Boca es campeón por Boca

Nadie le regaló nada. Se sobrepuso a salidas inesperadas y a lesiones crueles. Todos le jugaron a muerte hasta el final. Boca es el mejor: suspendan el Trofeo de Campeones, o que juegue Primera vs. Reserva.

Ibarra y su Boca campeón:

Boca es el campeón y hay un carnaval en la cancha que se extiende a todo el país, con algunas excepciones. Del otro lado del Riachuelo, las estrellas están escondidas entre nubarrones y el cielo está negro, comprensiblemente negro. Boca ratifica lo que viene sucediendo desde hace años: es el puto amo del fútbol argentino. Por encima de los nombres. Otra vez. Siempre. Y lo es por Boca. No por River. Es una necesaria aclaración en medio de tanta confusión. A Boca le alcanzaba con sacar el mismo resultado que Racing, y lo sacó. Racing no pudo y es un problema que deberá resolver puertas adentro. No jodan más los que dicen que fue el mejor del año: el mejor gana (aunque sea alguito). Y Racing no gana. Gana Boca. Y festeja. Y grita. Y da vueltas. ¿No fue lo suficientemente vistoso? ¿No fue lo suficientemente sólido? ¿No jugó bien? La única verdad es la realidad: fue mejor que los demás. 

Ningún otro supo reponerse de las adversidades como Boca. Y tuvo muchas. Más que sus rivales directos, más que todos. A veces, dolores autoinflingidos, es cierto: salidas intempestivas, desprolijas, poco claras (Battaglia, Salvio). La pérdida de hombres valiosos afuera y adentro como el capitán Izquierdoz. Pero también hubo coyunturas que resolver sobre la marcha, lesiones tremendas: Villa, Benedetto, Rojo. Habrá que creerle al Negro Ibarra cuando habla del valor del grupo. Valor por valía y valor por valentía: sus pibes, los de la Reserva, estaban listos para salir y mostrar de qué están hechos. Están hechos de Boca. Transpiran Boca. Tienen la camiseta tatuada en la piel.


Hubo que sufrir hasta el final porque no sobró absolutamente nada. Si uno repasa la formación original de Boca y la que terminó jugando, se dará cuenta de las bajas terribles. Y hubo que sufrir, también, porque Independiente -este Independiente que cierra un ciclo, disminuido y en plena crisis- siempre quiso más, quiso ganar, quiso salir de la cancha con el orgullo en la mano, sin manchas, y lo hizo. Cuando haya otra definición así, seguramente volveremos a hablar de cosas raras, de deseos cruzados, porque no escarmentamos. Esto que pasó el domingo 23 de octubre de 2022 es un cachetazo a todos los que pensamos mal. Lo puede decir Rossi, que durante el partido tuvo dos tapadas dobles que estarán en todos los resúmenes del campeón. Lo puede decir Pol Fernández, que tuvo que saltar y peinarla justo sin dar tiempo a que la Bombonera entrara en pánico. Lo puede decir Villa, que fue del banco de suplentes a su lugar preferido en el mundo, la izquierda del ataque, bailó a un par de rivales y terminó ajustando al ángulo un tiro libre al corazón. Lo pueden decir Zambrano, que atajó a la par de Rossi, y Romero con su mira calibrada. Hizo falta lo mejor de todos para sobreponerse a los errores y ganarle al Independiente de un viejo campeón como Falcioni.

Boca ganó el torneo casi sin proponérselo: no era un objetivo principal en este segundo semestre. Lo ganó de guapo, subiéndose a los empujones al tren de las seis de la tarde. Sin brillar, pero opacando a todos. Con una identidad final más cercana al corazón que al juego, aquel estilo que alguna vez se definió como "a lo Boca". Dientes apretados y a seguir. Y que evidentemente alcanza para el ámbito local. Pero cuando baje la espuma del champagne, habrá que hacer planificación y revisiones porque todos -todos- estamos esperando otra cosa. Otro fútbol, otro Boca, otro título.

No habrá tiempo de relajarse. Se vienen la Copa Argentina y el Trofeo de Campeones, que deberá cambiar de nombre: se lo dan a Boca directamente o que se llame Trofeo de Campeón vs. Subcampeón. O que jueguen la Primera contra la Reserva. No tiene sentido disputarlo, es una boludez. Ninguno salvo Boca tiene derecho a jugarlo. Eso sí: gracias a todos por competir. A los que la pelearon hasta el final. A los que cometieron errores de pronóstico como Copetti (está listo para trabajar en el Servicio Meteorológico Nacional) y a los que confiaron siempre, como Rojas, que felicitó a Boca antes de tiempo. Y está bien. ¿A quién iba a felicitar? ¿A Racing?

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