti cambió entonces a sus laterales para darle más vuelo al equipo. El Leipzig solo permutó pieza por pieza porque aquel fuego del primer tiempo se había extinguido. Rose tiró de dos titulares que venían de un periodo de inactividad, Dani Olmo y Werner, aquel delantero que se fue a la Premier pero se dejó los goles en Alemania. En su primera intervención rozó el tanto en un tiro cruzado. En la segunda le dio la puntilla al Madrid al rematar a puerta vacía un centro preciso, tras galopada, de Simakan. Un minuto antes, ya con Hazard en el campo, había tenido el empate Vinicius, pero no era la noche del Madrid. Rodrygo, de penalti, dejó la derrota en mínimos. Un gol insuficiente para expiar los pecados del equipo en la primera mitad.