Perdemos los berreta
River jugó mal un clásico menor que se inclinó del otro lado por una pelota parada. Un bodrio que no pasará a la historia.
Cuando el partido es malo, ellos sacan ventaja. Es un tema que viene de vieja data y parecía resuelto en algún punto pero está claro que hay que volver a la senda de entender cómo se juega esta clase de partidos. El Muñeco nos hizo jugar de un modo especial los clásicos y los partidos importantes en general, pero no es el caso de este equipo.
Hay una cantidad de jugadores que vinieron en el último tiempo que muy pronto tuvieron que afrontar el desafío de estar a la altura de un equipo que marcó historia. No es fácil. Pero es lo que nos toca.
El partido fue casi casi la nada misma. Un compendio de la nada estirada a límites insospechables que sólo tuvo atractivo en que era un clásico. Casi no pateamos al arco y ellos tampoco. En ese tipo de partidos históricamente les ha ido mejor a ellos, porque en la nada se sienten en su salsa.
Respecto de lo nuestro, preocupa cierta liviandad. La sensación de que estamos para más de lo que realmente damos, sobre todo en los partidos importantes. Este año marcó eso, una defección en lo que antes éramos fuertes y ese es el duelo que estamos haciendo desde hace un tiempo. Perder con Boca siempre invita a la reflexión pero las grandes conclusiones hay que hacerlas con la cabeza despejada.
Esta derrota quedará en el olvido si ganamos el campeonato. Debe ser el objetivo. No hay tiempo para lamentos. Es una derrota que duele porque es un clásico pero será olvidada pronto si nos levantamos rápido. Hay que demostrar en la cancha que tenemos sed de revancha. Eso es lo que quiero ver.