El Sevilla recupera el orgullo

Sampaoli le cambia la cara a los de Nervión, muy competitivos en el Westfalenstadion, aunque el empate parece insuficiente para seguir en Champions.

El Sevilla recupera el orgullo
José A. Espina
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Más allá de un punto que parece insuficiente para llegar al sueño, todavía agonizante pero vivo, de llegar a octavos de la Champions League, el Sevilla que vuelve de Alemania recibió un chute de orgullo, dignidad y sobre todo de lo que su entrenador, el Chamán Jorge Sampaoli, reclamaba en la previa: esperanza. En el Westfalenstadion, uno de los escenarios más impresionantes de Europa, el equipo nervionense recuperó la imagen de equipo sólido y competitivo que en los últimos lustros le ha permitido hacerse un nombre importante, temido, en las competiciones continentales. Hay efecto Sampaoli: se demostró a ratos contra el Athletic y durante la mayor tiempo contra el Borussia Dortmund, incapaz el potente equipo germano de meterle mano y siquiera dominar a un Sevilla muy serio, mucho más que en los últimos tiempos con Julen Lopetegui.

“Necesitamos encontrar lo que somos”, había revelado gráficamente Sampaoli en la previa. De momento, el Sevilla que saltó al césped del Westfalenstadion, incluidos tres centrales, fue capaz durante muchos minutos de construir una identidad y, algo que más importante que había olvidado durante los últimos tiempos lopeteguianos: competitividad. Lamela y Navas profundizaban en busca de un rematador pero no encontraban a En-Nesyri, el 9 elegido esta vez por Sampaoli. Rakitic gozó de la primera oportunidad digna de reseñar, pero su remate en el punto de penalti salió demasiado alto. El propio futbolista croata, que con la pelota en juego anda a años luz de su mejor versión pero las sigue poniendo perfectas, botó poco después una falta que Nianzou cabeceó como un titán, a la red. (0-1, 18′). Fichado este verano, el defensa francés dejó a las órdenes de Lopetegui muchas dudas, pero de Alemania se lleva una certeza: tiene mucho poderío por arriba.

Había creado el Dortmund muy poco peligro en la primera mitad, maniatado entre líneas por la defensa de cinco con la que sorprendía en el inicio Sampaoli. El Sevilla sólo recibía, de hecho, fuego propio: una mala salida de Marcao que Adeyemi, solo dentro del área, resolvió mal, y un despeje de Nianzou que Bono se vio obligado a despejar con sofoco. Pero los alemanes disponen de un futbolista diferencial que, sin hacer olvidar a Erling Haaland todavía, anda ocupando su papel decisivo y goleador a pesar de jugar en el centro del campo. Se llama Jude Bellingham y, más pronto que tarde, algún grande de Europa (Real Madrid, Bayern, United, Liverpool...) cerrará un banco y le incorporará a su plantilla. Bellingham inició una contra en el centro del campo y luego apareció por el balcón del área pequeña para rematar con destreza de 9. Y el balón entró tras rebotar en Nianzou (1-1, 35′).

Pidió la hora en el final de la primera mitad el Sevilla y resistió los envites más o menos organizados del Borussia tras la reanudación cuando Sampaoli decidía tocar alguna tecla con la inclusión de Januzaj e Isco, suplente por sorpresa. La entrada del fantasista malagueño le sentó de vicio a su equipo, capaz de volver a colonizar el área borusser. Faltó lo que también le está faltando y mucho al equipo de Nervión: acierto en el remate. Januzaj mandó al limbo un remate fácil y cercano y luego Lamela no fue capaz de esquivar al guardameta Kobel en un tiro a bocajarro, tras otro córner bien interpretado por titán Nianzou.

Sin fuelle casi ambos equipos tras una intensísima batalla, el cuarto de hora final transcurrió entre un quiero poco y puedo menos en el que Isco ni Bellngham encontraban los socios adecuados. Marcao ganaba tiempo al reloj con dos amagos de lesión. Habrá que ver de todas el estado del brasileño, que ha completado (a gran nivel) casi dos partidos completos después de muchos meses sin jugar. Sampaoli, que lleva dos amarillas en dos partidos, dejaba de desganitarse en la banda para poner un gesto pensativo pero satisfecho, cuando el serbio Jovanovic pitó el final. Y los 1.000 sevillistas que viajaron a Alemania celebraban entre la locura (hubo que lamentar algún altercado con los stewards) con orgullo. Por una vez, y esperan que a partir de ahora casi siempre, su equipo ha recuperado la dignidad.

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