A Boca le apareció un adversario invisible en la recta final del campeonato: el cansancio
El equipo dirigido por Ibarra sufre el desgaste y las bajas en plena definición del título
Hubo otros momentos del encuentro en los que Boca no estuvo fresco de la cabeza para crear situaciones de real peligro e, incluso, para enhebrar varios toques seguidos como para edificar algo mejor desde la confianza.
El equipo de Hugo Ibarra parece sentir, justo en el momento más inoportuno de la Liga Profesional, la carga de un año hiperactivo por haber peleado los tres títulos locales que se disputaron en 2022: campeón de la Copa de la Liga, actual semifinalista de la Copa Argentina y a seis puntos de coronarse en la Liga. Toda una preocupación de cara a la reanudación del duelo ante Gimnasia (restan 81 minutos), este miércoles, en el Bosque, en el que los de la Ribera no deben convertir el paso en falso en una caída casi letal.
Está claro que todos los equipos del fútbol argentino no están exentos de un año atípico y con falta de empatía hacia la salud del deportista desde la organización: hace mucho tiempo se conoce que el Mundial de Qatar será a fin de año, a contramano de la fecha habitual de junio y julio. Boca, por ejemplo, no tuvo vacaciones.
No le faltó razón a Jorge Batista, uno de los tantos médicos que atendieron cada semana los problemas físicos, cuando el último miércoles se produjo la ruptura del ligamento cruzado anterior en Marcos Rojo, que fue intervenido exitosamente por él en la mañana del lunes: “Calendarios apretados. Gran desgaste físico y mental de todos los planteles, porque la mayoría pelea por algo. Nadie puede hacer magia. Es muy difícil para todos trabajar en estas situaciones límites. El factor tiempo es lo único que no se puede modificar en la vida”, posteó.
Boca, por entonces con Sebastián Battaglia como técnico, se consagró campeón ante Tigre el pasado 22 de mayo, a los cuatro días jugó por la clasificación a los octavos de final de la Copa Libertadores y, tras 120 horas de descanso, ya se puso en la cabeza el debut en el presente torneo, que se produjo el 1º de junio. Una carga emocional muy grande, potenciada por el desgaste, que –evidentemente– está repercutiendo en el cuerpo. Especialmente, en una zona sensible como la defensiva.
Rojo, que volvía a jugar de titular ante Sarmiento tras una lesión muscular, sufrió la dura lesión en Junín y estará más de un semestre fuera de la actividad. Su compañero en la zaga, Nicolás Figal, mantiene los problemas en su rodilla desde aquel golpe que recibió con Lanús, hace más de un mes.
Mientras Carlos Zambrano se dirigía al banco de suplentes por ser reemplazado en el entretiempo con Newell’s, se observó una renguera que ubica su presencia en La Plata entre interrogantes. Y Gabriel Aranda, que podría reemplazarlo para hacer la sociedad con Facundo Roncaglia, no estaría al cien por ciento por problemas en el tobillo: si ninguno de ellos juega, no quedan otras opciones a mano que Lautaro Di Lollo o Nahuel Genez, de la reserva, o la improvisación de Advíncula o Agustín Sandez.
Además, con otro riesgo: Frank Fabra, “Pol” Fernández y Darío Benedetto jugarán ante Gimnasia con cuatro amonestaciones. Si alguno recibe otra, se perderán la definición con Independiente. Aunque sus presentes no son destacados, especialmente el del volante, el equipo de Ibarra no puede darse el lujo de perder más gente. Así, como puede, Boca sigue dependiendo de sus actos.