¿Qué le ocurre a mi organismo cuando no consumo suficiente agua?

Más allá de quitar la sed, el agua nos ayuda a mantener nuestro cerebro activo, lubrica los músculos y favorece la depuración de residuos del organismo.

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El agua es un líquido fundamental para nuestra vida, ya que el cuerpo la necesita para llevar a cabo los procesos vitales.

Pese a esto, la mayoría de las personas no consume la cantidad suficiente y, con el paso del tiempo, presenta una serie de dificultades en su salud.


Si bien el organismo tiene la capacidad de limpiarse por sí solo, la falta de agua le puede complicar la tarea y, a su vez, provocar un aumento en los niveles de toxinas.

Como consecuencia, incrementa el nivel de inflamación, el riesgo de enfermedades crónicas y una serie de síntomas que afectan a la calidad de vida.

A nivel general se recomienda el consumo de, por lo menos, dos litros de agua, que incluyen la que proviene de frutas, jugos naturales, sopas, etc.

Ingerir menos de lo recomendado puede provocar deshidratación y algunas reacciones que se manifiestan tanto a nivel interno como externo.

Trastornos digestivos

Las dificultades en el tracto gastrointestinal son una de las primeras manifestaciones de la deshidratación del cuerpo.

Un 98% de la capa mucosa del estómago está compuesta de agua y, cuando esta disminuye, el ácido puede afectar el revestimiento y provocar indigestión, pirosis y estreñimiento.

Dolores articulares

Se estima que un 80% de la composición del cartílago que protege las articulaciones es agua. Por lo tanto, cuando no se consume la cantidad necesaria, las articulaciones se ven comprometidas de forma directa.

Una persona con deshidratación crónica tiene más del 60% de riesgo de padecer artritis y otras dolencias inflamatorias. También puede afectar los discos de la columna vertebral, y dar lugar a una condición conocida como hernia de disco.

Boca seca deshidratación

A nivel estético la deshidratación es muy evidente. La delicada capa que recubre la boca se seca y, al no recibir suficiente humedad, puede agrietarse.

Asimismo, la piel presenta alteraciones en su producción normal de aceites y, como consecuencia, lucirá opaca y seca. Aunque los productos tópicos contribuyen a contrarrestarlo, es importante hidratarla desde el interior para aliviarla.

Nivel bajo de energía

Un 90% del plasma sanguíneo está compuesto por este líquido y, ante unos niveles bajos del mismo, el corazón tiene dificultades para bombear la sangre y suministrar oxígeno hacia cada célula del cuerpo.

Debido a esto, los niveles de energía disminuyen y la persona tiene problemas para alcanzar un buen rendimiento físico y mental.

Problemas en los riñones

Dado que los riñones son los órganos que se encargan de filtrar los desechos y producir orina, una parte muy importante de su salud depende del agua.

Los individuos que no la consumen en cantidades adecuadas tienen niveles altos de toxinas en la sangre y tienden a sufrir retención de líquidos e inflamación. Además, aumenta la susceptibilidad a infecciones en el tracto urinario y el riesgo de cálculos renales.

Dificultades circulatorias

La circulación del cuerpo se vuelve más pausada por la deshidratación y, con los días, la sangre puede retenerse y formar várices.

El control de esta condición es muy importante, ya que a largo plazo puede aumentar el riesgo de presión arterial alta, ataque cardíaco y accidente cerebrovascular.

Disminuye la masa corporal

Los músculos necesitan agua para absorber de forma adecuada los nutrientes y conservar su fuerza. Un organismo deshidratado puede perder de forma significativa su masa muscular y, al mismo tiempo, presentar más flacidez y riesgo de lesiones.

Es primordial aumentar el consumo de líquido todos los días, sobre todo cuando se realizan sesiones de entrenamiento de alto impacto. Esto mantendrá en niveles adecuados los electrolitos, compensará la pérdida de líquidos y evitará la inflamación posterior.

Aumenta la depresión

Un consumo deficiente de agua también afecta de forma directa la salud emocional. Su carencia en el tejido cerebral aumenta los niveles de cortisol y, además de elevar el estrés, puede conducir a episodios fuertes de depresión.

Más sensación de hambre

La falta de líquido en el organismo aumenta la sensación de hambre y, por lo tanto, la mayor parte de las veces conduce a consumir más calorías de las debidas.

Durante la jornada se siente la necesidad de visitar el refrigerador de forma continua y elegir alimentos con algún contenido de líquido.

El problema es que, a falta de agua, estos alimentos tardan más en digerirse y pueden provocar un aumento significativo de peso.


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