Boca gana a lo Boca: no luce, juega con fuego, pero la inercia ganadora lo lleva a la cima de la Liga
Otra vez festejó en la Bombonera; un escueto 1-0 sobre Vélez, con gol de su nueva joya: el Toro Morales
Patronato le había dado vuelta el encuentro a Atlético Tucumán, el por entonces puntero del campeonato, y el altoparlante de la Bombonera lo anunció a los cuatro vientos. Toda una motivación para las colmadas tribunas, que -fuera cual fuere la función del Decano- necesitaba que su equipo le regale un triunfo ante el Fortín, penúltimo de la tabla de posiciones, para seguir prendido en el desenlace del torneo. Así las cosas, el público se entusiasmó: “¡Para ser campeón, hoy hay que ganar!”, fue el mensaje inmediato.
Era la oportunidad. Ya había dado la talla en otras pruebas que, igualmente, no le permitieron llegar bien a lo alto. Aunque este Boca –ya se sabe-, por su falta de identidad, no garantiza que la chance servida y un flojo rival deriven en un premio fácil. Entonces, como en tantas otras ocasiones, sufrió demasiado el partido.
Entre la palidez en todas sus líneas, un mediocampo que no justificó por qué es titular (Martín Payero y Oscar Romero pasaron desapercibidos, mientras que “Pol” Fernández mantiene un rendimiento decadente, regalándole muchos ataques a Vélez) y las oportunidades claras que tuvo Vélez en ambos tiempos, aún no se explica como los de Ibarra no estuvieron en desventaja en algún momento del encuentro.
Lo mejor del encuentro
En todos los puestos, en realidad, no: Agustín Rossi fue ovacionado, volvió a deslumbrar y fue clave para el triunfo con repetidas intervenciones. Desde su buen achique a Lucas Janson en un mano a mano del primer tiempo hasta las atajadas en el segundo: primero, respondiendo a un remate esquinado de Mateo Seoane y, luego, otro mano a mano, esta vez ante Walter Bou, que sacó con la pierna izquierda.
A Boca le faltó todo. O casi. Porque estuvo custodiado en el arco, pero también hay un juvenil que por estos días está tocado con la varita mágica: el “Toro” Morales. Ya había convertido su primer gol el miércoles, ante Quilmes (3-2, por la Copa Argentina, en Mendoza), pero le faltaba cumplir su gran sueño: hacer uno en la Bombonera. Vaya si lo hizo. Faltando diez minutos, le cayó un remate forzado de Alan Varela y la capturó en solitario dentro del área: se tomó su tiempo, hizo una leve gambeta ante la salida de Leonardo Burián para volver a agrandar el arco y definió bárbaro. Infló la red, pero –sobre todo- hizo delirar al estadio como siempre se lo imaginó, para ser más puntero que nunca y ratificar una racha positiva que ya lleva 13 encuentros sin caer.
Ganar a lo Boca es sinónimo de euforia, sufrimiento y desahogo. Así parece funcionar este grupo. Juega con fuego, claro. Aunque se insiste: a medida que pasan los triunfos, más se afirma el concepto de que el espíritu ganador que recuperó es transmitido al rival de turno: “En algún momento, de alguna manera, te lo voy a ganar”, parece decirle este Boca a los que van quedando por su camino.
Más que una casualidad parece una causalidad, producto del estado perdido cuando debe elaborar. Obtiene los tres puntos, que es lo importante. Desde que la confianza empezó a ir en aumento, al elenco azul y oro se le hizo costumbre ganar en los segundos tiempos.
Ante Defensa y Justicia apareció Luis Vázquez en la última del partido, en Florencio Varela. Luca Langoni apareció con un doblete (a los 77 y 87 minutos) para revertir el resultado ante Atlético Tucumán, el ahora exlíder, pero también para ganarle a Colón, en Santa Fe: a los 28 de la última parte, también puso el 2-1.
Llegó el superclásico y la batalla táctica ganada por Ibarra se reflejó recién promediando el segundo tiempo, con el cabezazo de Darío Benedetto. El atacante que volvió al gol y repitió ante Lanús, en el Sur, faltando un minuto para el cierre.
Ayer, la Bombonera explotó con un Toro suelto en el segundo tiempo para ganar. Otra vez, a lo Boca.