Dr. Gattuso y Mr. Gennaro
Empate de locos entre un Valencia que lo bordó en la primera mitad y se derrumbó en la segunda, pero que tuvo un penalti para ganar. El Sevilla sigue buscando su identidad.
Sí. Sampaoli sigue buscando una identidad para este Sevilla y esta vez se inventó un 3-3-3-1 que naufragó durante una primera parte de claro color valencianista. Cavani, que ha tardado en golear pero ya suma tres tantos en dos partidos, se paseaba por área sevillista como Pedro por su casa y, pronto, a los 5′ certificaba la superioridad de su equipo con un gol de cabeza a centro de Foulquier. Llegaron tarde Telles, Bono y sobre todo, Carmona. El joven canterano pagó su aturdimiento y el de todo el Sevilla con una sustitución, por Navas, a la media hora.
No mejoraron entonces todavía los locales, impotentes muchos minutos más, sino entrada ya la segunda parte. Mir, al que Mamardashvili había hecho un doble paradón en el único chispazo ofensivo sevillista antes del descanso, marcó pero en ligero fuera juego y a partir de entonces se sucedieron las ocasiones nervionenses: Gudelj, al larguero; Papu, casi al palo; Lamela a bocajarro pero al muñeco... Y el propio Lamela, a la salida de un córner, tras una buena peinada de Kike Salas.
Mir casi consuma la remontada tras dos errores seguidos de Diakhaby, cuando el partido ya había entrado en un descuento digno de manicomio. Milagrosamente no remontó el Sevilla y por intervención divina, del Divino Bono más bien, no acabó ganando el Valencia. Con los de Sampaoli colgados del larguero rival, Navas cometió un error, Papu derribó a Kluivert al borde de área y después de que el argentino viera la roja el VAR le reveló a Soto Grado que Kike Salas había cometido falta fuera de área. Gayà no lo tiró bien y Bono volvió a demostrar por qué estaba nominado al premio Yashin horas antes, en la gala del Balón de Oro. Una parada que, al menos, deja en el sevillismo un regusto a esperanza.